Noviembre 24, 2024

A pesar de este fin de mundo / sobrevive el hombre infinito

 

Por Darío Oses

 

La Tierra ha experimentado cinco extinciones masivas antes de la que podría estar empezando ahora mismo. Estas catástrofes se han atribuido al choque de asteroides con nuestro planeta. Sin embargo, como lo aclara Wallace – Wells, en todas estas extinciones, con la sola excepción de la que exterminó a los dinosaurios, ha intervenido el cambio climático generado por gases que inciden en el llamado efecto invernadero.

Así por ejemplo, hace 250 millones de años  el aumento del CO2 en la atmósfera, produjo un aumento de cinco grados centígrados en la temperatura de la Tierra. Este calentamiento desató emisiones de metano, un gas que también es de efecto invernadero. El resultado fue la extinción de casi toda forma de vida en el planeta.

Wallace- Wells afirma que actualmente estamos emitiendo CO2 a una velocidad diez veces mayor  que la de en esos lejanos tiempos, y agrega: «… en la atmósfera ya hay un tercio más de CO2 que en cualquier otro instante de los últimos 800.000 años, quizás incluso de los últimos 15 millones de años». El autor nos recuerda que en ese tiempo no existía la humanidad y el nivel del mar era más de treinta metros más alto que el actual. Habla de «la misión suicida del mundo industrializado» que se ha desarrollado en el breve plazo de lo que dura una vida humana: «el planeta pasó de una aparente estabilidad a estar al filo de la catástrofe en los años que separan un bautizo o un bar mitzvá de un funeral».

El libro expone la cantidad de catástrofes que ya han ocurrido en el mundo como consecuencia del cambio climático y llega a conclusiones lapidarias. Compara  al sistema climático que nos crió y en el que germinaron también las culturas y civilizaciones humanas, con un progenitor que ha muerto. Por lo tanto se terminó para siempre eso que conocíamos como «la normalidad».

Entre muchos otros temas, el autor se refiere a los efectos cascada, es decir de cómo diversos fenómenos desatados por la crisis climática, se potencian unos con otros. Estaríamos entonces frente a:

…una violencia en cascada de nuevo cuño: cataratas y avalanchas de devastación, el planeta vapuleado una y otra vez, con intensidad creciente y de maneras que se refuerzan entre sí, reducen nuestra capacidad de respuesta y ponen patas arriba buena parte del entorno que hemos dado por supuesto durante siglos como los cimientos estables sobre los que caminamos, construimos hogares y autopistas, y acompañamos a nuestros hijos mientras se forman para llegar a ser adultos, bajo una promesa de seguridad; y subvirtiendo la promesa de que el mundo que hemos ideado para nosotros, a partir de la naturaleza, también nos protegería de ella, en lugar de conspirar con el desastre contra sus creadores.

Entretanto las emisiones de carbono siguen aumentando, por lo que las posibilidades de frenar el cambio climático se alejan.

El libro despliega la gama de lo que llama «los elementos del caos», es decir el inventario de los efectos catastróficos del cambio climático, desde la hambruna hasta el colapso.

Lo peor de esta obra es que no tiene nada de especulación alarmista ni de profecía inspirada por potestades celestes, todo lo que afirma está respaldado por 75 páginas de notas, lo que le da a la obra la solidez que  ya quisiera el planeta.

De alguna manera el libro examina también la fisonomía del Antropoceno, es decir de la era en que vivimos y que está en buena medida determinada por los efectos de la intervención humana.

Ahora, más allá de este libro, habría que buscar  los orígenes míticos del Antropoceno, que están en la expulsión del Paraíso y en la rebelión del titán Prometeo, que roba el fuego —símbolo de la civilización— de los dioses para entregarlo al hombre. Esto podría indicar que desde su origen, la especie humana estuvo marcada por ciertos arquetipos que la llevarían a un camino sin salida. O tal vez fue el carácter fáustico de la civilización occidental el que determinó lo que podría ser el destino final del hombre. Se habla también de los excesos de la civilización que podrían ser consecuencia de un sello tanático inevitable, impreso en esta.

¿Y qué dice la poesía?

Los críticos de Neruda hablan del modo apocalíptico de su obra, modo al que pertenecen tres de sus libros: La espada encendida, 2000, y  Fin de mundo. Este último libro, el poeta termina diciendo:

Uno más entre los mortales / profetizo sin vacilar / que a pesar de este fin de mundo / sobrevive el hombre infinito.

Rompiendo los astros recientes, / golpeando metales furiosos / entre las estrellas futuras, endurecidos de sufrir, / cansados de ir y de volver, / encontraremos la alegría / en el planeta más amargo.

Tierra, de beso y me despido.

 

 

El planeta inhóspito. La vida después del calentamiento. David Wallace – Wells. Barcelona. Editorial Debate, 2019.

 

 

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