Por Ernesto González Barnert
Leonardo Acosta Céspedes (Santiago, 1984) es Abogado de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Diplomado en Derecho de Familia y Vulneración de Derechos de la Infancia, en la Universidad de Chile.
Ha participado en diversos talleres literarios. Desde 2011 a 2016 asume como secretario del Ateneo de Santiago. En 2018, publica el poemario “Bajo las Sombras del Silencio”.
Su poesía ha sido incluida en diversas antologías nacionales y extranjeras, principalmente en Madrid, España.
En 2019, recibe el segundo lugar en el primer concurso nacional de poesía metafísica, patrocinado por el círculo filosófico “David Benavente” de Chillán.
Actualmente, forma parte del directorio de distintas agrupaciones literarias, culturales y filosóficas, participando en ellas mediante encuentros de poesía, filosofía y arte en general. Conversamos con él de su nuevo trabajo “Infinitud”, donde abraza con un lenguaje evanescente y lírico la nostalgia del infinito, el misterio de lo que hay detrás de la realidad o lo concreto, más allá de las palabras o sentimientos con que liga los propios contrarios que atizan su búsqueda poética y se enfrascan en su propia visión de los hechos y las cosas.
–Leonardo, publicaste en octubre de este 2020, por Glück Libros & Das Kapital Ediciones tu segundo libro ¿Por qué “Infinitud” era necesario este año?
Este año se acrecentó el efecto natural y colectivo de replantearnos con mayor intensidad las ideas sobre la trascendencia y cual es el sentido real de la especie humana en torno a su propia existencia. El estallido social, sumado a la pandemia, no sólo removió las bases de la sociedad, sino que también sacudió la inercia interior en la que se encontraba, poniéndose en movimiento las ilusiones y esperanzas de construir una sociedad más justa.
“Infinitud” surge de este sentimiento de expresión y reconexión con la esencia más pura de la vida. Nace desde la necesidad de voltear la mirada hacia nuestro interior, a través de una poesía introspectiva que permita recordar que la construcción de realidades de vida diferentes no puede prescindir de mirarnos hacia dentro y vislumbrar el camino que nos lleva al conocimiento de nosotros mismos.
Precisamente este año se pudo constatar que la edificación de una sociedad distinta requiere fundamentalmente reconectarnos con nuestra propia conciencia. Activando el diálogo íntimo con nuestra propia realidad interior, que nos impulse a indagar en los misterios de la existencia, el lugar que ocupamos en el infinito y el por qué de esta reflexión.
Humberto Díaz Casanueva, señalaba que “La poesía oscila entre el ser y la situación concreta, entre el hombre interior y su universo”. En este sentido, “Infinitud” intenta vincularse con la brecha que separa a lo etéreo de lo concreto, reivindicando la unidad que subyace entre ambos polos de una misma esencia.
Intenta ser un humilde aporte de reflexión e introspección, en tiempos en que la poesía debe remover las sombras, prescindiendo de cobijarse en un cómodo silencio.
–¿Qué significa para ti escribir poesía en estos días de pandemia, estallido social, apruebo?
Pienso que la poesía debe convertirse en un instrumento liberador, que nos lleve a proyectarnos hacia realidades mayores y mejores. Al encontrarnos en un período de pandemia y estallido social, esta conversión literaria resulta aún más necesaria. Con ella, podemos intensificar los niveles de conciencia y emoción, generando espacios creativos que vayan aportando a la reflexión. El arte en sus diversas expresiones nos recuerda que podemos encontrar luz en el sendero. La literatura, puede convertirse en guía en medio de la oscuridad de la pandemia y esperanza en medio de un estallido social que busca traducirse en construir una sociedad más justa.
Al respecto, podemos recordar que hace algunos años, diversos investigadores y científicos, descubrieron que la poesía logra producir un estado denominado “pre-chill”, que va generando en forma pausada y progresiva estados placenteros, estimulándose la introspección, la memoria y la armonía en general. Respuestas neurológicas que no se activan con otras expresiones artísticas, sino que únicamente con la poesía.
Otros investigadores, han señalado que la poesía también es una oportunidad para un desarrollo espiritual y no solamente fisiológico, permitiendo mayor sensibilidad, potenciando el área creativa de la propia esencia.
En este sentido, escribir poesía en estos tiempos actuales, significa entender y sentir que ella puede ser la espada con la cual se luche contra la ignorancia, el fanatismo y el error. Contra el miedo y confusión que provocan los grandes problemas humanos que hoy en día, vuelven a presentarse ante nosotros con su insondable magnitud y dimensión eternas.
Es decir, entender realmente, como lo señalaba José Angel Valente, que “un poeta debe ser más útil que ningún ciudadano en su tribu.”
–¿Cómo es tu relación con la obra nerudiana?
Como a la gran mayoría nos debe haber ocurrido, uno de los autores con los cuales tuve mi primer acercamiento real con la poesía fue a través de la obra de Pablo Neruda. Cuando comencé a leerlo, pude percibir su conexión intensa con la realidad concreta de la existencia. Un verdadero residente en la tierra, que buscaba por todos los medios acceder a lo más genital de lo terrestre. Un poeta absorbido en su propia poesía. Quien trasciende a la materia, para volcar en ella su expresión poética a través de sus libros, de sus casas, de sus objetos, de sus colecciones, todas llenas de mar, del roquerío del océano, del rugido del viento y del silencio absorto de insectos, flores y objetos exóticos. Al leer y releer su obra, vemos el transitar por la poesía concreta, también por la poesía romántica, social, hermética, abarcando los mayores campos de expresión.
Ahora bien, yo me inclino generalmente por una poesía más ligada a lo metafísico y en este sentido, mi relación con la obra nerudiana tiene que ver precisamente con aquella oscilación entre lo ideal y el mundo concreto. Ya que Neruda, habitó en la tierra y en sus rincones, recordándonos en cada uno de sus versos, que el vínculo con la trascendencia debe surgir y proyectarse desde nuestra propia realidad, desde la materia física que nos circunda y nos permite redescubrir la hermosura de lo que nos rodea y de la cual somos parte integrante y permanente.
–¿Un poema o verso que te acompañe como mantra en estos días?
No se si pudiera decir que exista un verso que me acompañe como un mantra en estos días. Sin embargo, he estado leyendo nuevamente y con más agudeza unos versos del gran poeta Gonzalo Rojas. “Los verdaderos poetas son de repente”. Hoy en día, resulta necesario que la naturaleza nos traiga el surgimiento de mayor cantidad de poetas. Porque la situación por la cual atravesamos como sociedad requiere de la infusión poética. “Los verdaderos poetas son de repente: nacen y desnacen, dicen misterio y son misterio”. Además, queda de relieve que la poesía resuena en todos aquellos que viven con intensidad la vida, sobre todo en tiempos difíciles, de profunda crisis social y hasta existencial. Se ha dicho que los poetas son seres intensos y apasionados, que según Gonzalo Rojas “entran y salen intactos del abismo/saltan desde el tablón del aire al roquerío aciago del océano sin miedo al miedo” porque en el fondo “los hechiza el peligro” y precisamente, cuando la sociedad se repliega producto de una pandemia, de una crisis social, se necesita de aquella intensidad emocional de quienes “van al frente cantando, a cada uno de los frentes, al abismo por ejemplo, al de la intemperie anarca, al martirio incluso, a las tormentas del amor”, sin miedo al miedo, aunque el peligro aceche con sus dientes oscuros.
Este poema, me hace sentido en este tiempo, por la importancia que tiene la poesía, con su osadía e intensidad, dentro de un escenario difícil los poetas y autores en general, deben salir al frente y derramar sus versos por los rincones más recónditos de la sociedad. Gonzalo Rojas, en este poema lo refleja muy bien y me ha servido como impulso para seguir escribiendo con sentido.
–¿Qué poema tuyo leerías hoy a propósito del difícil momento que atravesamos como país en una sala de clases o cárcel llena de detenidos políticos por el estallido social?
Los poemas de “Infinitud” no llevan título. Sin embargo, hay un poema dedicado genéricamente “a los de octubre” el cual leería a propósito del difícil momento que atravesamos como país. A través de él, deseo en primer lugar, rendir un sincero homenaje a todos quienes han sufrido graves violaciones a los derechos humanos, tras el estallido social.
Además, porque en él quiero resaltar la extrema marginación y abuso al que ha sido sometida una gran parte de la sociedad chilena, desde que la dictadura de Pinochet impuso por la fuerza un sistema neoliberal excesivo. En el cual se construyó una sociedad que elevó el dinero y el mercado a un nivel desorbitante, que comenzó a regir entre nosotros, como piedra angular del sistema. Y que trajo como consecuencia, un individualismo competitivo y poco fraterno, en el que ser “exitoso” se mide por el nivel socioeconómico alcanzado por las personas y no por su grado o desarrollo a nivel humano o espiritual.
En el poema hablo de todos aquellos que han sido invisibilizados por un sistema que los posterga y que se baten contra un poder económico despiadado que no los considera ni los integra y que viven “sedientos en palidez/condenados al silencio/amotinados entre las sombras/curtiendo su dignidad” y que de pronto “revientan como hojas mustias/en la tempestad”.
El poema también refleja a todas aquellas víctimas del estallido social, que están simbolizados por quienes, trágicamente, perdieron la vista de uno o ambos ojos. En ellos “la sangre enmudece los gritos/coagulan los últimos designios” porque “el hollín impúdico oxida los párpados y se apagan los signos”.
Sin embargo, al final del poema, rescato el optimismo de una lucha contra un sistema perverso en lo social, porque finamente “una esperanza nueva/florece en la herida”.
–¿Cómo es el diálogo interno tuyo entre el poeta y el abogado? ¿Quién manda a quién? ¿Te motivan los grandes abogados chilenos que han escrito poesía?
La poesía ha sido desde mi infancia la médula que sostiene mis intereses más profundos. Escribo poesía desde muy niño y no he dejado de hacerlo hasta el día de hoy, participando en diversas organizaciones literarias, donde aprendí a apreciar en su grandeza a la literatura.
Ahora bien, no había publicado sino hasta hace dos años, siendo en este sentido un autor incipiente en lo que a publicaciones se refiere.
Mi profesión de abogado llega con posterioridad y mientras estudiaba la carrera pude apreciar cómo los grandes creadores de nuestras bases legislativas tuvieron un acercamiento directo con la poesía. Basta recordar a Andrés Bello, creador de nuestro Código Civil, abogado, filósofo, educador, poeta y escritor.
Y así podemos encontrar a muchas personalidades vinculadas al derecho, que también desarrollaron el arte en la poesía. Fusionando en muchas oportunidades ambos campos de acción.
Creo que la poesía debe vivirse en plenitud, no solamente a través de la creación escrita. Para ser un buen poeta, hay que desarrollar la poesía en nuestra propia vida, introduciendo en ella su energía creadora. Es decir, la poesía debe fusionarse con las actividades cotidianas de cada uno y en mi situación particular, debe fundirse e integrarse en mi actividad profesional.
Respecto a la abogacía, me desempeño profesionalmente en el área social del derecho. Soy abogado de un programa de reparación especializada en maltrato y abuso sexual infantil, en la comuna de Puente Alto. He podido constatar cómo el sistema económico y político que actualmente nos rige, ha silenciado, marginado y profundizado una enorme cantidad de dramas humanos. Los cuales van repercutiendo en los sectores más vulnerados de nuestra sociedad. En este sentido, el Derecho, vinculado a los problemas sociales, permite ahondar e intensificar una mayor sensibilidad que indudablemente va a traer efectos en la actividad poética. Es decir, ambas actividades han permitido convivir dentro de mí y me permiten seguir desplegando mi vocación literaria y profesional.
De los poetas que abrazaron la profesión del Derecho, admiro y continúa motivándome, desde muy niño a la fecha, el gran poeta chileno Armando Uribe Arce, de quien me atrajo aquella lucidez e inteligencia para traducir en versos una de sus mayores obsesiones: la muerte como idea trascendente e ineludible de la propia existencia.
–¿Cómo ves el panorama poético actual? ¿Qué voces nos recomiendas leer?
Últimamente he estado leyendo y estudiando la poesía de Chantal Maillard. Poeta nacida de padres Belgas, en Bruselas en el año 1951 y que se nacionaliza española a los 17 años. Además, es doctora en Filosofía Pura y profesora de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad de Málaga. También, se ha especializado en la filosofía y religión de la India.
Como filósofa y poeta, ha escrito y dictado diversas charlas en estos tiempos de pandemia. Da un aire de tranquilidad con su pensamiento, recordando que la pandemia no es ninguna cosa de otro mundo, toda vez que la humanidad nunca ha estado libre de desastres y es bueno que cada cierto tiempo el mundo venga a removernos por dentro. Comparto su visión de que esta sacudida fuese suficiente como para llevar a la humanidad a un cambio radical, donde el ser humano sea más humilde y fraterno, sin resistirse a evolucionar y crear una nueva forma de vida. Es una autora que recomiendo leer y conocer.
También, hace poco tiempo, terminé de leer el poemario Alquimia Invernal, el último libro publicado este año 2020 por el poeta Guillermo Bown Fernández. Periodista y exdiplomático chileno, que nos entrega una versión única de poesía mística, llena de esperanza y fuerza emotiva. Como escritor, también ha dictado diversas charlas en las que resalta la idea fundamental en estos tiempos, de que la poesía es la mejor medicina, el mejor jarabe para mejorar cuerpo y alma.
Por último, también he estado leyendo y profundizando en la poesía de Noni Benegas, poeta argentina, que tiene una forma concisa y profunda de establecer su obra poética. En la cual se ajustan los distintos conceptos de naturaleza, espacio y tiempo, para buscar mayores acercamientos a los sucesos de la cotidianidad.
–¿Cuál fue el mejor consejo que te dieron como poeta?
He recibido, afortunadamente, muchos consejos de parte de autores y guías que dan luminosidad en el largo camino de la poesía. Uno de aquellos consejos es que para la poesía hay que abrirse camino con espontaneidad y naturalidad. Sobre todo, saber “proyectarse”. En el sentido de que para escribir e inspirarse, hay que buscar en lo más alto de la naturaleza del pensamiento y el sentimiento. Sin ponerse límites u obstáculos, sino que hundirse en lo imaginario de las formas, como un buscador inagotable de las fuentes del origen. O como dijera en uno de los versos de “Infinitud”, hay que “subir al vuelo de la propia esencia/perforando lo invisible/con la virgen fragancia de la conciencia”
–¿Si nos pudieras nombrar algunos de esos libros que te marcaron, te hicieron el hombre de letras que eres? ¿Que les guardas especial cariño y devoción?
De Humberto Díaz Casanueva, “Réquiem” y “Sol Ciego”. Su poesía, me ha cautivado profundamente. Me ha permitido aprender que la poesía debe entenderse como una exigencia de interiorización y liberación de las fuerzas creadoras aún desconocidas.
De Gonzalo Rojas, “La miseria del hombre” y “Oscuro”. Su poesía tiene aquello que permite disfrutar de la intensidad provocada por una profundidad con bastante contenido, que transita desde los ámbitos del pensamiento, sentimiento y acción.
De Alejandra Pizarnik, la mayoría de sus libros, con su insondable penetración en el dolor y la muerte, que nos llevan a descubrir la magia de la creación en lo profundo del pensamiento y el drama humano en su máxima expresión.
–Por último, ¿Qué poetas, músicos, películas o series, artistas, te sedujeron intelectualmente esta temporada de encierro?
En la música, me sirvió mucho conectarme con la creación del compositor polaco Zbigniew Preisner, quien en su mayoría a compuesto música para distintas películas, así como también ha trabajado para desarrollar música para algunas obras literarias, como lo fue para un poema de Wislawa Szymborska, poetisa ganadora del premio Nobel. Me interesó también la serie Dark, que nos sacude un poco dentro de la concepción de las ideas del tiempo y el espacio.
Ahora bien, creo que este período de encierro nos ha servido para reencontrarnos no solo con las expresiones artísticas, sino que también con nuestras ideas sobre el sentido de nuestra propia existencia y vislumbrar con mayor nitidez los grandes problemas y dramas que aquejan a gran parte de la sociedad y cómo, el arte y la cultura deben encaminarse en aras de construir realidades cada vez más equitativas y justas. Es así como podemos ver a grandes referentes de la literatura nacional que coincidieron hace muchas décadas atrás, en que la poesía es un instrumento liberador que debe adherir a todas las causas justas, con una mirada transformadora y siempre innovadora. En este sentido, por ejemplo, no sería malo detenernos un poco, y volver a estudiar en su pensamiento más humano a la gran poetisa Gabriela Mistral.
–¿Qué derecho o deber te gustaría consagrara la nueva constitución?
Siento que ya es tiempo de que los pueblos indígenas tengan un reconocimiento constitucional. Esto permitirá, de una vez por todas, asegurar la existencia y continuidad de estos pueblos y la verdadera formación de la identidad de cada uno de sus miembros. Hace varios años atrás, el destacado abogado y profesor de derecho constitucional Alejandro Silva Bascuñán, señalaba que el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas se fundamenta en los principios de igualdad y dignidad humanas. En definitiva, es una exigencia de verdadera justicia.
Además, podremos materializar una construcción más profunda de la multiculturalidad de un Estado, el cual no puede desconocerse. Este es uno de los primeros pasos que se deben dar para asegurar la supervivencia de los pueblos originarios. La multiculturalidad, supone precisamente el reconocimiento de la existencia de todos los pueblos indígenas, con su historia y su cultura particular, reivindicando y reconociendo su identidad propia. Chile no puede eludir esta característica fundamental de su idiosincrasia, toda vez que se encuentra formado por diversas etnias con culturas e identidades propias.