Por Sergio Muñoz
El 12 de julio de 1953, Neruda cumplía 49 años. Violeta Parra tenía 35. Ese día se conocieron. El hecho ocurrió en Michoacán de los Guindos, la casa que compartía Neruda con Delia del Carril, su esposa, en la Avda. Lynch Norte, en La Reina.
De ese encuentro, dice el escritor José Miguel Varas: «Al pie de uno de los altos castaños estaba sentada una mujer de pelo oscuro, de rostro popular, sin maquillaje, ‘vestida de pobre’. Aquella mujer se puso a rasguear la guitarra sin ceremonia ni aviso previo y rompió a cantar. No miraba a los oyentes, que pronto formaron un círculo en torno a ella. Tocó un vals campesino que producía tal fascinación y tan sobrecogedora tristeza que todos quedaron como en suspenso. Aquella voz cruda y tan campestre, desabrida y muy musical al mismo tiempo, no parecía una interpretación, sino la cosa misma».
Neruda escribirá luego su «Elegía para cantar», donde la homenajea:
¡Ay qué manera de caer hacia arriba!
Y de ser sempiterna, esta mujer!
De cielo en cielo en cielo corre o nada o canta,
la Violeta terrestre:
la que fue sigue, sigue siendo,
pero ésta mujer sola
en su ascensión no sube solitaria:
la acompaña la luz del toronjil,
del oro ensortijado de la cebolla frita,
la acompañan los pájaros mejores,
la acompaña Chillán en movimiento.
¡Santa de greda pura!
Te alabo, amiga mía, compañera:
de cuerda en cuerda llegas
al firme firmamento,
y, nocturna, en el cielo, tu fulgor
es la constelación de una guitarra.
Desde aquel día, la relación entre ambos irá en ascenso. En 1966, Violeta grabará para RCA-Víctor su último disco: «Las últimas composiciones de Violeta Parra», junto a sus hijos, Isabel y Ángel, y al músico uruguayo Alberto Zapicán. Allí se incluye «La cueca de los poetas», con texto de Nicanor Parra y musicalización de Violeta:
La vida, qué lindos son los faisanes
la vida, qué lindo es el pavo real
huifa, ay, ay, ay.
La vida, más lindos son los poemas
la vida, de la Gabriela Mistral
huifa, ay, ay, ay.
Pablo de Rokha es bueno
pero Vicente
vale el doble y el triple
dice la gente
huifa, ay, ay, ay.
Dice la gente, sí
no cabe duda
que el más gallo se llama
Pablo Neruda
huifa, ay, ay, ay.
Corre que ya te agarra
Nicanor Parra.