Por Ernesto González Barnert
Quinto libro del poeta chillanejo Marcelo Velmar (1970), amigo y compañero de oficio mayor desde mis días en Temuco, que sigue sumando juiciosos poemas, breves y punzantes, leyendo en la cornisa del ser y deber ser, exponiendo su consciencia personal como la colectiva del momento al prisma poético, para atisbar el paso del tiempo, el futuro, las heridas propias del sentir en el cuerpo mental y poético suyo, nuestro. Un poemario marcado por la condición del poeta de volar esta temporada con un ala rota, cosa que más que torcer su rumbo le abre a intuiciones e imágenes magistrales sobre los asuntos de Dios o del César, todo esto bajo la claridad poética de estarse forjando el propio destino en cada vuelo, no sin sabiduría o ternura, bajo la caricia áspera del tiempo y de lo que no se olvida —corazones de Hiroshima—… sobre todo en un país que vivió un trance ominoso que nos devolvió a nuestra peor cara ovejuna en el esquilmadero chileno. Sí, este volumen aborda nuestra tristeza, en Fuenteovejuna y lo hace con textos bien pulidos, escritos con dominio y música, que son tan catastro como brújula para el lector sagaz y meláncolico que nos muerde y acaricia como un gato apenas doméstico. Un librito, en definitiva, azul, como la pastilla de matrix, de cara al estado de situación. Un libro, bien hecho, con el que viajamos al pasado, para traer las frescas noticias de hoy, en una sintonía más profunda e imperecedera que lo escrito en papel oficial.
Estado de situación de Marcelo Velmar (Glük Libros, 2021).