Mayo 17, 2024

“Sacudir manteles. Advirtiendo el paso de las nubes” Entrevista a Rodrigo Massi

 

Por Ernesto González Barnert

Rodrigo Massi (Temuco, 1980) es profesor básico de lenguaje y comunicación y licenciado en educación. En 2005, fue director del área literaria de la agrupación cultural “Arteos”, en Teodoro Schmidt. Ese mismo año obtuvo el segundo lugar en el concurso de creación literaria de bibliotecas públicas (DIBAM), en Temuco. En 2006 consigue el primer lugar en el concurso literario de la DIBAM, en Teodoro Schmidt, y al año siguiente mención honrosa en el Certamen Regional de Creación Poética Joven del Fondo de Cultura, en Temuco. Fue becario del taller literario de la Fundación Neruda, dirigido por Guido Eytel, en 2009, en Temuco. Es miembro cofundador de la Organización para el desarrollo interdisciplinario de la cultura, la educación y las artes (ODICEA), en Teodoro Schmidt. Manteles y nubes es su primera publicación.

 

¿Por qué llamaste a tu ópera prima “Manteles y nubes”?

Ese título es la consecuencia de lecturas compartidas, de inquietudes que surgieron durante la edición del libro, con distintos amigos, no solo poetas. Creo mucha en la idea de la poesía como un espacio que está dentro y fuera del circuito de los escritores. El libro tenía otro nombre, tuvo otros nombres. Pensándolo bien, creo que Manteles y nubes, resume la idea de una poesía que si bien busca la orilla de lo cotidiano, no por eso naufraga escuchando la musiquilla de las esferas.

 

¿Cómo fue el trabajo con la editorial “Bajo la lluvia” ediciones de Valparaíso?

Fue una buena experiencia, conozco personalmente a Luis y Marcela, tenemos amigos en común, son personas dedicadas cien por ciento a su trabajo tanto editorial, como literario. No soy una persona cerrada a las críticas, por lo tanto mi texto se fue nutriendo de sus sugerencias, que no solo se circunscribieron al ámbito de la diagramación, sino también a la edición de los textos.

 

Eres de Temuco, pero vives en Teodoro Schmidt-

Nací en Temuco. Me críe con la familia de mi madre en Teodoro Schmidt, entre 1987 y 1992 nos trasladamos a Temuco a vivir, tras el divorcio de mis padres. Fueron años duros de infancia, estudié allá durante ese tiempo, al finalizar el ´92, nos regresamos.

Teodoro es un pueblo pequeño, una ciudad de maqueta, donde casi no pasa nada, salvo que está lleno de bares. Dentro de los bares sucede la vida en Teodoro Schmidt, afuera habitan los zombis.

 

¿Cómo vives la poesía en provincia?

Con ventajas y desventajas. Entre las ventajas, cierto misticismo que los pueblos aún guardan como hábitat conectado con la naturaleza, el recuerdo, cierta calma aún no contaminada, lo que propicia, tiendo a creer, una conexión con la lectura. Las desventajas están relacionadas al contexto artístico, al escaso apoyo del aparato estatal, a la poca vinculación con otros escritores. Pero nada tan grave.

 

Le dedicas un poema a Ricardo Herrera, ¿qué te parece su obra?

Ricardo fue mi profesor en la enseñanza media y hemos sostenido una amistad desde esa época, conozco su obra y creo que la panorámica que me hago de ella es muy potente. Trabajos como “Carahue es China” y “Santa Victoria”, me parecen esenciales para entender las complejas relaciones que se han establecido este último tiempo entre tradición poética del sur, política y cultura. No sabría encasillar su obra en una corriente o movimiento literario determinado, más bien tiendo a pensar que su poética erosiona al mismo tiempo que hace crecer formas, temáticas, líneas de exploración.

 

¿Quiénes son los grandes referentes escriturales tuyos?

En narrativa siento predilección por la ciencia ficción (Bradbury y Dick, son autores que leo con fruición). También Poe, Cortázar, Kerouac, Borges. Bolaño, por supuesto.

En poesía Rojas, Parra, Hahn, Lihn, Teillier, Cárdenas. De afuera, los Panero (en especial José María), Carver y Bukowski.

 

¿Cómo es tu relación con la poesía Nerudiana?

Es una influencia ineludible, una montaña que hay que atreverse a subir. Neruda es quizás la verdadera montaña rusa que te dejará sangrando por boca y narices, cuando bajes. Leerlo es como leer tres generaciones juntas. Su capacidad de irradiación es negada por muchos, pero su cantera aún no se ha explorada totalmente. Descubrir a Neruda puede demorar una vida entera, hay mucho sesgo en torno a su obra, prejuicios, lecturas anticipadas.

 

¿Cómo fue tu paso por el taller Pablo Neruda en Temuco, dirigido por Guido Eytel?

Tengo buenos recuerdos de esa época, con Guido desarrollamos mucho el sentido de la autocrítica y el análisis de nuestra experiencia escritural, el ejercicio de la lectura y el estudio de obras de autores de distintas corrientes y épocas. Los talleres en general, pese a todas las críticas que pesan sobre ellos, tienen la virtud de generar prácticas de trabajo, formas de abordar los textos, orientan conductas, podan malas prácticas. Recuerdo a Guido no solo como un gran escritor, sino como una persona entrañable cuya pérdida para literatura regional y del país, aún no se dimensiona. Hay que estudiar profundamente su obra narrativa y poética.

 

¿Cuál es tu mayor miedo como poeta?

Que la poesía siga siendo la preocupación de 4 o 5 supuestos iluminados, que no tengamos la valentía de abrir el abanico, que nuestra vida no sea capaz de reproducir nuestros sueños, que no pueda, en alguna medida, acercarme a la literatura a través de la vida. O Viceversa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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