Noviembre 22, 2024

“Creo mucho en el valor de la edición, en el valor de construir una obra, esto es algo que me dejo el taller de la Fundación Neruda del cual fui parte el 2013” Entrevista a Mónica Zurita

 

 

Por Ernesto González Barnert

 

 

Conversamos con la poeta Mónica Zurita (1988) a propósito de su libro “Contigo el granizo (Ediciones Deriva, 2020). Un libro que después de un largo periplo de trabajo y afinación, donde la autora, se dio maña y tiempo, nos lega un volumen marcado por una escritura que cicatea la realidad, el statu quo, la historia personal, con dureza sin perder la poesía o la esfera íntima del discurso crítico. Una poeta que sabe que “Nosotros viajamos bajo el vértigo/ bajo la ciudad/ abajo del poema…” O atender el desgarrador poema: “Mi papá se llama…” o el autoconsciente “Aparte”. Más allá del dolor y la herida que campea en la mirada de la poeta, hila estos derroteros personales, sin perder gestos de ternura, de encuentro, sensualidad o cariño por el otro(s), por sí misma.

 

 

 

–¿Cómo fue el proceso escritural de tu nuevo libro “Contigo el granizo” por Editorial Deriva? ¿Qué significa para ti este libro? ¿cuál es el Arte poética de tu obra?

 

La primera palabra que se me viene a la cabeza si me dices proceso es “largo”, así a secas. El libro en verdad comienza cuando yo comienzo a transitar por el mundo poético de los talleres en Santiago, el taller que hice en Balmaceda con Víctor Hugo Díaz o con Oscar Saavedra el año 2012. Desde ese entonces hasta el 2019 fue escribir y editar constantemente, como trabajo de hormiga hecho por un caracol muy lento y silencioso. No es un libro que nació de golpe y porrazo, tampoco es una revelación de las musas que llego de pronto y gesto una obra. Debo decir que me tome la publicación con cautela. Muchas veces me preguntaron ¿Por qué no publicas? Costaba hacer entender que el trabajo aún no tenía la forma deseada final, que aún había temas para resolver, que aún no encontraba el hilo conductor, que no tenía la intención de realizar un compilado de poemas y meterlos con ansiedad en un diagramado y listo. Creo mucho en el valor de la edición, en el valor de construir una obra, esto es algo que me dejo el taller de la Fundación Neruda del cual fui parte el 2013. Un pedazo de madera después de muchos cortes y un proceso largo puede llamarse escultura, un poema después de quitarle algunas comas e intensidades, después de llegar a equilibrar con un remate queda finalmente como poema, antes de eso igualmente es un poema, pero no es lo mismo trabajarlo que solo escribir y ya.

 

Me cuesta un poco pensar en una Arte poética en verdad, es un concepto elevado para una obra que busca plantearse como terrestre más que como una propuesta del todo estética.

 

Para mi este libro significa la materialización de mi trabajo como obrera de la escritura, es un decir “ya está, no estuviste finalmente perdiendo el tiempo”. Hay personas que piensan que cuando uno se ve aparentemente sin productividad no está haciendo nada importante. Pero esta publicación me hace sentir que no es así, que detenerse también implica avanzar por otros caminos y lograr satisfacciones que nos hacen sentir millonarios… solo de espiritu eso si, los poetas siempre andamos con los bolsillos rotos.

 

 

 

 

–¿Cómo vives la pandemia, el estallido social chileno?

 

Tranquila. Agradezco todos los días que no me ha faltado para las cosas más importantes; que la familia se alimente bien, pagar las cuentas básicas, poder ejercitar un poco, realizar actividades como plantar, leer cosas interesantes o ver documentales. La casa me ha invitado también a trabajar más la espiritualidad, a conectar con lo que se es originalmente antes del discurso de “ser alguien en la vida”, peligroso discurso que se cuela entremedio de la piel durante todo el sistema escolar y termina muchas veces desconectándonos de lo que nos hace verdaderamente felices y valiosos.

 

Por otro lado, también ha sido un viaje por la política del país. Mucho ver noticias, analizar los escenarios políticos, ver como mueve las piezas el gobierno una y otra vez quedando en jaque. Tengo toda la fe de que logremos organizarnos y dar el jaque mate para que las injusticias sociales, después de tanto discurso racista, patriarcal, misógino y homófobico, puedan respirar la libertad de ser al fin.

 

 

 

–¿Qué poema tuyo te gustaría leer en una sala de clases hoy?

 

En este momento de mi vida lo que menos quiero hacer es pisar una sala de clases. La sala de clases es el lugar donde la autoridad en un tema expone a sus estudiantes y ellxs deben aprender. No me da confianza un espacio diseñado para utilizar el peso de la autoridad sobre los niñxs. En un parque, en un estadio, en un gimnasio leería todo el libro si hay niñxs entusiastas, un espacio libre de relaciones de asimetría, donde si no les gusta pueden decírmelo, o reírse o retirarse si se aburren sin exponerse a sanciones.

 

 

–¿Qué libros, arte, música le estás hincando el diente esta temporada?

 

Esta temporada ha sido maravillosa en libros, con mi pareja hemos tenido la oportunidad de encargar libros y en nuestra última cajita llegaron 2 libros de Byung- Chul Han, El libro de los símbolos, uno de mitos nórdicos, un libro de poesía nórdica alucinante.

 

En música no he estado muy activa de escuchar discos desconocidos, creo que el papel de la música durante este tiempo ha sido más bien de banda sonora. A veces pongo música de diferentes épocas de la vida y mientras canto o hago las cosas se me vienen recuerdos. Anoche escuchaba un compilado de éxitos fiesteros del año 2000, fue divertido porque en aquellos años yo era niña y en las fiestas familiares recuerdo que comíamos arto y la pasábamos bien jugando taca-taca y tomando bebidas. Otras veces escuchamos un compilado que se llama “ Blondie en casa” y en una lista de reproducción tocan música que uno salía a bailar a la disco Blondie. Ni hablar de los recuerdos ahí, me da mucha risa porque generalmente recuerdo puras maldades. Es maravilloso experimentar un viaje acompañado con la música de nuestros recuerdos.

 

 

–¿Qué verso o frase llevas como un mantra dentro de ti en estos días aciagos?

 

Uf! Difícil pregunta porque no todos los días se han tratado del mismo mantra, diría que todos los días tenemos diferentes problemas y para ellos diferentes mantras. Pero el que más he interiorizado, el que más me quedó grabado fue el “transitar con entereza”. En un comienzo me imagine caminando en una pasarela con mucho estilo y con gafas oscuras. Luego le pregunté a Javier que cómo él imaginaba “transitar con entereza” y me dijo que se imaginaba sobre una embarcación vikinga próxima a desatar una batalla. Nos dio mucha risa las imágenes, muy capitalista la primera y muy de guerrero la segunda.

Pero en verdad transitar con entereza quiere decir que podemos ver la adversidad, ver los problemas desde fuera y responder de manera consiente. Siempre vamos a tener problemas, el asunto va en la actitud que uno toma para transitarlos y ojalá que siempre fuera con entereza. Ojo que no es fácil y no siempre resulta, pero cuando resulta es muy luminosa la sensación.

 

 

–¿Qué escritores nos recomiendas leer?

 

Les recomiendo leer a todos y todas las poetas de Chile y del mundo sin prejuicios, a no tener tanto en cuenta las opiniones ajenas y a empoderarse de sus lecturas. Renato Bertoni, Fabián Burgos, Karo Castro, Javier Ossandón, Sebastián Diez-Cáceres, Andrés Azua, Julieta Moreno, Ninfa María, Francisca Santibañez, Monserrat Ovalle, Juan Carreño, Patricio Contreras, Daniela Catrileo, Ingrid Escobar, Juan Manuel Rivas, Emerson Pérez, Olivia Mortis, Vilka Ansky y todxs los compañeros de oficio conocidos y por conocer. Recomendados 100%.

 

En narrativa chilena, debo decir que lo último que leí fue el libro de Esteban Fernández llamado “A-216” y lanzado este año en marzo por editorial Isi cartonera. El libro trata de cómo una comunidad escolar completa vive el acto de asistir a clases y cómo el sistema educativo en Chile se encuentra en una crisis de articulación educativa y valórica acercándonos al contexto educativo donde importan más los estándares educacionales, la institución misma y los intereses de sus directivos por sobre el bienestar de lxs estudiantes.

Para alguien que quiere saber en verdad qué pasa en un liceo, sin anestesia, le recomiendo esta lectura.

 

 

–¿Un libro que nunca has podido terminar de leer?

 

  1. No hay caso, no puedo concentrarme, siento que Bolaño me entrega la misma fórmula una y otra vez. Quedo atrapada en este pensamiento que no me deja seguir la lectura normal. Además, su tamaño es desafiante y me siento un poco fuera de training. En este momento estoy más conectada con absorber lecturas de corte informativo.

 

–¿Qué viene a tu mente cuando piensas “poesía chilena”?

 

Estas dos palabras juntas abren un campo semántico que significan muchas cosas para mí. Me cuesta imaginarlo como teoría porque la poesía chilena para mí ha sido vivir dentro de ella, sentirla, ver leer a los amigos, a los no tan amigos, ver sus triunfos cuando lanzan libros con puras ganas y sin lucas, ver cómo los poetas envejecen y sobreviven a la locura que a veces significa decidir ser poeta en este país mezquino con el arte, escucharlos conversar horas sobre funerales de hormigas o hazañas absurdas sin buen puerto.

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En el plano literario he escuchado hablar de “tradición”, algo así como que Chile tiene buenos poetas por tradición y es algo que le ha gustado mantenerse en el tiempo. La verdad es que no soy muy amiga de las tradiciones que más bien actúan como maldiciones. La poesía chilena se mueve, cambia, siempre está fresca al contrario de lo que piensan los poetas que se atrincheran detrás de sus escritorios llenos de teorías rebuscadas, imprácticas, fomes.

Si me hablan de poesía chilena para mi es eso, es la poesía que está en la calle latiendo, son los poetas que aún se juntan a disfrutar de la literatura, a compartir sus escritos, a comunicar sus profundidades, esa es la poesía chilena que yo conozco y que me hace vibrar.

 

–¿Cómo ha sido tu relación con la obra nerudiana?

 

La obra de Don Pablo en general ha sido determinante. Sus libros de poesía fueron los primeros que analicé para trabajos universitarios, los primeros libros que sentí y además pude criticar en un espacio académico. Hubo un tiempo donde me dediqué a coleccionar su bibliografía y pude rescatar libros en la Feria del libro como por ejemplo Crepusculario, los veinte poemas de amor, Canto general y el libro que más me impacta Residencia en la tierra. Todos en el entusiasmo los perdí o regalé para que viajara la poesía por el mundo en una suerte de evangelización.

Neruda me parece muy sensorial y creo que plasma de manera maestra lo que sucede en su cuerpo por medio de la palabra, por medio de la poesía y eso es lo que encanta, el poder de enunciar por medio de su pluma una memoria sensorial universal.

 

 

–¿A qué le teme Mónica Zurita?

 

Al ego que es el que nos impide vivir libremente. Es lo único que puede obstaculizar la realización de nuestros más profundos deseos, es el que nos priva de la libertad de vibrar con los que somos. Personalmente me he propuesto llegar al fondo de mis anhelos y creo que el norte más importante en este momento es el deseo de ser y sentirme libre. La construcción del ego es precisamente lo contrario. Quiero ser libre, quiero y deseo profundamente que todos nos sintamos libres porque si no lo sentimos, desde nuestro interior significa que nos sentimos esclavos, nos sentimos llenos de enfermedades, nos llenan de medicamentos para que sigamos funcionales. Quiero ser libre de todo eso, creo en la autogestión, creo en que todxs tenemos algo que aportar pero primero, antes de aportar, debemos abandonar nuestro yo más capitalista y concentrarnos en ese yo primegeneo para poder ser libres.

Le temo entonces a la esclavitud, le temo a no ser fiel con lo que escucho dentro de mí, le temo a que el ego apague la luz una vez más y despierte sin recordar lo que pasaba anoche.

 

 

 

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