Noviembre 25, 2024

La Sebastiana

 

“Siento el cansancio de Santiago. Quiero hallar en Valparaíso una casita para vivir y escribir tranquilo. Tiene que poseer algunas condiciones. No puede estar ni muy arriba ni muy abajo. Debe ser solitaria, pero no en exceso. Vecinos, ojala invisibles. No deben verse ni escucharse. Original, pero no incómoda. Muy alada, pero firme. Ni muy grande ni muy chica. Lejos de todo pero cerca de la movilización. Independiente, pero con comercio cerca. Además tiene que ser muy barata ¿Crees que podré encontrar una casa así en Valparaíso?”

 

 

Éste fue el encargo que Pablo Neruda les había hecho, en 1959, a sus amigas Sara Vial y Marie Martner. Parecía difícil encontrar una casa que satisficiera las aspiraciones del poeta, pero después de mucho buscar apareció la obra gruesa de un caserón, ubicado en el cerro Florida. La había construido el español Sebastián Collado, quien destinó todo el tercer piso a una pajarera. Don Sebastián murió en 1949 y aquella casa inconclusa y llena de escaleras quedó abandonada durante muchos años.

El poeta fue a ver la construcción. Le gustó, entre otras cosas, por lo disparatada que era, pero la encontró muy grande, de modo que la compró a medias con la escultora Marie Martner y a su marido, el doctor Francisco Velasco. Éstos se quedaron con el subterráneo, el patio y los dos primeros pisos, mientras Neruda tomaba posesión de los pisos tercero y cuarto y de la torre. “Salí perdiendo – decía en broma -. Compré puras escaleras y terrazas”. Lo cierto es que tenía una vista privilegiada sobre la bahía.

En tres años el poeta terminó de construir y de alhajar la casa. La decoró con fotos antiguas del puerto y con un gran retrato de Walt Whitman. Uno de los obreros le preguntó si era su padre. “Sí, en la poesía” – contestó Neruda.

Algunas ventanas se hicieron en forma de claraboyas de barco. La más grande de las terrazas se convirtió en comedor. Desde allí podían oírse las bandas sonoras de las películas del teatro Mauri, que está al lado. El Dr.Velasco recuerda que una vez Neruda bajó a recomendarles la película que estaban dando. Parecía buena a juzgar por los balazos que se escuchaban.

 

 

La casa se inauguró el 18 de septiembre de 1961 con una fiesta memorable. Cada uno de los invitados fue incluido además en una “Lista por méritos inolvidables”, donde se destacaba la ayuda que habían prestado para convertir esa obra gruesa abandonada, en “La Sebastiana”, como la bautizó Neruda en honor de su primer propietario y constructor.

Para esa ocasión escribió el poema “La Sebastiana”, que después incluiría en el libro Plenos poderes. En su parte inicial dice: “Yo establecí la casa. / La hice primero de aire. / Luego subí en el aire la bandera / y la dejé colgada/ del firmamento, de la estrella, de / la claridad y de la oscuridad…”

Esa vez Neruda condujo a sus invitados por turnos a la torre, desde donde dominaba todo el puerto con sus catalejos. Allí incitaba a sus acompañantes a mirar en cierta dirección, hacia una casa donde aparecía una mujer desnuda que se tendía en el techo a tomar sol. Nunca nadie logró verla. Tal vez sólo aparecía para el poeta.

A Neruda le gustaba esperar el Año Nuevo en Valparaíso. “La Sebastiana” era un mirador privilegiado par el tradicional espectáculo pirotécnico del puerto. Allí pasó su último fin de año, el de 1972 y vio llegar 1973.

 

 

El doctor Francisco Velasco cuenta que poco después de la muerte del poeta, una mañana al llegar a “La Sebastiana”, encontró al vecindario alborotado. Le dijeron que algo raro ocurría dentro de la casa. Subió con cautela para averiguar qué pasaba. Al llegar al living encontró un águila. Abrió el ventanal para que saliera, pero nunca pudo explicarse cómo entró, porque todo estaba cerrado. “Me vino inmediatamente a la memoria aquella vez que Pablo confidenció que, si hubiera otra vida, le hubiese gustado ser un águila – escribió el doctor Velasco.

“La Sebastiana” – saqueada después del golpe militar de 1973 -, fue restaurada en 1991, gracias al apoyo de Telefónica de España, aporte que también hizo posible la compra de la parte que pertenecía al matrimonio Velasco Martner. En diciembre de este año se inauguró la casa museo. En 1994 se construyó la plaza, y en 1997, nuevamente con el aporte de Telefónica de España, se abrió el Centro Cultural.

En la casa se conservan colecciones de mapas antiguos, de marinas y otras pinturas, entre ellas un retrato de Lord Cochrane y un óleo que muestra a José Miguel Carrera poco antes de ser fusilado. Hay muchas otras reliquias del puerto y piezas curiosas, como cajas de música y un viejo caballo de tiovivo, tallado en madera.

 

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