Por Ernesto González Barnert
Unas semanas atrás, poco antes del aislamiento, conversamos con uno de los poetas que sigo leyendo contra viento y marea, me son más queridos, no solo por su poesía, sino que también por su trabajo a la contra del sistema editorial, creando un interesante polo de lecturas y miradas, un discurso meta y personal del que recojo no pocas joyas. Me refiero al poeta y editor de La Carretilla Roja, Mauro Quesada (1979, Haedo, provincia de Buenos Aires, Argentina), también profesor de Castellano, Literatura y Latín (ISP Joaquín V. González). Quien me deslumbró con un librito llamado”Estamos para ayudarlo”, donde en clave autobiográfica el poeta hacia sus primeros pinos para sobrevivir tras su paso por la universidad trabajando en un Jumbo, recién llegado a argentina (con nuestro capitalismo salvaje chileno para exportación), para la crisis del 2011. Un libro de un tipo que trabaja en un supermercado, después de estudiar literatura. Un libro acerado y crítico, inteligente, despiadado e irónico. O después con libros como “Fiebre” o “Una extraña nevada” una suerte de mapeo de la vida adolescente o adulta a la luz del carrete, los días que ya no vuelven, el paso inexorable del tiempo y la belleza, mientras uno rueda cuesta abajo, la sigue remando. Libros que sin cometer el pecado de la grandilocuencia o del sermón, sin obviar lo pop que nos configura queramos o no, nos lega una centena de poemas que se nos imponen como un espejo bruñido, de mano, abierto a la pausa o lo ominoso, donde abrazamos en su fragilidad lo tremendamente significativo del vivir o dejarse ir, todo eso que nos toca la fibra y conmueve.
¿Qué significa escribir y editar libros en el conurbano argentino?
Nada en especial. Salvo la certeza de que tal vez esos textos o libros no lleguen tus vecinos (años de desidia en políticas culturales) y que a veces cueste un poco entrar a la burbuja cosmopolita de Buenos Aires, la ciudad.
Como poeta, Mauro, además de editor de La Carretilla Roja, ¿Tienes un Arte poética que las aúne o cada una responde a distintas necesidades tuyas como escritor?
Todo depende del gusto de cada momento. De los proyectos, las ideas, obsesiones, la música poética que me resuena en la cabeza. Y sobre todo, de la distancia entre lo que pretendo y deseo y lo que me sale.
¿Cuáles serían a tu juicio los 10 libros indispensables para entender la poesía argentina?
No me considero capaz de responder esta pregunta.
¿Cuáles son los libros que más te han marcado y por qué?
No, de Idea Vilariño.
Trilce, de Cesar Vallejo.
Palabras, de Jacques Prevert.
Poesía completa, de Joaquín Giannuzzi.
Vendrá la muerte…, de Cesare Pavese.
Cólera Buey, de Juan Gelman.
En la masmédula, de Oliverio Girondo.
Atlético para discernir funciones, de Sebastián Bianchi.
La tomadora de café, de Laura Wittner.
Antología poética, de Jaime Gil de Biedma.
¿Cómo es o ha sido tu relación con la poesía de Pablo Neruda?
En mi casa había libros de autores latinoamericanos (algunos del boom como Cortázar y García Márquez). También una antología de Pablo Neruda. Y ese fue el primer contacto que tuve con la poesía. Recuerdo algunos poemas y la sensación que me generaba al leerlos. Luego, con el tiempo, perdí afinidad con su poesía.
Tu poesía retrata con precisión quirúrgica la adolescencia, el boliche, los fierros, la amistad y los primeros amores y trabajos, la difícil juventud, el estudio, ese siempre que nunca ha sido siempre, la sensatez melancólica en la derrota, etc. ¿Cómo observas tu obra ya con varios libros en la guantera del bólido?
Mi último libro fue publicado hace ya cinco años. Esos tres tienen una correspondencia, una respiración. Hoy los veo un poco lejanos, aunque algunos me siguen gustando. Estoy en otras búsquedas bastante distintas entre sí.
¿Qué poeta vivo te encantaría tener en tu catálogo?
Valerio Magrelli
¿Quién de los poetas muertos te gustaría leyera alguno de tus libros?
Joaquín Giannuzzi
¿Un verso o fragmento que te salvó de la tristeza o siempre te da alegría?
“Este perro,
cotidiano, inaudito,
que demuestra el milagro,
que me acerca al misterio…
que da ganas de hincarse,
de romper una silla”.
De Inagotable asombro (Oliverio Girondo)
¿Qué canción no has parado de escuchar esta última semana?
Bad Luck, de Harold Melvin The Blue Notes.