Noviembre 21, 2024

“Trato de no usar la poesía para pontificar” Entrevista a Nicolás Salerno Fernández

 

 

Por Ernesto González Barnert

 

 

Nicolás Salerno Fernández (1980, Chile) es poeta y Doctor en Literatura, Pontifica Universidad Católica de Chile. Diplomado en Estudios Culturales en América Latina, Facultad de Filosofía y Humanidades. Y Licenciado en Lengua y Literatura Hispánica, Mención Literatura, Universidad de Chile. Su primer libro de poesía “Sarraceno” fue publicado por Buenos Aires Poetry en el 2019 –prestigioso sello trasandino que con motivo de la pandemia ha puesto a disposición del público descargable muchas joyas de su catálogo–. Bien, como decía, Sarraceno no es propiamente un primer libro como el resumen de una vida y poética en dominio de su arte por parte de Nicolás. Un trabajo literario donde la concisión clásica, la claridad conceptual, la crítica al status quo y la profundidad y dialogo mayor de carácter religioso, aliñado con cierta acidez educacional y política se dan cita para armar un corpus breve e intenso de búsqueda mayor, sin perder este mundo de vista. Y constituye el punto donde apoya su cruz o cayado. Leemos en uno de esos poemas que se arrancan de madre, esta maravilla que resume mejor el espíritu de lo que quiero decirles cuando les aconsejo lean este libro y estén atentos al autor:

 

 

LÍBRAME DE LA EDUCACIÓN

Líbrame de toda superchería

de toda tabla periódica,

quítame la libertad de tomar una decisión

hazme idiota como un cajero de banco

o una auxiliar de vuelo

llévame hasta el abismo insondable de la estupidez:

enséñame las sílabas y a jugar al fútbol

dime que debo entrar a la universidad

dime que debo labrarme un futuro

y que en él hay algo que me espera

que soy único e irrepetible

sino correré a matarme

dame reglas para seguir

algo a que temer

alguien a quien culpar

que estoy solo, ya lo sabes

y el profesor por lo menos

tuvo la deferencia de levantarme la voz.

Hazme inmensamente rico y poderoso.

 

 

 

¿Qué significa para ti el libro “Sarraceno”, publicado en Argentina, por Buenos Aires Poetry, este 2019?

 

 

En primer lugar agradezco enormemente el hecho de que me consideres un poeta, palabra que para mí, es muy grande y que siento no merecer: creo que escribo poesía, los años diran si logré o no ser poeta. Enseñar poesía y escribirla tiene aspectos positivos: al sentir una enorme admiración y, porque no decirlo, amor por la poesía, eres capaz de transmitir con entusiasmo el valor de esta y eso es un plus para que tus alumnos alcancen a apreciarla, logro máximo al que puede aspirar un académico en tiempos como los nuestros. Tiene aspectos complejos, y porque no decirlo, abiertamente, negativos: al estudiar en profundidad los autores que enseñas, que son, generalmente los que más admiras, espejos en los cuales inevitablemente te miras, y al enseñarlos cada año e ir descubriendo cada año que Pessoa, Neruda, Kavafis, Quevedo, Dylan Thomas, solo por nombrar algunos, pueden ser leídos y comprendidos de tantas formas, te “acojonas” más…piensas, ¿qué puedo aportar yo que sea digno de ser llamado poesía? , eso te genera una angustia enorme, similar a la que describe Bloom, pero en mi caso meramente negativa: no siento deseos de escribir para intentar “superarlos”, simplemente no siento deseos de escribir.

 

¿Cómo ha sido equilibrar las aguas entre el poeta y el profesor de literatura estos años?

 

Bueno, en términos prácticos, en medio de la lógica economicista y exitista de la sociedad chilena, para nada. Por eso es tan difícil enseñarla, porque responderle a un alumno esa pregunta en la frecuencia en la que él se encuentra es imposible. Sin embargo y aunque el alumno no lo sepa, la poesía se inmiscuye y trata de representar la dimensión del ser humano que es la más relevante en todo sentido: político, social e incluso económico: la emocional. Nos guiamos por nuestras emociones más que por razones – lo cual no es necesariamente bueno ni malo, es – y la poesía intenta nombrar ese universo, a través de un código que, generalmente, se queda corto, no alcanza…de ahí nace la búsqueda de todo poeta por, trabajando con la lengua heredada, a partir de ella, elaborar su propio código, para, representar ese enorme enigma que es la dimensión emocional de sí mismo y de los otro; el ser humano lidia a diario con el amor, el desamor, la muerte, la rabia, la impotencia, el dolor, la alegría, etc. Tan cotidianamente que no se sienta a reflexionar sobre lo que estas emociones son e implican: no solo no se reflexiona entorno a ellas, muchas veces los medios de comunicación y las redes sociales las banalizan. La poesía las vuelve a presentar al lector, las intenta describir, en un esfuerzo fallido por entender, pero no por ello inútil, de ahí que si no hacemos el esfuerzo por enseñar poesía, condenamos a toda una sociedad a no sentarse a reflexionar en aquello que la mueve a actuar de una forma u otra, y por ende, a seguir dándose de cabezazos continuamente. Esto, creo, se aplica a las artes en general.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Cómo es tu proceso creativo para desarrollar un poemario?

 

Mi proceso creativo podría sintetizarse de la siguiente manera: primero, tengo que pensar y convencerme de que tengo algo que decir. Lo que no me resulta nada de fácil pues, generalmente, trato de no usar la poesía para pontificar; pues eso significaría pretender que tengo el derecho de traspasarle mis certezas a los lectores, como no tengo muchas, salvo que estoy vivo y algún día dejaré de estarlo, eso no representa un problema. Luego busco un concepto que exprese/ sintetice lo que quiero decir, que nace generalmente de un sentimiento “negativo” (pena, asco, desamor, impotencia) que he observado, o de patrones de esta negatividad, para luego dividirlo en las partes del poemario. Los poemas a su vez, son partes de estas partes: voces fingidas de personajes que aquello que trato de mostrar, intentos de diálogos ficticios, o fallidos. Luego escribo a mano dos o tres borradores, para pasarlos al computador e imprimirlos, para revisar aspectos rítmicos, métricos, evitar cacofonías, etc, y cortar, podar todo lo posible, cosa que en el poema no quede más que lo necesario. Detesto la poesía donde todo sobra, en este país hay toda una escuela al respecto: no me siento cercano a esa exuberancia verborreica y/o retórica: prefiero leer, y disfruto más con Jorge Manrique que con Enrique Lihn y Pablo de Rokha.

 

¿Cuáles son los libros y músicas que te marcan como escritor?

 

 

Podría hablar principalmente de libros que me han marcado, mi relación con el Cine y la música son a “nivel usuario”, debe haber algo en lo que escribo relacionado con las películas que veo y la música que escucho, pero muy inconscientemente filtrado. Libros y autores que me han marcado, muchísimos. Debería partir con algunos textos del canon bíblico: Génesis, Isaías, Eclesiastés, los salmos y el Evangelio de San Juan. Más que la literatura griega, la cual se me hace un tanto rimbombante y falsa, las obras de los presocráticos Parménides y Heráclito y de Platón me han calado muy hondo, así como las Meditaciones de Marco Aurelio. La poesía Castellana, desde Manrique, pasando por Garcilaso, Calderón, Quevedo, Lope y el Conde de Villamediana, han sido lecturas imprescindibles, tanto como Cervantes, para mí son los inventores de la lengua, y autores que leo y re leo constantemente. De la poesía decimonónica, Baudelaire y Novalis son dos monstruos, al igual que Whitman y Emily Dickinson, sobre todo esta última a quien he leído y traducido desde que tengo 20 años. De principios del siglo XX me parecen imprescindibles más que autores, obras: es lo que se conoce como la vanguardia periférica: “Residencia en la Tierra” de Neruda, “Poeta en Nueva York”, de Lorca, Kavafis, T.S. Eliot, Vallejo y algunos de los autores del siglo de plata ruso, principalmente Ajmatova. Ya de la poesía más reciente, mis autores predilectos son Cisneros, Auden, Dylan Thomas, Brecht, Beckett, Cioran, un poeta de los aforismos, Adonis, Seferis, Cardenal, Gelman, sobretodo Gelman, y de los chilenos, aparte de Mistral y Neruda, dos poetas ineludibles de la lengua, Gonzalo Rojas Y Jorge Teillier.

 

 

 

¿Cómo es tu relación escritural con la obra de Pablo Neruda?

 

Neruda fue el primer poeta que me gustó, desde muy niño: creo que pocos poetas chilenos no sienten su influencia, la cual se canaliza de diversas formas. Parra por oposición, Gonzalo Rojas parte, y se da vueltas magníficamente en las Residencias, Teillier tematiza obsesivamente el sur que inventa Neruda, Barquero toma el lirismo desgarrado de la mejor poesía social de Neruda: la de Canto General…en fin, aunque los poetas más jóvenes me crucifiquen, en su idolatría hacia Parra, Lihn y Zurita, Neruda le da el tono, junto con Mistral a la poesía chilena, y en ese sentido, aunque suene paradójico, con todo lo que admiro a Neruda, a mí la nota inicial me la da la Mistral, más allá de que Residencia en la Tierra y Canto General son dos de mis libros favoritos su voz es demasiado grande, abarcadora…tomo de él – trato la manera maravillosa en que maneja la métrica, y su lectura del siglo de oro (aspecto que está presente de manera más evidente en la Mistral), como ejemplo de ello tomo los Tres Cantos Materiales y su magnífica conferencia: “viaje al corazón de Quevedo”.

 

 

¿Cuál es el principal error de los poetas que empiezan?

 

 

 

No sé, no tengo idea, no sé si se pueden cometer errores en poesía, eso implicaría partir creyendo que hay una determinada manera en que se debe escribir poesía. Creo que un error de los poetas en Chile, sobretodo de mi generación es leer poca poesía: ver mucho cine, escuchar mucha música, y leer poco. Hay demasiado poeta joven, y esto es nada más que un juicio, inventando el paraguas.

 

 

¿Qué poema tuyo leerías en una sala de clases?

 

Obviamente “Líbranos de toda educación”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿A tu juicio que medida concreta crees ayudaría al país a salir del estallido social que vive?

 

Creo que sacar a las Fuerzas Armadas y de Orden a la calle y decretar estado de excepción indefinido…jajaajja, eso diría un gran poeta: Bruno Vidal. Soy medio argentino medio chileno, como argentino te digo que hay que dejar que las cosas decanten y caigan por su propio peso…eso puede ocurrir con un gobierno de ineptos que no tienen noción alguna de la realidad social del país, es decir, un gobierno de derecha, y sabes, creo que es bueno que la población se de cuenta de quienes actúan y han actuado históricamente en contra suya. Como chileno te digo que lo que necesita hacer el presidente es leer los ensayos de Montaigne, el primero, que habla sobre que hacer cuando estás completamente derrotado: acceder a lo que te pide el vencedor y rogar por misericordia.

 

 

 

 

 

¿Qué libro estás trabajando hoy?

 

Soy lento para escribir, me tomo mi tiempo. He estado trabajando estos años, paralelo a Sarraceno, en un proyecto relacionado con el concepto de servidumbre: a la esclavitud y miseria humana actual. He escrito algunos poemas, no muchos, y tengo una idea más o menos armada de lo que pretendo hacer. En este momento estoy en proceso de lectura sobre el tema, desde ensayos, filosofía y narrativa, pero sobretodo de la poesía que aborda el tema, que es mucha: desde la medieval hasta los poetas del Siglo de Plata ruso, pasando por Neruda y la poesía social norteamericana, autores que he conocido recientemente como Edwin Rolfe.

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