Septiembre 20, 2024

«Rosados cuerpos de pinos» de Carina Sedevich

 

Por Ernesto González Barnert

 

Carina Sedevich (Santa Fe de la Vera Cruz, 1972) y su antología Rosados cuerpos de pinos,  me recuerdan que en algún punto no menor, que la poesía, ya sea con mayúsculas, con minúsculas, es una manera de educarnos y sanar, de trabajar nuestra consciencia, nuestro tercer ojo, una forma maravillosa de jugar a deconstruir la realidad o re imaginarla. Una manera de trabajar en la ilusión que envuelve nuestra percepción más íntima y abrigar y entrenar el sentir y el carácter, que como diría, Aldous Huxley: «es una voluntad fuerte dirigida por una consciencia tierna», sobre las cosas de este mundo, entre las interacciones humanas, entre nuestra consciencia y nuestro subconsciente, deber y sueños, hacia el dominio del silencio y el no deseo. Poemas como «Para el día del Padre te regalamos una Petaca», «Escribir es mi única osadía», «Paso la vida sentada en la mesa», «Antonia era mi abuela», «Mi vecina ha lavado ropa oscura», «Aprendí de mi madre la palabra invisible», «Amanecí como una vaca», «Ah, los pocos grillos del feliz febrero», «Un niño de tres años», «Atrás quedó nuestro tiempo», «Bajo la luna pintan la calesita», «Vidrios rotos sobre el muro de Montale», son inmensos poemas, entre otros que no se quedan atrás, y que simplemente nos ofrecen volver a la vida y su misteriosa epifanía en su cuerda más cercana y cotidiana con una belleza que habla con autoridad. Una poesía que sabe seguir lo mismo que buscaron los maestros orientales, occidentales, en un lenguaje deslavado y directo, acorde a los tiempos, empático, pero sin descuidar los benditos detalles, donde ocurre casi siempre el milagro de conexión entre su lectura y la nuestra, la fotografía corrida pero perfecta de sus días y los nuestros. Así desde esa impronta, temple de mujer y las máscaras de sí misma: hija, hermana, madre, esposa, poeta…etc. Va exteriorizando una cátedra poética a la altura de sus hombros, personal, avivada por el influjo intelectual de sus lecturas. Carina es una poeta que nos lega, en definitiva, el mantra, de aceptar de manera concisa que el viento haga lo que le plazca mientras nunca dejamos de vibrar intensamente, hasta morir, como una cigarra.

 

Rosados cuerpos de pinos de Carina Sedevich (Editorial Aparte, Colección Silabario Hispanoamericano, 2022)

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