POEMA VIII
Amo, Valparaíso, cuanto encierras,
y cuanto irradias, novia del océano,
hasta más lejos de tu nimbo sordo.
Amo la luz violenta con que acudes
al marinero en la noche del mar,
y entonces eres –rosa de azahares–
luminosa y desnuda, fuego y niebla.
Que nadie venga con un martillo turbio
a golpear lo que amo, a defenderte:
nadie sino mi ser por tus secretos:
nadie sino mi voz por tus abiertas
hileras de rocío, por tus escalones
en donde la maternidad salobre
del mar te besa, nadie sino mis labios
en tu corona fría de sirena,
elevada en el aire de la altura,
oceánico amor, Valparaíso… (fragmento)
Tras su vuelta a Chile, en 1943, Neruda se presenta como candidato para un cargo de elección popular: senador por las provincias de Tarapacá y Antofagasta, junto al dirigente comunista Elías Lafertte. El 4 de marzo de 1945, ambos son elegidos senadores de la República.
El 8 de julio de ese mismo año, en un acto en el Teatro Caupolicán, Neruda ingresa al Partido Comunista y posteriormente será designado jefe de propaganda para la elección del candidato a la presidencia de la República del Partido Radical, Gabriel González Videla, quien en coalición con los comunistas y otros partidos de izquierda, será elegido presidente en 1946. Sin embargo, al poco tiempo de acceder a la presidencia, González Videla expulsa de su gabinete a los ministros comunistas, y promulga la Ley de Defensa de la Democracia, conocida también como la “Ley maldita”, que declaraba al Partido Comunista fuera de la ley y creaba campos de concentración en el sur y norte de Chile.
A raíz de esta persecución, Neruda, que cuenta aún con fuero parlamentario, publica en el diario El Nacional, de Caracas, el 27 de noviembre de 1947, una carta que denomina “Carta íntima para millones de hombres”, en la que acusa a González Videla de traicionar al pueblo de Chile que lo llevó al puesto que detenta. El 6 de enero de 1948, Neruda pronuncia un discurso en el Senado de la República, conocido con el nombre de “Yo acuso” (a la manera de Émile Zola). En él, presenta 13 cargos contra González Videla. La noche anterior, la Corte de Apelaciones de Santiago concedía su desafuero. Faltaba la confirmación de la Corte Suprema. Esta se produce a los pocos días y a partir de entonces, Neruda puede ser detenido. El Partido Comunista decide no entregar al poeta, que se sumerge un año completo en la clandestinidad.
Neruda y Delia del Carril pasan a ser “el tío Pedro y la tía Sara”. La primera página del diario El Imparcial, del 5 de febrero de 1948, dice:
Se busca a Neruda por todo el país… Se estrecha el cerco donde se sospecha está el poeta fugitivo… A los detectives que trabajan en las diligencias se les ha prometido un ascenso… Se oficiará para que se le aplique la Ley de Seguridad del Estado, que castiga con 541 días de cárcel al ex senador…
Finalmente, después de recorrer varias ciudades de Chile y de diversos planes abortados para sacar al poeta fuera del país, el 24 de febrero de 1949 cruza a caballo la cordillera de los Andes por las inmediaciones del lago Maihue, al interior de Futrono, y el 25 de abril asiste en París al Primer Congreso Mundial de Partidarios de la Paz, revelando la incógnita sobre su paradero.
Parte de la sección N° 10 del libro Canto General, denominada “El fugitivo” fue escrita en Valparaíso. Neruda iba a ser embarcado en un carguero ecuatoriano desde el puerto, pero el plan no se llevó a efecto. Sin embargo, Neruda permaneció oculto en el sótano de una casa muy particular del Cerro Lecheros, que recuerda en sus memorias:
Entre los sitios conmovedores que me albergaron, recuerdo una casa de dos habitaciones, perdida entre los cerros pobres de Valparaíso.
Yo estaba circunscrito a un pedazo de habitación y a un rinconcito de ventana desde donde observaba la vida del puerto. Desde aquella ínfima atalaya mi mirada abarcaba un fragmento de la calle. Por las noches veía circular gente apresurada. Era un arrabal pobre y aquella pequeña calle, a cien metros bajo mi ventana, acaparaba toda la iluminación del barrio. Tienduchas y boliches la llenaban.
POEMA IX
Te declaro mi amor, Valparaíso,
y volveré a vivir tu encrucijada,
cuando tú y yo seamos libres
de nuevo, tú en tu trono
de mar y viento, yo en mis húmedas
tierras filosofales. Veremos cómo surge
la libertad entre el mar y la nieve.
Valparaíso, Reina Sola,
sola en la soledad del solitario
sur del océano,
miré cada peñasco
amarillo de tu altura,
toqué tu pulso torrencial, tus manos
de portuaria me dieron el abrazo
que mi alma te pidió en la hora nocturna
y te recuerdo reinando en el brillo
de fuego azul que tu reino salpica.
No hay otra como tú sobre la arena,
Albacora del Sur, Reina del Agua. (fragmento)
Te invitamos a contemplar Valparaíso desde La Sebastiana, una ciudad que fascinó a Neruda desde su juventud y donde permaneció escondido mientras escribía el Canto General en 1948.