Noviembre 22, 2024

Entrevista a Rodrigo Verdugo Pizarro: «A las 4 A.M. recibí una llamada con cobro revertido de Omar Cáceres»

 

Por Ernesto González Barnert

Rodrigo Verdugo nace en Santiago de Chile, 1977. Es Poeta y Collagista. Ex miembro del Grupo Surrealista Derrame y ex secretario del Pen Chile. Su obra ha sido publicada en revistas y antologías chilenas y extranjeras, además de traducida parcialmente. Ha participado en exposiciones colectivas en España, Portugal, República Checa y Costa Rica. En 2016 junto a los poetas Felipe García Quintero y Guillermo Martínez forma parte del jurado del II Premio Nacional de Poesía Festival de Poesía de Medellín (Medellín, Colombia). Es autor de los libros Nudos Velados (2002), Ventanas Quebradas (2014) y Anuncio (2017). En 2018 es incluido en el dossier: Poêtes chiliens contemporains, le temps des brasiers, preparado por el poeta, ensayista, crítico literario y secretario general de la «Academia Mallarme», Christophe Dauphin en la revista: Les hommes sans Èpaules, nº 45 (Ecouen, Francia). Como ven, un poema que ha mantenido desde la Mandragora a Derrame el fuego de la poesía surrealista, ese «Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral». Como manifiesta Breton en un primer momento. O como decía Dámaso Alonso que era una especie de erosión del concepto. Yo sostengo más acá que el meollo de la obra de Rodrigo Verdugo es la inauguración de una voz ominosa entre las entrañas y los nuevos seres que no se olvida de su tradición, de que los días no calzan con el despertar.

 

–Decías en una entrevista que «La imagen debe arrancar a cada época su cuota de lo desconocido» ¿Cuáles han sido las que tú crees has podido vislumbrar de este período?

–Esa afirmación del poeta francés Arthur Rimbaud está implícita en todo lo que concierne a la misión del poeta, (capaz de contemplar a diferencia del hombre común la realidad interior de la naturaleza), y con mayor énfasis en aquellos poetas que han tomado el fundamento del simbolismo como bastión de una intuición trascendente, o han seguido una línea tanto surrealista, romántica o abstracta, para ir más allá de los límites del lenguaje y acercarse a verdades sobrenaturales o metafísicas. He visto que en este periodo de la pandemia el inconsciente colectivo se ha volcado como nunca hacia la proximidad de la muerte, como consecuencia de esto surge una inseguridad ontológica, que también se está dando como nunca antes en la historia de la humanidad, por lo que se están produciendo imágenes, metáforas de lo frágil, de lo transitorio, del pavor a la muerte y a lo desconocido, en resumen esa cuota de desconocido que hoy a gran escala se capta de este periodo, y como consecuencia de todos los acontecimientos actuales es nada más ni nada menos que el misterio de la vida en la sombra de la muerte.

–¿Cómo es tu relación actual con el «surreachilismo» como decía Gonzalo Rojas, del que eres familia?

–Sigo adscrito al surrealismo como forma de vida, y sobre todo a los ideales poéticos del surrealismo, me mantengo en la idea de que el surrealismo activa una rebelión de la conciencia y desautomatiza la percepción. Sin embargo, también desde una distancia critica reevaluó algunas técnicas surrealistas, y en ese sentido ya no creo mucho en la automatización de los procedimientos de la escritura surrealista, a pesar de que hay ciertos fragmentos de automatismo en mis tres libros. Siempre desde esa distancia critica también reevaluó todo lo que fue la actividad surrealista en Chile, desde Mandrágora hasta Derrame, sin embargo, sigo pensando y fundamento esto en base a los juicios de Octavio Paz, Benjamín Peret, Jacques Herold, que toda la actividad del Grupo Surrealista Mandrágora, tuvo una importancia capital a nivel del surrealismo latinoamericano. En cuanto a Derrame, si bien se data la desaparición del grupo con la muerte del poeta surrealista y uno de sus fundadores Rodrigo Hernández Piceros, creo que tal como Mandrágora, Derrame ejerce una influencia secreta que se puede rastrear por ejemplo en artistas surrealistas más jóvenes como la collagista Singwan Chong Li. Mantengo a sí mismo una activa correspondencia con surrealistas de Colombia, Costa Rica, España, Holanda como: John Sossa, Fercho Cuartas, Alfonso Peña, Miguel Pérez Corrales, Laurens Van Crevel etc.

–¿Cuáles son los ejes en que tu Arte poética se cobija y despliega? ¿Han variado en estos años desde Nudos velados, Ventanas quebradas y Anuncio?

–No ha habido una mayor variación en cuanto a los ejes temáticos en mi escritura poética desde Nudos velados, pasando por supuesto por Ventanas Quebradas, y llegando a Anuncio, por cuanto desde mi primer libro se establecieron líneas de fuga (de acuerdo a lo señalado por el poeta Antonio Silva) que continuaron en los siguientes libros, estableciéndose un extrañamiento permanente y haciéndome muy participe de la idea de Walter Benjamín: «De que el arte no debe procurar el realismo sino provocar una extrañeza», en razón a aquello, he mantenido una línea de escritura ojalá lo más cercana a aquella aspiración gnóstica de Rimbaud de revelar todos los misterios. Lo mortuorio, lo erótico, lo apocalíptico, son constantes que se mantienen en estos tres libros, bajo la idea de una disociación sobre una realidad supuestamente objetiva (tal como lo señala respecto de algunos textos de Anuncio el poeta mexicano Alejandro Rejón Huchin), paralelo a esto también he incorporado algunos elementos de la imaginería hipnagógica.

–¿Qué te interesa del corpus poético de Pablo Neruda?

–Antes de responder la pregunta como tal, me gustaría datar mis experiencias de lectura respecto al poeta Pablo Neruda. La primera fue en Arica, durante al año 1992, al encontrarme con una edición muy popular del libro «Veinte poemas de amor y una canción desesperada», el libro era de mi prima Carolina Bruna Pizarro, su lectura tuvo un efecto deslumbrador en mí, y escribí en algunos cuadernos algunos textos poéticos, obviamente era un ejercicio de emulación, que sin embargo se tradujo en uno de mis primeros textos más menos formales, llamado «Minero con tu mirada» y que posteriormente obtiene el primer lugar, categoría enseñanza media en el concurso «Semillas de Pablo», organizado por el instituto Pablo Neruda, de la comuna de Ñuñoa, y es publicado en el boletín de la Fundación Pablo Neruda (invierno, 1993). Después mi madre Patricia Pizarro Silva me obsequia libros como Los versos del capitán, Residencia en la tierra etc. En rigor siempre me ha interesado todo el corpus poético de Pablo Neruda, sobre todo el manejo magistral de la adjetivación, también aquella observación tan fina de la naturaleza y los objetos, que tiene un antecedente en Marcel Proust, y que en muchos fragmentos es insuperable, acercándose muchas veces a la dimensión epifanica de la intuición. He sido lector de todas las etapas de la poesía de Pablo Neruda, desde Canción de Fiesta, hasta Maremoto, y aún tienen el mismo efecto deslumbrador en mí.

–¿En qué estás trabajando hoy?

–Estoy trabajando en dos libros inéditos: Herencia del insomne y Encomienda. Ambos se caracterizan por su escritura minimalista en gran parte de ellos. El primero se distancia de los procedimientos surrealistas o más bien los utilizo a la inversa, tal como lo señalo el poeta Eugenio Davalos al decir que en ambos libros se utilizan conscientemente las técnicas surrealistas para construir imágenes. «Herencia del insomne», busca recuperar ciertos estados de encantamiento que viví en mi infancia, relacionados con casas, circunstancias, vivencias etc. En Encomienda, hay una cierta continuidad con Ventanas Quebradas, aunque es un texto más polifónico, con asomos de cierta oralidad y coloquialismo ambos siguen estando producidos por las analogías de una imaginación simbólica.

–¿Cuáles son tus diez libros favoritos de la vida?

–Sin duda los libros que adquirí en mi infancia y adolescencia, en su mayoría de literatura chilena sobre todo en las librerías de mis amigos Octavio Rivano, Carlos Vivar Machuca, muy difícil es elaborar esta lista porque muchos quedan fuera, pero en rigor estos libros serían: Humberto Díaz Casanueva, Réquiem; Rosamel Del Valle Poesía; Omar Cáceres, Defensa del ídolo; Vicente Huidobro,  Altazor; Pablo Neruda, Residencia en la tierra; Eduardo Anguita, Venus en el pudridero; Gustavo Ossorio, El sentido Sombrío; Boris Calderón, El libro de los adioses; Carlos de Rokha, El orden visible; Mahfud Massis, Elegia bajo la tierra.

 

–¿Qué música, artistas, poetas, lecturas, pinturas, series o películas te han marcado o llamado la atención durante esta pandemia, estallido?

–Durante el estallido social y la pandemia he releído más que nada los libros de mi propia biblioteca, debido a un cambio de pieza, me he reencontrado con muchos libros, y me han llegado otros por correo postal, gracias a la amabilidad de sus autores, sin ir más lejos hoy mismo Pedro Lastra me envió dos libros de regalo (gracias a la amabilidad del poeta Dante Cajales que pasó a dejármelos). Respecto de la música, sólo he escuchado música de los 80, por la cual tengo una gran predilección. En cuanto a las películas me conmovió por ejemplo Tren nocturno a Lisboa, del director Bille August, con la actuación de Jeremy Irons, Jack Huston, Christopher Lee, Mélanie Laurent, Charlotte Rampling. También he visto varias películas del cineasta chileno Jorge Olguin en Onda Media, como Sangre Eterna, pero más que nada he visto El día menos pensado en TVN.

 

–¿A qué le temes?

–Le tengo temor a perder el asombro ante el misterio de la vida, y a vivir una vida deslucida y convencional.

–¿Qué es para ti el amor?

–Coincido plenamente con Octavio Paz en relación al tema del amor, sobre todo en lo que afirma en su libro La llama doble: «Continua transmutación de cada elemento: la libertad escoge servidumbre, la fatalidad se transforma en elección voluntaria, el alma es cuerpo y el cuerpo es alma».

–¿Un poema tuyo que leerías hoy en una sala de clases?

–Leería este breve texto de «Herencia del insomne».

HERENCIA DEL INSOMNE LV

Bajo los jazmines,
hay sentencias hermosas.

Busco con manos de niebla,
algo en mis huesos.

Y en mi ayuda viene,
la joven que sabe
leer al revés.

 

–¿Cuál es el mayor tesoro de tu biblioteca?

El libro del cobre, de Benjamín Vicuña Mackenna, Imprenta Cervantes 1883. Este libro junto a otros, me lo obsequio mi abuelo el historiador Alejandro Pizarro Soto, cuando era niño y me interesaba de sobremanera la historia de Chile.

 

–¿Qué es lo más extraño que te ha sucedido como poeta?

–Muy difícil responder esta pregunta, por cuanto desde niño me han sucedido una serie de hechos inexplicables y paranormales, pero en lo concerniente a lo literario o en relación a él, lo más extraño que me ha sucedido es haber recibido el año 1995 a las cuatro de la mañana una llamada con cobro revertido del poeta Omar Cáceres, es decir al aceptar la llamada alguien dijo su nombre y luego sonó como una cinta de casete al revés, a los segundos por supuesto corte el teléfono y dormí en el patio de la casa.

–¿Lo mejor y lo peor de ser un «Derrame»?

–Haber pertenecido a «Derrame», reactualizo en mi un conocimiento sobre el surrealismo chileno que estaba sin duda a medias, yo durante el año 1993 hablaba muy seguido por teléfono con el poeta Enrique Gómez Correa, le visité un par de veces, sin embargo, no tuve un mayor acercamiento a lo que fue «Mandrágora», sino hasta el año 2000, cuando entró en forma sistemática a la lectura de las revistas «Mandrágora» y por ende la lectura de todos los miembros de este grupo, a saber, Braulio Arenas, Enrique Gómez Correa, Teófilo Cid, Jorge Cáceres, de algunos de ellos tenía ya algunos libros, pero, insisto en con Derrame donde asumo como forma de vida y como credo poético el surrealismo, con todas las consecuencias y riesgos que esto implicaría con el paso de los años. En Derrame, encontré espíritus afines a la búsqueda que estaba comenzando (pienso en Aldo Alcota, Rodrigo Hernández Piceros, Roberto Yáñez, Carlos Sedille, Enrique de Santiago, etc…) y fueron ellos y por supuesto mi madre Patricia Pizarro los que me alentaron a publicar Nudos velados, primer libro que aparece inaugurando las Ediciones Derrame, y el cual fue trabajado en base a los pocos cuadernos que se salvaron (mi padre botó a la basura el resto) que comprendían textos desde 1992 a 1999. Lo negativo es que te vinculen con un grupo surrealista que supuestamente está en los márgenes de la oficialidad cultural y te consideren anacrónico por insistir con una escritura que no está de moda, ambas consideraciones son a mi parecer erradas, ya que Derrame está siendo revalorizado sobre todo en publicaciones especializadas en España, Italia, EEUU e Inglaterra, y las condiciones actuales de vida que ha impuesto la pandemia no están muy alejadas de ser consideradas surrealistas.

–¿Qué «enigma» te interesa descifrar esta temporada?

–Algo que ha aparecido en algunas pesadillas que tuve hace unos dos meses atrás.

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