Noviembre 24, 2024

Exclusivo: poemas del último poeta laureado con el Premio Pulitzer 2023.

 

A propósito de la traducción Yo solía decir tu nombre de Carl Phillips realizada por Cristián Gómez

 

Presentamos 4 poemas del destacado poeta norteamericano Carl Phillips, traducidos por el poeta, traductor y académico, Cristián Gómez, residente en EEUU. Los textos aquí presentados son parte del libro “Yo solía decir tu nombre” publicado este 2023 por la Editorial Aparte de Chile.  Carl Phillips (Washington-EE. UU., 1959), acaba de ganar el premio Pulitzer por “Then the war”, publicado el 2022. Es licenciado por Harvard (EE. UU.), MAT de la Universidad de Massachusetts (EE. UU.) y magíster en escritura creativa por la Universidad de Boston (EE. UU.). Fue profesor de inglés en la Universidad de Washington, donde también enseña escritura creativa. Fue elegido canciller de la Academia de Poetas Americanos (2006) y, desde 2011, se desempeña como juez de la serie de poetas más jóvenes de Yale. Ha publicado en poesía In the blood (1992), From the Devotions (1998),  Rock Harbor (2002), The Rest of Love (2004), Riding Westward (2006), Silverchest (2013), Reconnaissance (2015), Double Shadow (2011), Wild is the Wind (2018), entre otros. Y Cristián Gómez O. (Santiago de Chile, 1971). Ha publicado, entre otros títulos, Alfabeto para nadie (Ediciones Fuga, Santiago, 2008), La casa de Trotsky (La isla de Siltolá ediciones, Sevilla, 2011), La nieve es nuestra (Ediciones Liliputienses, Cáceres, 2012, Ediciones Luces de Gálibo, Málaga, 2015), El libro rojo (Edixiones Mantra, D.F., 2019) y El hombre de acero (Ediciones Liliputienses, Cáceres, 2022). Tradujo los libros Cosmopolita (Ediciones Liliputienses, Cáceres, 2014) y Ciudad modelo (Ediciones Liliputienses, Cáceres, 2018), de Donna Stonecipher, la antología Yo solía decir su nombre, de Carl Phillips (Editorial Aparte, Arica, 2022) y de Mónica de La Torre compiló y tradujo Feliz año nuevo (Ediciones Luces de Gálibo, Málaga, 2017). Junto a esta última, publicó la antología Malditos latinos, malditos sudacas. Poesía hispanoamericana made in USA (Ediciones El Billar de Lucrecia, D.F., 2009). Fue miembro del International Writing Program, de la Universidad de Iowa, y Writer in Residence en el Banff Center for the Arts, en Alberta, Canada. Es profesor de literatura latinoamericana en Case Western Reserve University, en Cleveland, EE.UU., donde también reside. Co-dirige, junto a Edgardo Mantra, la editorial de poesía en traducción 51GLO V51NT1Dó5, de México. Es Associate Editor de Cardboard House Press. En el texto de contratapa, Gómez, señala: “La poesía de Carl, intenta resolver la tensión entre complejidad y claridad, entre las dificultades de la relación erótica y las epifanías que de ella pueden surgir. Resultado de una sintaxis que hace manifiesta la importancia de un ritmo que es único al poema, Yo solía decir su nombre es una muestra de todos los temas que recorren la obra de este autor. La identidad racial y sexual no son el centro de estos textos, pero distan de ser ajenas a ellos. Por el contrario: Phillips se ha hecho un lugar indiscutible en la poesía norteamericana precisamente por esa forma tan suya de asumirlas. La naturaleza no es el telón de fondo de los conflictos y los encuentros que se desarrollan en estas páginas. Tampoco es su protagonista, sino que recibe y acoge, pero también rechaza, a los que se enfrentan a la intemperie como una metáfora de su propio estado. Hay casas, jardines, animales, un mundo entero donde las tensiones a las que se ven enfrentados los que transitan por estos poemas, se despliegan en toda su miseria y esplendor.”

 

WHAT I SEE IS THE LIGHT FALLING ALL AROUND US

 

To have understood some small piece of the world
more deeply doesn’t have to mean we’re not as lost
as before, or so it seems this morning, random bees
stirring among the dogwood blossoms, a few here
and there stirring differently, somehow, more like
resisting stillness. . . Should it come to winnowing
my addictions, I’d hold on hardest, I’m pretty sure,
to mystery, though just yesterday, a perfect stranger
was so insistent that I looked familiar, it seemed
easier in the end to agree we must know each other.
To his body, a muscularity both at odds and at one
with how fragile everything else about him, I thought,
would be, if I could see inside. What’s the word
for the kind of loneliness that can feel like swimming
unassisted in a foreign language, for the very first time?

 

De Wild is the Wind (2018)

 

LO QUE VEO ES LA LUZ CAYÉNDONOS ALREDEDOR

 

Haber entendido una pequeña parte del mundo
con mayor profundidad no significa necesariamente
que no estemos tan perdidos como antes, o eso parece
esta mañana, ciertas abejas alborotando entre las flores
de los cerezos, algunas aquí y allá con un alboroto diferente,
resistiendo, más que nada, la quietud. . . Si tuviera
que separar el grano de la paja de mis adicciones,
me quedaría, estoy seguro, con la más dura, el misterio,

aunque, justo ayer, un perfecto extraño

insistió tanto en que me encontraba familiar, que al final
decidí llevarle el amén y decir que nos conocíamos.
Respecto a su cuerpo, una musculatura al mismo tiempo extraña
y familiar con lo frágil que todo lo demás acerca de él, pensé,
sería, si yo pudiera mirar en su interior. ¿Cuál es la palabra
para ese tipo de soledad que se parece a nadar sin ayuda
por primera vez en una lengua extranjera?

 

 

White Dog

First snow-I release her into it-
I know, released, she won’t come back.
This is different from letting what,

already, we count as lost go. It is nothing
like that. Also, it is not like wanting to learn what
losing a thing we love feels like. Oh yes:

I love her.
Released, she seems for a moment as if
some part of me that, almost,

I wouldn’t mind
understanding better, is that
not love? She seems a part of me,

and then she seems entirely like what she is:
a white dog,
less white suddenly, against the snow,

who won’t come back. I know that; and, knowing it,
I release her. It’s as if I release her
because I know.

 

Perra blanca

Primera nieve-la dejo ir hacia ella-
Sé, al dejarla, que no volverá.
esto es diferente a dejar partir aquello

que damos, desde ya, por ido. No tiene nada
que ver con eso. Tampoco es como querer saber qué
es, al perder algo que amamos, lo que se siente. Oh sí:

yo la amo.
Al dejarla, ella parece por un momento como si
una parte de mí que, casi,

no me importaría
comprender mejor, ¿no es eso,
acaso, el amor? Ella parece una parte de mí,

y luego ella parece completamente como lo que es:
una perra blanca,
contra la nieve, repentinamente, menos blanca,

alguien que no volverá. Eso lo sé; y, sabiéndolo,
la dejo ir. Es como si la dejara ir
debido a que lo sé.

 

ALL THE LOVE YOU’VE GOT

 

And now, having dismissed everyone as he
wishes he could dismiss his own dreams that make each
night restless—that same unswayable knowledge, and
the belief in it, that he is
king here, which means
being a stranger, at least outwardly, to even the least
trace of doubt—after all of this, the king has stepped
from the royal tent, is walking toward the sound
of water, where the river must be. There’s the river,
rivering south,
as rivers tend to. Beside the river,
two men are fucking. Young men. Almost too young
to even know about fucking, thinks the king, who can’t
help noticing how the men bring a somehow grace
to the business between them—a grace that some might
confuse with love. But the king
rarely makes mistakes,
which is to say, he knows mercy when he sees it. What
does mercy have to do with fucking? What does love
have to do with grace? What are dreams but the only
rivers memory knows how to make? There’s a kind of
music
to how the men routinely but unpredictably trade
places entering and withdrawing from each other. It’s as if
they’re singing a song that might go “I’m the king, no you’re
the king and I’m the river, no you’re the river.” On and on,
like that. Leave them; they do
no harm. The king making
his slow, insomnia-ed way back. The night dark but not dark
entirely: moonless, yes, but through the pines enough stars
still visible. Whoever goes there,
let me pass. Beneath
the brocaded cloak, each bead stitched to it by hand,
beneath the cloak of some more breathable, lighter fabric
beneath that, the king’s cock rests like tenderness itself
against the king’s left thigh. How soft the stars look.

De Star Map with Action Figures.

 

TODO EL AMOR QUE HAS TENIDO

Y ahora, habiéndolos despachado a todos tal
como él quería, podría despachar sus propios sueños que le
impiden descansar de noche—ese mismo e inmutable conocimiento, y
la creencia de que él es, aquí,
el rey, lo que significa
ser un extraño, al menos hacia afuera, sin el más mínimo
asomo de duda—en definitiva, el rey se aleja
de la carpa real, camina hacia el sonido
del agua, donde debe estar el río. Ahí está el río,
corriendo hacia el sur,
como tienden a hacer los ríos. A su orilla,
dos hombres echando un polvo. Jóvenes. Tal vez demasiado
para saber acerca de un polvo, piensa el rey, que no puede
dejar de notar cómo ellos le otorgan cierta gracia
al negocio que tienen entre ellos—gracia que algunos
podrían confundir con el amor. Pero el rey
casi nunca se equivoca,
lo cual quiere decir que él sabe reconocer la misericordia

cuando la tiene enfrente de él. ¿Qué tiene que ver

la misericordia con echarse un polvo? ¿Qué tienen que ver
el amor con la gracia? ¿Qué son los sueños sino el único
río que la memoria sabe construir? Hay un cierto tipo
de música
en la manera rutinaria pero impredecible en que
los hombres cambian de lugar entrando y saliendo el uno

del otro. Es como si estuvieran cantando una canción cuyo

estribillo dice “Yo soy el rey, no tú eres el rey y yo soy el río,

no tú eres el río”. Y así. Déjenlos ; no le hacen
daño a nadie. El rey vuelve
despacio, insomniado. La noche oscura pero no completamente
oscura: sí, no hay luna, pero entremedio de los pinos todavía se
pueden ver suficientes estrella. Quienquiera que esté allí,
déjeme pasar. Debajo
de ese manto de brocado, cada cuenta cosida a mano,
debajo del manto de una tela más delgada y que deja respirar
debajo de eso, la verga del rey descansa como si encarnara la ternura

encima de su muslo izquierdo. Suaves lucen las estrellas.

AND IF I FALL

There’s this cathedral in my head I keep
making from cricket song and
dying but rogue-in-spirit, still,
bamboo. Not making. I keep
imagining it, as if that were the same
thing as making, and as if making might
bring it back, somehow, the real
cathedral. In anger, as in desire, it was
everything, that cathedral. As if my body
itself cathedral. I conduct my body
with a cathedral’s steadiness, I
try to. I cathedral. In desire. In anger.
Light enters a cathedral the way persuasion fills a body.
Light enters a cathedral, the way persuasion fills a body.

Y SI YO CAIGO

Hay una catedral en mi cabeza que sigo
haciendo a partir de una canción pegadiza
y un bambú cuyo espíritu sigue firme, enhiesto,
pero muriéndose. No haciendo. Sigo
imaginándola, como si eso fuera lo mismo
que hacer, y al hacerla pudiera
de algún modo, traer de vuelta la catedral
verdadera. Tanto en la rabia como en el deseo, lo era
todo esa catedral. Como si mi propio
cuerpo catedral. Conduzco mi cuerpo
con el aplomo de una catedral, trato
de. Yo catedral. Como en el deseo. Como en la rabia.
La luz entra a una catedral como la persuasión llena un cuerpo.
La luz entra a una catedral, como la persuasión llena un cuerpo.

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