Fundación Pablo Neruda conmemora este 2025 los “75 años de Canto General”, libro fundamental del poeta Pablo Neruda, una de las obras más influyentes de la poesía Americana y universal.
Canto general nació de una revelación del ser americano. Cuando era niño, en el Temuco agreste y lluvioso, se perdió en el bosque azotado por un temporal. Ahí tuvo una revelación del continuo vida y muerte, del bosque donde de la muerte y putrefacción de las hojas renacía interminablemente la vegetación. América fue su segunda gran revelación. El poeta escribió:
“…la América excelsa, su edificio al aire se manifestó en la orgullosa y solitaria ciudadela de Macchu Picchu. Fue un encuentro decisivo en mi vida.”
Esto ocurrió en 1943. En el mundo ardía la segunda guerra mundial. “Mientras la razón dormía en el mundo, los monstruos practicaban la suprema carnicería” – comentó Neruda.
El poeta buscó en el pasado otra carnicería como esa. La encontró en la época en que América fue descubierta e invadida por los europeos, cuando “la degradación, el martirio, el aniquilamiento en proporciones gigantescas se ponía metódicamente en práctica”.
En 1943, Neruda dejó el cargo consular que tenía en Méjico y regresó a Chile recorriendo los países que se encontraban entre la cordillera de los Andes y el océano Pacífico.
Llegó a Perú y subió hasta la ciudad perdida: “Macchu Picchu, la misteriosa.” Hizo el viaje en lomo de mulo. Entonces no había caminos.
Reflexiona el poeta: “aquella altísima ciudad se había avergonzado de su propia época, se había reducido al silencio y se había escondido en su propio bosque. ¿Qué les sucedió a sus constructores? ¿Qué había sido de sus habitantes? ¿Qué nos dejaron, excepto la dignidad de la piedra, para darnos noticias de su vida, de sus propósitos, de su desaparición? Nos respondió un silencio sonoro (…)”
Machu Picchu se reveló al poeta “como el perdurar de la razón por encima del delirio, y la ausencia de sus habitantes, de sus creadores, el misterio de su origen y la silenciosa tenacidad desencadenaron para mí la lección del orden, que el hombre puede establecer a través de los siglos con su voluntad solidaria…”
Y agrega: “Allí comenzó a germinar mi idea de un canto general americano. Antes había persistido en mí la idea de un canto general de Chile, a manera de crónica. Aquella visita cambió la perspectiva. Ahora veía a América entera desde las alturas de Macchu Picchu.
Inquieta al poeta la desaparición de los constructores de Macchu Picchu, su ausencia de siglos, su mutismo eterno. Por esto termina ofreciéndose como médium en el último verso del poema: “Hablad por mis palabras y mi sangre.”
“Alturas de Macchu Picchu” es el pórtico de Canto general que a su vez es una aproximación al misterio del origen, de la historia y de la unidad de la América latina. La historia y la prehistoria americanas mostraron al poeta que América era una sola nación. Y él habló por sus palabras y su sangre. Eso fue Canto general.
El poeta contrapone también el silencio enigmático de Macchu Picchu con la agitación magnicida de la guerra mundial. Macchu Picchu parecía estar en reposo, como si descifrara en el aire y la tierra las claves de la historia y la cultura latinoamericanas, es decir como si leyera Canto general.
Texto por: Darío Oses
