Noviembre 22, 2024

Colombia: La angurria y el temor de Urbaín Beleño

Por Andrés Felipe Escovar (1)

 

En Hambre de Caza (2) , novela escrita por Francesco Vitola Rognini (Barranquilla, Colombia), aparece un personaje llamado Urbaín Beleño, el cual ha sido el eje de la charla que sostuvimos durante algunos días, con ocasión de lo que ocurre en Colombia y el movimiento social que persiste, por encima de los intentos del gobierno y sus diferentes brazos armados para deslegitimar las manifestaciones de descontento. Pensamos un diálogo sobre la forma como esta novela se construyó y devino en la perspectiva de un personaje adscrito a esa tradición de matones con banda presidencial y jubilaciones expresidenciales que, antes de fenecer, emiten los últimos graznidos de la ira que serán lloriqueos post mortem.

 

—¿Cómo nació y creció Hambre de caza?

—Es una pregunta compleja de responder. El libro en sí, los argumentos, los personajes, la selección del género literario, comenzó a tomar forma entre el 2006 y 2008. Antes de eso había intentado otras versiones, pero en una de las mudanzas perdí el archivo, así que me vi obligado a comenzar desde cero. Ahora, si de lo que hablamos es del tema subyacente, vivir bajo el yugo de un régimen homicida, eso ya hacía parte de los primeros borradores. En particular un suceso marcó esa época universitaria, mientras que algunos de mis profesores eligieron exiliarse, Alfredo Correa De Andreis decidió quedarse, eso le costó la vida. Primero fue víctima de un «Falso positivo» judicial y mediático, pero ante la falta de evidencias fue dejado en libertad. Pocos días después fue asesinado por sicarios a plena luz del día. Me marcó porque lo conocí poco después de su liberación y antes de su muerte, él seguía cumpliendo sus compromisos académicos. Ese asesinato confirmó lo que ya sabía, nos gobernaba un régimen homicida.

—Y, desde el comienzo, ¿pensaste en ese registro fantástico para escribir en un escenario comandado por lo que podemos llamar el uribato?

—Fue un recurso pensado para evitar la censura. Elegí escribirlo en clave de ciencia ficción para evitar señalamientos de los miembros de esa secta criminal. Las primeras versiones eran más cercanas a la crónica periodística. Pero como mi mayor preocupación era que lastimaran a mi hijo , traté de evitarme dolores de cabeza llevando la historia por los caminos de la ciencia especulativa. Soy un hijo de los años ochentas, así todos los productos audiovisuales que consumí en mi infancia están presentes ahí.

—El mayor criminal es Urbaín Beleño, ¿cómo urdiste ese nombre?

—«Urbaín», por aquello de que Uribe Vélez es un tipo que ha tratado de urbanizar a la brava este país, al que considera su latifundio. Recordemos que bajo su mando fueron desplazadas hacia las ciudades miles de personas, mayoritariamente campesinos, indígenas y comunidades afro; su régimen también inyectó en la política —y en las instituciones estatales— dogmas religiosos que añoran recortar libertades y volver al pasado arcaico; por último, impuso una retórica de «gente de bien» obsesionada en la acumulación individualista, a la que le tiene sin cuidado la calidad de vida del pueblo o el futuro de la Nación. Decidí que el apellido sería «Beleño» porque ese es uno de los tantos nombres por los que se conoce a la planta de la que extraen la escopolamina, una sustancia altamente tóxica con propiedades hipnóticas. Me pareció que se ajustaba perfectamente a la personalidad de Uribe Vélez.

 

—Esas propiedades hipnóticas se perciben, incluso, en los combates que se libran en la novela… ¿cómo pensaste a esos combatientes?

—La novela se construye en torno a un episodio clave: Urbaín Beleño maquina un experimento de control mental masivo. Ese suceso marca el comienzo de una nueva Era en Bellaquería, en adelante solo los que pudieron navegar la intoxicación narcótica se convertirán en los más aptos, siguiendo la idea propuesta por Darwin. Cada uno de esos anormales, fenómenos o freaks, pasó esa prueba. Ahora, respecto a sus orígenes, todos los personajes fueron construidos a partir de perfiles psicológicos. En ellos se detallaban sus pulsiones, sus manías, incluso su forma de vestir. Dentro de ese perfil psicológico también se incluían sus conocimientos en artes marciales, «tortura orgánica», o cualquier otra habilidad que los diferenciara.

—Dentro de esa trama de perfiles, ¿cómo caracterizas el de Urbaín?

—Ahora que lo mencionas, no creo que su perfil psicológico fuese muy complejo, estamos hablando de la época en que Uribe Vélez estaba en su pico de popularidad y abuso de poder, todas las noches atacaba a alguien, ya fuese la prensa libre, líderes sociales, minorías étnicas o defensores de derechos humanos. Más que perfilarlo procuré desmitificarlo, tratar de imaginar sus secretos y perversiones, el capítulo IV de la primera parte es un buen ejemplo de ello. Tiempo después de publicado el libro comencé a estudiar sobre psicopatía y sociopatía, fue entonces cuando comprendí que Urbaín Beleño es un caso clínico, un genocida solo comparable a Stalin y Hitler.

 

—Ocurre con Urbaín que, pese a esa crueldad que exuda a lo largo de la novela, se torna risible: Provoca una risa amarga de quien lo ve…

—Correcto. El humor es lo que nos ha salvado de la locura. Si los miembros de su secta lo ven como un líder, otros lo vemos como un terrateniente violador de sirvientas. Con los años esa otra parte suya, sus defectos, se volvieron su cara al público. Perdió la vergüenza, se sintió intocable, un error fatal como estratega. De Caudillo pasó a ser un paria encerrado en su mundillo de mulas y caballos.

 

—¿Urbaín tendrá una nueva erección en su establo para proponerse concebir un monstruo semejante al que hay hoy día en la presidencia?

—A su edad dudo que tenga erecciones, ahora lo dominan la prepotencia y cobardía. Es un criminal de lesa humanidad incapaz de remordimiento, pero sobre todo es un narcisista con un ego frágil que teme a las prisiones norteamericanas. No creo que elija a otro inepto, supongo intentará hacerse la víctima durante día y ordenará masacres durante la noche. Es el papel que ha perfeccionado. Habrá que ver si le funciona. Ahora, de ineptos está rodeado. Todos los puestos de este gobierno están ocupados por incapaces sin principios, pero codiciosos. Es lo único que su dinero puede comprar, y quizás esa termine siendo su perdición. Eso sí, será capaz de matar a media Colombia antes de admitir que es un criminal.

—Un personaje que establece una relación tensa con Urbaín es Dioscorides: ¿te basaste en alguien para construirlo?

—No es alguien en especifico, él es una construcción idealizada de un político progresista, un humanista dispuesto a llegar a las últimas consecuencias para hacer la diferencia.

—Supongo que Bellaquería es Barranquilla…

—Bellaquería es una ciudad de bellacos, gente que se muestra jovial y festiva, pero que en realidad es trepadora y mezquina. En Bellaquería el ruido y la chabacanería ocultan impulsos criminales y homicidas. Elegí sus carnavales como escenario de la crisis que atraviesa el libro porque solo en esa fecha se caen las máscaras. Es una fiesta que además convoca a turistas de todo el país y el mundo, lo que me permitía convertir el experimento social de Urbaín en un evento magnánimo.

 

—La esposa de Urbaín se llama Lina, y en esa relación hay otra exploración de tu novela: el matrimonio. Cuéntanos un poco de ese lazo marital que aparece en la novela.

—El matrimonio Beleño debe ser entendido como una sociedad que beneficia a ambas partes. La familia Beleño funciona como las organizaciones mafiosas italianas, por un lado proyectan un aura de estabilidad y tradición, aunque su fin real sea el enriquecimiento ilícito. Por eso Lina es tan permisiva con Urbaín, ella se enriquece sin arriesgar su reputación. Es una mujer calculadora que desde las sombras se ha encargado de dejar un legado financiero que durará múltiples generaciones.

—Si tuvieras la oportunidad de reescribir Hambre de caza, ¿qué le incorporarías, qué le quitarías y qué le modificarías?

—Eliminaría descripciones innecesarias que entorpecen la fluidez del relato, cuando lo escribí quise describir situaciones con extremo detalle, ambientes, ropajes, y eso resultó contraproducente. Quise escribir una novela verosímil, por eso fui tan obsesivo con las descripciones, pero en retrospectiva me parece que debí ser más comedido. En caso de reeditar el libro apuntaría a recortar más que a agregar. Lo otro que noté en la lectura que hice recientemente fueron algunos errores de continuidad, que en parte son fruto de distracciones producidas por el estrés de publicar y volverme blanco de amenazas.

—Hambre de caza se acerca al uribismo y al uribato -sin que ella se agote en este asunto pues la forma en cómo llegas ese fenómeno no es desde una perspectiva realista- y uno se queda con la sensación de que habrá uribismo sin necesidad que esté Uribe. ¿Cómo piensas al uribismo hoy día?

—Lo entiendo como una secta que incita al despliegue de instintos homicidas, seguirá existiendo con o sin Uribe, salvo que se hagan reformas a la justicia que permitan procesar y condenar a los psicópatas. Lo preocupante es que entre ellos se ha institucionalizado y normalizado el despliegue público de esos instintos homicidas. Es básicamente su única política de Estado.

 

—Aparecen otros personajes como el dr Radamante, un psiquiatra… ¿podrías comentarnos sobre ese entramado que urde Urbaín a efecto de sus propósitos?

 

—Radamante es un asesor del general Saqueo, el encargado de llevar a cabo las órdenes de Urbaín. La función de Radamante era de vital importancia para el éxito del experimento de control social, pero su lado humano lo hace distanciarse del equipo en un momento clave, en cuestión de segundos su destino cambia, y con ese giro también fracasa el experimento de Urbaín.

 

—En tu novela hay referencias musicales, ¿cuál es la música de fondo que utiliza Urbaín Beleño a la hora de ejecutar sus masacres?

—Es una pregunta curiosa, nunca había pensado en eso. No creo que Beleño sea un tipo de gustos refinados, así que imagino que escuchará música que combine con su afición por los caballos. Y como buen montañero debe inclinarse hacia la música que estimule la ingesta de aguardiente, quizás se inspire con rancheras, boleros, a lo sumo, tangos.

—¿Cuál es, en tu sentir, un final justo para Urbaín?

—El final que merece, extradición a una cárcel de máxima seguridad en Estados Unidos. El final que probablemente tendrá: hacienda por cárcel.

—¿Y su muerte?

—Seguramente morirá de anciano, atormentado por sus culpas y miedos. El aparato de corrupción e impunidad que ha edificado en torno suyo tiene esa finalidad, volverlo intocable. Imagino que deseará morir en su cama, rodeado de seres queridos.

—¿Piensas retornar a estas figuras en tus futuros trabajos de escritura de ficción?

—A esos personajes no, ellos viven en el universo de la trilogía de Bellaquería (Héroes decadentes, Hambre de caza, Encierros ornados) . En las historias que trabajo actualmente he creado personajes a partir de esta tóxica realidad, pero es un proyecto distinto, las voces de quienes narran recuentan sus vivencias desde el exilio.

 

[1] Andrés Felipe Escovar es escritor colombiano, Master en Análisis del discurso en la UBA y Doctorando en el Centro de Estudios Superiores de México y centroamérica -CESMECA- de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.

[2] En este enlace se puede descargar, de forma gratuita, la novela: HAMBRE DE CAZA – FRANCESCO VITOLA ROGNINI | Editorial Milinviernos (wordpress.com)

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