Noviembre 21, 2024

“Escribir en Temuco es como estar en el infierno” Entrevista a Ramiro Villarroel Cifuentes

[fotografía de Francisco Cabellos / Paisajes Culturales de La Araucanía.]

 

 

Por Ernesto González Barnert

 

Uno de los animadores desde hace dos lustros es Ramiro (Temuco, 1974), que siempre ha estado ahí, en el país azul, para mover la rama ensangrentada de canelo con sangre de llama que es el arte. Parte también de un ilustre familia de artistas y músicos populares de la zona. Aprovechamos de conversar con este agente cultural, multifacético, generoso y postal de la movida cultural temucana “con sus bemoles”, a propósito de su libro “La tierra” (Editorial Dokumenta, Primera edición: Agosto 2019, Temuco), con que entra de lleno a la poesía, otra nueva perla –o munición– del Cautín, reconstruyendo los hitos que la destruyen o construyen como tierra y frontera, capital del wallmapu azul.

 

¿Cómo es escribir y hacer literatura y cultura desde la Provincia, especificamente desde Temuco?

Trabajar en arte, cultura y literatura en y desde la Wallmapu, desde La Araucanía y Temuco en específico tiene sus bemoles, ya que por un lado es un territorio riquísimo en contenidos, historia, personalidades y artistas, lo que significa que existe un capital invaluable que ciertamente nos coloca en un lugar destacado en su diversidad cultural del país. Este lugar es una cantera de artistas reconocidos a lo largo de la historia, desde que Chile recaló con su violencia en estas tierras. Sin ir más lejos, acá nació Pablo Neruda después de salir de su crisálida llamada Ricardo Reyes, o el actual Premio Nacional de Literatura 2020 Elicura Chihuailaf, con quien tengo el privilegio de cultivar una amistad de varios años, entre muchos otros artistas, no tan sólo de la literatura, sino que de muchas ramas y géneros de la expresión. Es este el País Azul, el país del pueblo mapuche por excelencia, pero también es lugar de saqueos institucionalizados promovidos por el Estado y el mundo empresarial, ambas instancias que sólo han sabido ir en desmedro de los habitantes de este territorio, empobreciéndolos, empobreciéndonos sistemáticamente, lo que trae como consecuencia los índices por los que destacamos a nivel país: las y los más pobres, las y los menos educados, las y los desplazados de todo avance y riqueza nacional, lo que se refleja en la poca oferta y la casi nula posibilidad de desarrollo culturales, con la excepción de algunos privilegiados que pueden ir al teatro municipal de Temuco, que está destinado exclusivamente a la ópera y otras actividades propias de las clases altas de este fundo. Esto en términos generales, porque también existe una riqueza subyacente de artistas de muchas áreas que enfrentan estas condiciones y logran ubicar sus obras y proyectos a disposición de la ciudadanía de manera independiente y autofinanciada que, huelga reiterar, no tienen el apoyo del mundo público ni el privado, más allá de los instrumentos como los fondos concursables.

Escribir en Temuco es como estar en el infierno, en el desierto fascista, lugar iluminado por grandes luces de la poesía nacional, pero que hay que usar para surcar rutas más propicias para poder llegar a ser escuchados, apreciados, aunque sea para recibir un abucheo, una pifia.

¿Qué significa para ti este libro de poesía “La tierra” con los que coronas años de estudios, andanzas literarias, una mirada poética. Un poemario que reconstruye los principales hitos históricos de la construcción de Araucanía, desde el suceso conocido como El Naufragio del Joven Daniel, ocurrido en las costas del país mapuche el 31 de julio del año 1849 a las alturas de la comunidad de Puaucho, hasta el asesinato de Camilo Catrillanca, ocurrido el 14 de noviembre de 2018?

Leer y escribir ha sido una de mis pasiones desde mi juventud, tu sabes, pero después de, como tú dices, años de andanzas, me he decidido a publicar un texto más bien breve que, respondiendo a tu pregunta, significa la conformación de mi visión simbólica del lugar desde donde escribo: desde “La Tierra”, desde la Mapu. Lugar compuesto de múltiples dimensiones como la propia del pueblo mapuche que, según antropólogos y arqueólogos, se encuentra habitado por este pueblo desde hace a lo menos 12.000 años; pero también lugar en que Alonso de Ercilla escribió el magnífico poema “La Araucana”, que reconoce a este territorio como cementerio de españoles al cual la corona reconoció como pueblo y territorio independiente, que fue ocupado por un ejército precisamente llamado ejército de ocupación que finalizó sus objetivos el año 1883 dando paso a lo que sería la anexión de este territorio al Estado de Chile, terminando así de abotonar la consolidación territorial del país, con los costos de provocar un genocidio, que sólo la ametralladora Gatling pudo lograr. Este es un libro, un solo poema en partes que va desde el Naufragio del bergantín Joven Daniel, que conforma el primer montaje del Estado de Chile contra el pueblo mapuche, hasta el asesinato por la espalda de Camilo Catrillanca, otro hecho de sangre en que el Estado de Chile es el asesino, utilizando, como siempre, marionetas uniformadas. Ambos montajes, como podemos ver y que comparten conceptualmente ámbitos como el crimen, la figura jurídica como tal y el ejercicio cinematográfico de posproducción que aplico en la escritura de este poema, que podríamos definir como poema político y documental.

Este libro también es un proyecto de construcción de mi plataforma de cómo iniciar mi trabajo poético y, como todo proyecto de construcción, tenemos que tener un terreno en el cual edificar: “La Tierra”.

¿En lo personal ques es para ti escribir poesía en estos días de pandemia, estallido social, apruebo, más allá de la mirada macro a los sucesos del wallmapu?

La verdad es que para mí la poesía, por más realista que sea, no deja de ser un acto propio de la ficción y, como tal, algo se desactivó en mí ante los hechos ocurridos desde el 18 de octubre del 2019, impidiéndome escribir poesía, producción que realizo de manera lenta pero constante, sintiendo una especie de pudor ante la fuerza inaudita de lo real, pero que sí me estimuló a detenerme activamente mucho más en la escritura de mi diario personal, que llevo desde hace varios años y que si contiene, a la luz del relámpago de los recuerdos, varios proyectos de poemas que por el momento están en eso y, por otro lado, mencionar que también intensifiqué la escritura de crítica literaria que vengo realizando desde hace un par de años en algunos medios de circulación nacional.

Además también debo agregar que “La Tierra” es una publicación fechada en septiembre del año 2019, libro que presenté el día 3 de octubre del mismo año y que los hechos posteriores que tu mencionas me encontraron a días de su lanzamiento, cuestión que también me tenía ocupado en labores de promoción y gestiones de difusión del libro, por lo que se dieron todas las condiciones para detener por un lapso de tiempo mi escritura en este género, por lo que preferí ser un espectador participante de los procesos sociales y políticos que vive el país y el mundo, pero ya me encuentro enrielado nuevamente, auscultando a través de la escritura algunos otros sucesos de la construcción cultural y humana ocurrida en este territorio, donde también utilizo la diversidad de tiempos y el montaje como técnicas donde profundizo un poco más la destrucción de los límites de los géneros literarios, cuestión que podemos decir son mis intenciones, pero que tu bien sabes que pueden mutar al fragor del proceso creativo.

¿Cómo es tu relación con la obra nerudiana?

Ineludible. De él puedo decir que me nutro en el ámbito de la poesía política, así como en la observación creativa del paisaje, el territorio, en la relación profunda del ser con la naturaleza y el espacio, las fuerzas planetarias y humanas que espiralan en su visión cósmica, holística de la vida. Comprendo la obra de Pablo Neruda como la más sólida y consistente de la energía poética de Chile, que reparte su vibración a todo lugar donde legue el idioma español. Poeta sexual, visionario, lumínico, premonitorio, planetario que, como toda gran luz, también penetra en las más profundas oscuridades.

 

–¿Un poema o verso que te acompañe como mantra en estos días?

Parte de un poema que me ha acompañado más de la mitad de mi vida, especialmente este último tiempo:

“En cualquier lugar en donde viva mi vida, ¡Oh!, sean cuales fueren las contingencias,/ sabré afrontar la noche, las tormentas, el hambre, el ridículo, los accidentes, los fracasos, como hacen los árboles y los animales”, Walt Whitman.

–¿Qué poema tuyo leerías hoy a propósito del difícil momento que atravesamos como país en una sala de clases o cárcel llena de detenidos políticos por el estallido social?

Creamos el grupo de operaciones especiales a su imagen y semejanza. La nave principal posada sobre nubes atómicas exhibe su metal fraguado en la moneda. El dinero, la tecnología, las armas apuntan al estudiante, al vecino, al trabajador, a las mujeres del pueblo que vienen caminando desde La Tierra. En el tiempo y el espacio de La Tierra está enterrado el designio: en La Tierra el pez salta a la boca del hambriento, la fruta crece y madura en la mano de los niños, el animal del sacrificio, después de dar la vuelta al sol, se recuesta en el plato vacío sobre la mesa y emite su canción de entrega. El oficial grita sus órdenes al comando. Los trabajadores de la muerte botan los cercos, pisan con sus botas, ignorantes, el menoko, abofetean a las ancianas, a los niños, disparan su veneno e inundan el paisaje con su odio. Los niños recogen las balas perdidas y las entierran para encapsular el mal. Las madres amasan el pan del rencor y la familia come en la amarga noche, en silencio, su dignidad, mientras el fogón continúa encendido susurrando su sabiduría. Los aserraderos hacen explotar la montaña. La Tierra, después de la muerte, se alimenta de nuevos nombres. La mujer da a luz otros colores y los idiomas llegan hambrientos a recoger el maqui, la murta, el arrayán, el changle y el digüeñe. Llegan familias enteras a bajar el choroy para la primera cazuela, a enceguecer al jabalí y a faenar la vaca láctea. Después de las casas y del cemento, después de los ministros, los jueces, los alcaldes, los ministros, los policías, los abogados, las prostitutas, los diáconos y los obispos, surgen los poetas con sus nuevas banderas, con sus miradas singulares a cultivar el jardín arrasado.

–¿Cómo ves el panorama poético actual? ¿Qué voces nos recomiendas leer de la poesía?

Chile es un país de una sólida producción poética a lo largo de su historia y que en la actualidad, con el surgimiento e incremento constante en el número de editoriales independientes estos últimos años, podemos decir que es una cantera poética de la cual salen piedras preciosas y metales polícromos, de diversas texturas y densidades variadas, todo un zodiaco de pájaros y animales que nos maravillan con sus nuevos cantos, una lógica donde podemos encontrar ángeles y algunas alimañas, por qué no decirlo.

Mi verdad es que he tenido el privilegio de leer mucha poesía chilena recién producida o publicada este último tiempo, fundamentalmente de editoriales independientes y la lista lamentablemente será parcial, por lo tanto odiosa, pero vayan mis reconocimientos a: la sensual Roxana Miranda Rupailaf, al poeta documentalista Jaime Pinos, a la mística política de Alejandra del Río Lohan, al planetario y pantemporal Rolando Martínez Trabucco, a la cotidiana y violenta Priscilla Cajales, al psiquiátrico Alberto Cecereu, al metalingüista Víctor López Zumelzu, a la agudeza crítica de Carlos Soto Román, Al crudo sentimentalismo de Florencia Smiths, al montajista cinematográfico Jorge Polanco, que me debe un asado, a ti, por todo, a la precisión y elegancia de Victoria Ramírez, a la mitología contemporánea de Pablo Ayenao y un largo etcétera que ya tendré oportunidad de ampliar.

–¿Cuál fue el mejor consejo que te dieron como poeta?

Publica.

–¿Si nos pudieras nombrar algunos de esos libros que te marcaron, te hicieron el hombre de letras y cultura que eres? ¿Que les guardas especial cariño y devoción?

“El Principito”, “Gargantúa y Pantagruel”, “La Odisea”, “La Biblia”, “Umbral”, “Ulises”, “Una Temporada en el Infierno”, “El Libro Egipcio de los Muertos”, “Hojas de Hierba”, “Estravagario”, “Las Alturas de Macchu Picchu”, “Desolación” (oh!), “Los Hermanos Karamazov”, “La Nueva Novela” y otro largo etcétera.

–¿Qué poetas, músicos, películas o series, artistas, te sedujeron intelectualmente esta temporada?

Creo que los “Diarios” de Raúl Ruiz bastan y sobran para referirme a todo.

–¿Qué derecho o deber te gustaría consagrara la nueva constitución a propósito de tu labor en el área de la gestión cultural?

El derecho a ser uno mismo y ser respetado por ser único e irrepetible. Po otro lado, el reconocimiento a la plurinacionalidad del país, que deviene necesariamente en un avance a la pluriculturalidad del mismo.

–¿Qué proyectos estás llevando a cabo estos días?

Creo que ampliar “La Tierra” es lo más próximo en vistas y producir otros tipos de textos más personales, íntimos y emocionales, que los políticos que acostumbro a escribir desde hace algunos años; pero también quiero decirte que si bien es cierto la poesía es mi producción central o en la que más me concentro, también tengo interés en publicar algunos cuentos que he reunido a lo largo de varios años, amén de considerar la crítica literaria y algunas entrevistas a artistas y escritores que he realizado en mi trabajo para algunos medios como posibilidades de difundir mi visión y lecturas que considero un trabajo filosófico o por lo menos crítico y compartir de manera concentrada esa producción también.

–¿Un libro que nunca terminaste de leer?

El último que recuerdo es “Matadero Franklin” y eso que tengo aguante.

–¿Qué es lo que más y menos te gusta de Temuco?

Lo que más me gusta de Temuco es ¡La Feria Pinto por lejos!

Lo que no soporto de Temuco, lo que detesto con todo mi corazón, cerebro, cuerpo, mente, alma y espíritu es el Departamento de Rentas y Patentes de la Ilustre Municipalidad de Temuco, que queda en el segundo piso del edificio edilicio, donde destruyen los sueños de las personas por salir de la pobreza o crecer gracias a sus propios medios y tapian las esperanzas de emancipación económica de tantas y tantos.

–¿Qué escritores de Temuco te llaman la atención?

Muertos? –Pablo Neruda, el mejor poeta de Temuco; Guido Eytel, el mejor escritor de Temuco.

Vivos? –Ricardo Herrera, el mejor poeta de Temuco; Pablo Ayenao, el mejor escritor de Temuco.

 

Compartir:

Últimas Publicaciones