Abril 28, 2024

Margarita Aguirre: escritora, amiga y biógrafa.

Por Darío Oses

 

Ser la primera biógrafa del poeta tuvo su precio: la llamaron «la dueña de Neruda» y «la biógrafa oficial».

Ella es, hasta hoy, talvez la única mujer que ha hecho la biógrafía total de Neruda.

Vinieron otros biógrafos: Teitelboim, Edwards, Rodríguez Monegal, Shidlowsky, Olivares, Amorós, Concha y otros. Sus trabajos son valiosísimos, en algunos casos monumentales. Pero la de Margarita sigue siendo una biografía esencial porque en ella se siente esa presencia humana y cercana del poeta, que solo una amiga de toda la vida pudo evocar.

 

Navidad de 1933. Sócrates Aguirre, jefe en el consulado de Chile en Buenos Aire, había eximido a su subordinado Pablo Neruda de toda función que no se  relacionara  con la cultura. Pero ahora le pide que haga el papel de viejo pascuero en la fiesta familiar. En sus memorias el poeta dice que en su vida hizo mal muchas cosas, pero ninguna peor que esa:

Se me caían los algodones del bigote y me equivoqué muchísimo en la distribución de los juguetes. Y cómo disfrazar mi voz , que la naturaleza del sur de Chile me la convirtió en gangosa, nasal e inconfundible, desde mi más tierna edad? Recurrí a un truco; me dirigía a los niños en el idioma inglés, pero los niños me clavaban varios pares de ojos negros y azules y mostraban más desconfianza de la que conviene a una infancia bien educada.

Entre aquellos niños estaba la que sería una de sus amigas predilectas, escritora notable y autora de la primera de sus biografías: Margarita Aguirre. Aunque ninguno de los dos podía adivinarlo, esa fiesta de pascua  fue «el comienzo de una bella amistad»,  como le dice Bogart al policía francés que mata al oficial nazi, al final de la película Casablanca.

 

Aspiraciones desmedidas

En sus apuntes Margarita también recuerda a Neruda «vestido con una vieja bata de baño y las clásicas barbas de algodón, oficiando de Santa Claus» ante «los suspicaces ojos de mis hermanos y los míos»:

Todavía lo veo, envueltos los juguetes en una sábana que cargaba a sus espaldas (…) Tú eres Pablo Neruda le decíamos regocijados y él nos explicaba muy seriamente que a ese señor lo había visto bajar a comprar cigarrillos. Talvez nos quedó la sombra de una duda porque recuerdo algo así como un miedo metafísico ante esa presencia que andaba lentamente por el corredor …

Como era la mayor de sus hermanos y ya escribía, a veces la dejaban ir a saludar  a las visitas que llegaban con frecuencia a su casa, entre las que se contaba a Neruda, a María Luisa Bombal y a otros escritores. Quería llegar a ser igual a Pablo Neruda. Por años sus familiares se encargaron de hacerle presente la imposibilidad de esa aspiración. Tanto se lo dijeron que como afirma ella misma, en la vida no volvió a tener aspiraciones desmedidas. Aún así llegó a ser una notable novelista.

 

Rojitas y Neruda

Otra de las imágenes que Margarita guardó de esos años es la de Neruda en su oficina del Consulado de Buenos Aires «leyendo distraídamente un libro, mientras Rojitas, el otro funcionario, atendía a la gente». Cuando la veía entrar el poeta dejaba sus lecturas, le mostraba lápices de colores o su fotografía vestido de marinero:

Recuerdo que con su mano afelpada acariciaba mi pelo lacio y negro. Yo me sentía protegida junto a él, situación que ha perdurado a lo largo del tiempo. Rojitas, chileno gordo y autoritario, me inspiraba desconfianza. Siempre lo vi tratar muy mal a sus compatriotas pobres. Después he comprendido lo difícil que es lidiar con los chilenos que recurren al cónsul con la exigencia de ver  atendidos hasta sus más menudos problemas personales. Rojitas se defendía a su manera.

¿Quién era ese Rojitas? José Miguel Varas lo describe como «uno de esos funcionarios serios, serviciales y callados, que son – o eran – la espina dorsal de la República, en él descansaba la mayor parte de los asuntos administrativos y comerciales del Consulado General».

Cuando Neruda llegó a hacerse cargo de su trabajo don Sócrates Aguirre le dijo  que se dedicara «a establecer relaciones amistosas con los escritores y la intelectualidad». Y agregó: «Su tarea es la cultura. De lo demás nos preocupamos Rojitas y yo».

Neruda tomó muy en serio esta función: junto con García Lorca, que había llegado a Buenos Aires a preparar el estreno para América latina de sus Bodas de sangre, el poeta chileno se convirtió en una figura central de la vida cultural de la capital argentina en 1933 y 1934.

La niña Margarita siguió en contacto con el poeta cuando este dejó el Consulado en Buenos Aires y se fue a servir uno similar en España. Ella comenzó a recibir cartas, fotos de Barcelona y Madrid, y luego el anuncio del nacimiento de Malva Marina:

Su nombre me pareció precioso, lamenté que no estuvieran ya en Buenos Aires para conocerla y cuidarla. Tiempo después supe que se trataba de una niñita enferma y sentí verdadera pena por ella y por los Neruda.

 

Reencuentro en Santiago

Margarita estaba todavía en el colegio, ya en Santiago, cuando su madre la llevó a dos conferencias que dio Neruda, en el auditorio de Radio Minería. Recuerda que al finalizar una de ellas, el poeta hizo volar a una paloma por la sala, liberándola de su jaula.

Fueron a saludarlo. Margarita recuerda:

Me emocionó profundamente que me reconociera al verme (iba con mi madre y se saludaron muy cariñosamente). Nos convidó a su casa y volvió a acariciar mi pelo. Sin embargo no lo visitamos. Por aquel entonces leí su obra poética por primera vez (…) Mis 15 años se conmovieron hasta sus raíces y mi adhesión tomó la forma devota de una admiración que no tiene muros.

José Miguel Varas aclara que Neruda las había invitado a visitarlo a su casa, llamada Michoacán, donde vivía con Delia, la Hormiguita. A doña Sofía, madre de Margarita, no ha de haberle parecido bien ir a esa casa, porque aun cuando le poeta estaba separado de María Antonieta Hagenaar, ella seguía siendo su esposa legítima. Pero la personalidad independiente ya despuntaba en la quinceañera Margarita, que se escapó a participar en las fiestas de los amigos de Neruda. Fue así como probó por primera vez un curanto, en casa de Rubén Azócar. Acota Varas:

Es de temer que haya escuchado cosas inconvenientes para su edad y es evidente que se sintió conquistada por el clima fraternal, alegre, báquico, literario y comunista que rodeaba al poeta.

 

Noviazgo telefónico

Cuando Neruda regresó del exilio, a mediados de 1952, le pidió a Margarita que fuera su secretaria. Ella aceptó y hasta 1954 trabajó en Michoacán recibiendo el dictado de cartas, haciendo de intermediaria con los editores, sacando versiones «en limpio» de poemas, despachando encargos, y llevando la agenda del poeta.

Esto se prolongó hasta que Neruda tuvo que viajar a Moscú porque era jurado del Premio Stalin de la Paz. Como Chile no tenía relaciones diplomáticas con la Unión Soviética, todos los trámites se hacían a través de Buenos Aires, de modo que el poeta contactó a Margarita con su gran amigo, el abogado Rodolfo Araóz Alfaro, quien era Apoderado General del Partido comunista argentino.

Se inició entonces un nutrido contacto telefónico de la secretaria Aguirre con el apoderado Alfaro, que terminó inevitablemente en noviazgo, con la complicidad de Neruda que se autoproclamaba «poeta casamentero». Como anota Volodia Teitelboim:

Es sabido que le gustaba casar a sus amigos y bautizar a los hijos de sus amigos. En su casa de Los Guindos, en Santiago, se realizó el matrimonio de la que era su secretaria y sería su biógrafa, Margarita Aguirre, con su compadre argentino, hidalgo de vieja estampa gauchesca y abogado de los perseguidos políticos, Rodolfo Araoz Alfaro.

Aída Figueroa, abogada, amiga cercana de Neruda, también recuerda ese matrimonio: «Margarita se veía muy primorosa, con un ramo de violetas en la cintura y ahí estuvimos todos festejando. La pareja se fue a Argentina, “vivían en forma bastante modesta en un departamento que estaba en un buen barrio residencial, pero era solo de dos ambientes: el living comedor y el dormitorio” – señala Aída . – Se convino que me alojaría con ellos, así es que yo dormía en el sofá. En verano se iban a la estancia el Totoral, en Córdova»

Aída describe a Margarita como «una mujer frágil, modosa, fina, delgadita, terriblemente afectiva, sensible y muy buscadora de emociones y sensaciones…» A Rodolfo, como: «envejecido, intelectualmente brillante, y que hacía unos riquísimos buñuelos y bollos, porque cocinaba como un dios pero comía como un pájaro».

Neruda y Matilde llegaron más de una vez al departamento del matrimonio Aguirre Araoz. Ahí estaba el poeta enfermo, en 1957, cuando lo detuvo la policía argentina. El episodio quedó registrado en el poema «La prensa libre», de Canción de gesta,  y en las memorias del poeta.

 

Soy subterránea

En 1960, Margarita y Neruda coincidieron en París. El 8 de septiembre de 1960, en carta a  Volodia Teitelboim, Neruda contaba que ella estaba viviendo a una cuadra de él «con su marido, héroe de Turguenev», y agregaba;

Margarita sostiene que, acosada por el pecado subjetivo y por el deber realista, no trabaja. Yo le dije: trabaja y después averigua a qué escuela correspondes. Esto la dejó muy decepcionada, pues ella ama los grandes debates del alma y especialmente los literarios. En el fondo es una subterránea en un mundo que corre hacia la astronáutica.

Margarita vino a conocer esta carta treinta años después escrita Tardíamente  comentó:

Es toda una respuesta a mis actuales dudas. Soy, pues, una subterránea que escribió un libro fervoroso, como lo tildara algún crítico. Libro que pasó de moda apenas se publicaron las memorias de Neruda: «Confieso que he vivido».

         El «libro fervoroso» al que ella se refiere es Genio y figura de Pablo Neruda. Un académico hizo notar que «en estricto rigor histórico» el primer biógrafo del Vate fue Oreste Plath, quien en 1939, cuando Neruda tenía solo 25 años, escribió su biografía en «poco más de diez páginas». Sin desmerecer los méritos de este trabajo  habría que llamar la atención sobre su carácter necesariamente provisorio. Si aspiraba a convertirlo en una biografía, el autor debió ir agregándole información a medida que transcurría la vida y crecía la obra del poeta (Fue lo que hizo Margarita en su biografía). Pero al parecer esta no era la intención de Plath, que dejó este trabajo como el  estudio biográfico de un  poeta que a la sazón solo había escrito y publicado solo una de sus obras capitales.

 

Aquella biografía

Los méritos de Genio y figura de Pablo Neruda, van mucho más allá de la calificación irrelevante de «primera biografía». José Miguel Varas comenta que «en él se siente al poeta como una presencia humana más cálida, más cercana y porque nos hace transparente la relación tan estrecha entre los poemas y la vida de Neruda».

Fue su amigo José Bianco, quien le pidió a Margarita esa biografía. Dentro de la editorial Eudeba, Bianco dirigía la colección Genio y figura que retrató a autores hispanoamericanos como Mistral, Darío, Borges, Storni, etc. El libro de Margarita fue un éxito. Ella misma recuerda:

Tuve tres ediciones, creo que de 30.000 ejemplares (…) Hasta que vinieron los militares y Eudeba, como editorial estatal, paso a pertenecer al gobierno de facto. Resolví dar por terminada mi conexión con ella (…) Resolví publicarlo en Chile, en Zig Zag, la editorial que había publicado algunas de mis novelas. Entonces se llamó «Las vidas del poeta». (…) volví a ampliarla después para la editorial Grijalbo, de España…

Pero entonces vino el golpe militar chileno,  luego la muerte de Pablo Neruda y el libro fue prohibido en el país. La imprenta de Torres Agüero, en Buenos Aires, donde se hacía la edición de Grijalbo para Argentina, interrumpió el trabajo para que Margarita incluyera unas páginas adicionales con el nombre de «Voy a vivir» «porque fue una nueva vida de Pablo la que entonces comenzó con su muerte».

Margarita llevó un diario de su libro sobre Pablo Neruda. En él registra observaciones como ésta, que hace a propósito de Residencia en la tierra: «Neruda nunca ha sido esotérico. Reside en la tierra donde el hombre tiene que arreglar sus asuntos».

También anota ciertos rasgos del carácter del poeta: «No le gustan los elogios, los escucha con cierta rigidez y como apurándolos para que terminen pronto. Tiene claro está, un sentido de su valer que atribuye a su pueblo».

Invente, comadre. invente

Es posible que su biografía de Neruda haya ocultado a la otra Margarita, la narradora, autora de La culpa, Huésped, Cuaderno de una mujer muda y El residente, de la que José Miguel Varas escribió:

La obra de Margarita, escrita y publicada en su mayor parte en Argentina, tuvo escasa circulación en Chile, fu elogiada por la crítica de los dos países, tuvo lectores devotos,, pero inmerecidamente pocos.

Su escritura merece ser conocida, sigue siendo moderna, innovadora, y tiene mucho que decir a la gente de este tiempo. La “comadre” era cosa seria cuando de veras inventaba.

En esta última frase hay una alusión a la respuesta que le daba Neruda, cuando ella insistía en preguntarle sobre diversos asuntos que le interesaban para su biografía: «invente, comadre, invente”, contestaba el poeta. En un artículo  titulado ¿Biógrafa yo? Ella aclara que no inventó nada. Pero sí, inventó su propio mundo narrativo.

Dos Totorales

Ella pasó sus últimos años en Chile. Aún cuando tenía que cargar con una pesada caja de oxígeno, a causa de su enfisema pulmonar, asistía con frecuencia a los actos culturales de La Chascona. Después se fue a una casa de reposo. Murió en 2005, como recuerda Varas, que había sido su amigo desde 1945, «su cuerpo, muy liviano,» fue trasladado al cementerio de Totoral, «a pocos kilómetros de la casas de su compadre Pablo Neruda en Isla Negra» después de haber pasado muchos años de su vida en aquel otro Totoral, la estancia de su esposo, Rodolfo Araos en Argentina.

 

Darío Oses.

 

 

Antología brevísima

 

Extractos de cartas de Neruda a Margarita Aguirre y Rodolfo Araoz.

 

En primer lugar me cargan las antologías. (…) una antología especial, por ejemplo, «Los poetas describen su patria», en que salgan cosas de muchos poetas sobre el mismo tema es algo interesante. Pero estas otras antologías me cargan (…)

Es completamente indispensable que figure Huidobro en una antología. Tu ocurrencia de que yo pudiera molestarme por eso es peregrina. Pero cuando ves las cosas que se ponen de Huidobro verás que se le hace figurar con sus  últimas partes y que sus libros primeros son oportunamente olvidados. En cambio, yo seguiré colgado de Crepusculario por los antologistas a pesar de treinta libros más.

De. Carta de Neruda a Margarita, Isla Negra, 7 de julio de 1964

 

 

Jabalístico Rodolfo, preciosa Margarita:

Ha llegado la hora de hablar claro y de poner las íes sobre los puntos. Queremos que vengan. Somos irreductibles. Fijamos como plazo una fecha inesperada, aplazada para el primero de octubre, día en que por angas o por mangas sucederá un hecho que ustedes apreciarán: nos casamos a la chilena (Chit! Silencio! Mutismo!

Solo algunos amigos muy probados estarán con nosotros, entre ellos, Alberto y Olga. Esperamos que ustedes dispongan del mayor tiempo posible para que lo perdamos juntos y a la vez para que se desorganicen un poco.

De:  carta de 8 de agosto de 1966, en la que Neruda anuncia a Margarita y Rodolfo, su matrimonio con Matilde.

 

 

LAS DOS SIRENAS

Frente al mar de Isla Negra dos sirenas,

Marta opulenta y Margarita alada

peinaban hebras rubias y morenas,

hechizados donceles y hechizadas.

Una era rubicunda luna llena,

la otra como pez o como espada:

una con la sonrisa te encadena

mientras la otra sueña, desvelada.

Pero hay un punto claro que da cita

al encanto de Marta y Margarita

y las reúne en un ruidoso abrazo:

cuando olvidando formas y matices

se suenan, estruendosas, las narices,

y nos aturden con sus trompetazos.

 

Soneto humorístico de circunstancia, probablemente

escrito a comienzos de 1953 en Isla Negra.

Las sirenas eran Marta Jara y Margarita Aguirre.

 

Soy la hermosa Margarita

aunque delgada, bonita.

En Buenos Aires resido

con Rudy, buen individuo

y a Goyito como trasto

movilizo en un canasto.

Mis pies allí van y vienen

y mi actividad sostienen

entre Palermo y Florida,

Güemes, Alsina, Avenida

de Mayo, San Martín, Corrientes

me ven andar diariamente.

Pero apenas llego a Chile

se termina este desfile.

Si llegar debo a la esquina,

que me lleven en berlina!

Si voy a comprar un traje

que me traigan en carruaje!

Con Pipa como esta noche

si ella me manda su coche!

Estos chilenos incautos

que no me llevan en auto!

Quién es esta pobre aeda

que no se mueve con ruedas?

Con Ud. iré hasta el fin

si me ofrece un palanquín!

 

Aquí terminan, señores

estas gracias y primores

de la linda ex señorita

que se llama Margarita

de Araoz que en Argentina

camina que te camina

templó su silueta fina

pero que en Chile

no quiere, Margarita

porque dice que se muere

si no la llaman

Señorita

Palanquita.

 

Este  es un poema festivo, inédito, de Neruda, dedicado a Margarita Aguirre.

           

 

Quiero contar en breve escalofrío,

sin rencor y más bien con alegría,

cómo desde la cama en Buenos Aires

me llevó a la prisión la policía.

Era tarde, llegábamos de Chile

y sin decirnos esta boca es mía

saquearon los papeles de mi amigo,

ofendieron la casa en que dormía.

Mi mujer centelleaba su desprecio

pero eran órdenes que se cumplían

y en un carro ambulante recorrimos

la noche negra de la tiranía.

No era Perón entonces, era otro,

un nuevo mandamás de la Argentina

y por sus órdenes se abrieron puertas,

cerrojos y cerrojos que se abrían

para tragarme, los patios pasaban,

cuarenta rejas y la enfermería,

pero aún me subieron a una celda,

la más impenetrable y escondida:

solo allí se creyeron protegidos

de los vapores de mi poesía.

Supe a través de aquella noche rota

que a tres mil encerraron ese día:

cárcel, presidio, y aún si fuera poco

naves que por el mar a la deriva

se cargaron con hombres y mujeres,

orgullo de las almas argentinas.

(…)

 

De: La prensa libre, Canción de gesta.

Este poema relata, en su primera parte que aquí reproducimos, el episodio de  la detención de Neruda en la casa del Margarita Aguirre y Rodolfo Araoz, en Buenos Aires.

 

 

 

 

 

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