Noviembre 21, 2024

Las renegadas: Antología – Gabriela Mistral

País que no es mi país

Las renegadas: Antología
Gabriela Mistral
ed. Lina Meruane
Lumen, 2018

Por Jessica Sequeira

 

La palabra “renegada” tiene múltiples significados: alguien que abandona la religión, alguien que traiciona a un país, alguien que se rebela. En español, la forma femenina de la palabra también tiene el peso de “negada”, la escritora que durante demasiado tiempo ha sido ignorada o, como en el caso de Mistral, leída de formas menos interesantes de lo que podría ser. Mistral fue una renegada en todos los sentidos, y esta antología de la obra de Mistral de Lina Meruane, la selección personal de una escritora por otra, nos invita a leerla como una “renegada” en esta forma plural, reconociendo el género pero ofreciéndonos un nuevo ángulo sobre Mistral más allá de las conclusiones a menudo reificadas de la sociología académica.

Hay algo salvaje e indomable en el trabajo de Mistral que resiste categorías tan fáciles; con una palabra, “renegada”, Meruane ofrece al lector un nuevo montacargas intelectual para considerar las ideas de Mistral en todo su peso. En el fondo, la poesía de Mistral ofrece una imagen radical del ser humano como un renegado de las formas de pensamiento nacionalista e incluso humanista, mucho menos interesado en el “territorio” que en la cercanía a la sabiduría antigua y la “tierra”. “Ardió en mi cuerpo de aspirante a poeta el rigor de su palabra arcaica y andariega, castellana y árida, indígena, absoluta, infinita”, escribe Meruane. Con su división del libro en dos secciones, “Extravíos íntimos” y “Errancias terrenales”, con más subdivisiones temáticas, presenta a Mistral sobre la base de conceptos más que de identidad, un movimiento fiel al espíritu de la poeta del Valle de Elqui.

 

Después de todo, como Mistral escribió en la línea que Meruane elige como título para su prólogo, “Una en mí maté”. Mistral pensaba que las identidades se pueden deshacer o recuperar, y que la personalidad es fluida y cambiante. Ella también creía algo similar sobre el tiempo y el lenguaje: las palabras y estilos arcaicos de ayer pueden habitar los poemas de hoy. El lenguaje puede ser cosechado de los semilleros, exprimido de los lagares, sonsacado de los ritmos de las canciones infantiles y retorcido nuevamente de los estilos formales de antes. Para Mistral, el estilo podría visitar el presente como parte de la rueda del tiempo cíclico; encontraba algunas de estas inclinaciones capturadas en la filosofía oriental. Sus grandes temas, la relación entre la materia y el espíritu y la comunicación entre la vida y la muerte, llevaron esta renegada a cuestionar casi todas las formas de “fijación”, cada convicción, para en cambio deambular con la mente y el cuerpo. Ella aspiraba a volverse clara como el agua, espartana como un cardo.

A menudo era una contradicción, como la árida plenitud de su amado desierto. Se identificaba con el extranjero, el niño, el nómada y el fantasma, habitando paisajes en lugar de países, y prefería no poseer una memoria humana, sino ser como los árboles, las piedras, el viento, en la atemporalidad de lo eterno: un tiempo fuera del tiempo humano. Sin embargo, se quejaba de las personas que la rodeaban y de su amnesia. Ella atesoraba el presente, pero no podía soportara aquellos que no apreciaban el pasado y no entendían que con el tiempo todas las cosas, sufrimiento y alegría, dolor y placer, residen en el potencial y pueden regresar.

Mistral fue referida como pagana por sus contemporáneos por su creencias judeocristianas fuertemente influenciado por budismo, hinduismo, teosofía y astrología. La palabra “renegada” se puede encontrar escondida en su poema “Montañas mías”. En estas líneas, ella habla de las montañas de su amado norte de Chile, y dice que a pesar de ser llamada “renegada”, estas siempre le quedarán a ella. Más que con cualquier país y quizás incluso cualquier persona, en última instancia, es su relación con estas montañas y esta tierra, tanto infancia y memoria como paisaje físico, lo que más la obsesiona: “Y aunque me digan el mote / de ausente y de renegada, / me las tuve y me las tengo / todavía, todavía, / y me sigue su mirada / y ellas como que me guardaron / y como que me guardaban ”

Tengo que admitir que nunca me han gustado mucho las colecciones que reúnen elementos diversos de los libros individuales de un autor, pero en este caso el concepto es lo suficientemente intrigante como para que funcione. Como parte de una reinvención más grande y prolongada de Gabriela Mistral, que la considera una intelectual que nos da otros conceptos y otro estilo—como Helena Blavatsky, como Simone Weil—este acto de descontextualización nos devuelve la dureza y extrañeza más allá de la proliferación del discurso alrededor de su figura, a veces aburrido, a veces interesante, pero a menudo usándola como una excusa para promover una agenda basada en la biografía.

 

Las renegadas nos lleva de regreso a tierra yerma. Como las piedras del desierto, Mistral permanece. Era y será.

 

 

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Jessica Sequeira ha traducido más de quince libros de autores latinoamericanos. Su versión de El país del humo, de Sara Gallardo, ganó el Premio Valle Inclán por la traducción del español y fue incluida en la lista del Premio Warwick para Mujeres en Traducción. Ha publicado la novela Una ostra furiosa, la colección de historias Rombo y óvalo, la selección de ensayos Otros paraísos: Acercamientos poéticos al pensar en una edad tecnológica y la obra híbrida Una luminosa historia de la palmera. Actualmente vive entre Santiago (Chile) y Cambridge (Reino Unido).

 

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