Noviembre 21, 2024

Mayo de 1960: El sismo que conmovió a Pablo Neruda y Violeta Parra

 

Por Juan Carlos Velásquez (*)

 

Terremoto del 60 visto y sentido por íconos de la cultura chilena

 

El domingo 22 de mayo de 1960 se produjo uno de los sucesos más relevantes en la historia de Puerto Montt. A las 15.10 horas se desató un violento movimiento sísmico que dejó cientos de víctimas y en ruinas a gran parte de los centros poblados. La violencia del terremoto, que tuvo una duración de 3 minutos, alcanzó 8,9º en la escala de Richter y fue suficiente para echar por tierra todo aquello que no estuviera asentado sobra una sólida base.

La gente desesperada salía a las calles y con horror podía observar el derrumbe de las viviendas y las enormes grietas que se abrían en el suelo. Los que experimentaron aquel trágico momento aseguran que «no es para olvidarlo».

 

Así quedó el puerto de Puerto Montt tras el catastrófico sismo de 1960.

 

Tras el desastre vino la difícil etapa de la reconstrucción y los puertomontinos demostraron una pujanza admirable, haciendo de esta ciudad un ejemplo de progreso que no tiene comparación en el sur de Chile.

Dos grandes de la  cultura chilena vivieron, de alguna manera, dicha   amarga e inolvidable experiencia: uno  desde  el  extranjero,  y otra  in  situ. Pablo  Neruda estaba en Europa y se conmovió al conocer la noticia; mientras  que  la  recordada Violeta Parra se encontraba nada menos que ese fatídico

 

 

Pablo Neruda y Matilde Urrutia en una de sus visitas a Puerto Montt y captados en Angemó, lugar que gustaban disfrutar.

 

 

Pablo Neruda

 A mediados de abril de 1960, Pablo Neruda a bordo del barco “Louis Lumiare”, zarpa desde Valparaíso rumbo a Europa. Recorre Unión Soviética, Polonia, Bulgaria, Rumania, Checoslovaquia y arriba a Francia.

En la capital gala recibe la noticia del terremoto del 22 de mayo de 1960, que ha asolado el sur de Chile.

 

Allí, en el comienzo de la primavera marina,
cuando el ave asustada y hambrienta persigue a la nave
y en la sal apacible del cielo y el agua aparece el aroma
del bosque de Europa, el olor de la menta terrestre,
supimos, amada, que Chile sufría quebrado por un terremoto.

Dios mío, tocó la campana la lengua del antepasado en mi boca,
Otra vez, otra vez el caballo iracundo patea el planeta
Y escoge la patria delgada, la orilla del páramo andino,
La tierra que dio en su angostura la uva celeste y el cobre absoluto,
Otra vez mitra vez la herradura en el rostro
De la pobre familia que nace y padece otra ver espanto y la grieta,
El suelo que aparta los pies y divide en volumen del alma
Hasta hacerla un pañuelo, un puñado de polvo, un gemido.

Por los muros caídos, el llanto en el triste hospital,
por las calles cubiertas de escombros y miedo,
por el ave que vuela sin árbol y el perro que aúlla sin ojos,
patria de agua y de vino, hija y madre de mi alma,
déjame confundirme contigo en el viento y el llanto
y que el mismo iracundo destino aniquile mi cuerpo y mi tierra.

Ay canta guitarra del Sur en la lluvia, en el sol lancinante
que lame los robles quemados pintándoles alas,
ay canta, racimo de selvas, la tierra empapada, los rápidos ríos,
el inabarcable silencio de la primavera mojada,
y que tu canción me devuelva la patria en peligro:
que corran las cuerdas del canto en el viento extranjero
porque mi sangre circula en mi canto si cantas,
si cantas, oh patria terrible, en el centro de los terremotos
porque así necesitas de mí, resurrecta,
porque canta tu boca en mi boca y sólo el amor resucita.

 

(«Terremoto en Chile», La Barcarola)

 

Pablo Neruda solicita  y da noticias. Hay que funda otra vez la patria temblorosa. Pondrá la poesía y la pintura en· pie para la reconstrucción. En carta enviada a Volodia Teitelboim, el 6  de agosto de 1960, escribe: «Se publicará en París un poema  mío en edición de lujo —100 ejemplares— con ilustraciones de Picasso, Dalí, Tamayo, Miró, Matta y Siqueiros. El total recaudado será para los damnificados nuestros y la reconstrucción.

Violeta conversa con Dios

 

En mayo de 1960 la gran folklorista Violeta Parra se en­cuentra en gira por el sur de nuestro país. Descansando en el segundo piso del Hotel Miramar de Puerto Montt, ubicado en el sitio en donde actualmente se levanta la Casa del Arte «Diego Rivera», la sorprende el terremoto.

Inspirada en esta terrible experiencia, compone la canción «Puerto Montt está temblando», en donde narra lo sufrido aquella tarde del domingo 22 de mayo y la inevitable conversación con Dios que le provoca el movimiento telúrico, logrando una vez más en sus versos plasmar su percepción de los acontecimientos y al mismo tiempo reflejar en ellos la fragilidad humana. Graba esta canción para  el  volumen  VIII  del Folklore de Chile, titulado «Toda Violeta Parra».

 

Puerto Mont está temblan­do / con un encono profun­ do / es un acabo de mundo / lo que yo estoy presenciando / a Dios le voy preguntando / con voz que es como un bramido / por qué mandó este castigo / res­ponde con elocuencia / se me acabó la paciencia / y hay que limpiar este trigo.

Del centro salté a la puerta / con gran espanto en el alma / rogando por una calma / pero el temblor va en aumenta. Todo a mis ojos revienta / se me nubla la cabeza / del ver brincar en la pieza / la estampa de San Antonio / diciendo: muera el demonio / que se anda haciendo el que reza.

La mar está enfurecida  / la tierra está temblorosa  / qué vida tan rencorosa / lo trajo la atardecida / con una angustia crecida / le estoy pidiendo al señor / que detenga su rencor /  tan sólo por un minuto /es un peligro este luto / pal  alma y el corazón.

Así fue señores míos / la triste conversación / que en me­ dio de aquel temblor / sostuve con el divino / cuando pasó el torbellino / de la advertencia final / bajito empezó a llorar mi cuerpo resucitado / diciendo Dios’tá indignado/ con la culpa terrenal.

 

 

  (*) Juan Carlos Velásquez, Profesor de Historia. Texto publicado en Diario El Llanquihue el  domingo 23 de mayo de 2004.

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