Por Ernesto González Barnert
Tomás Harris (La Serena, 1956) es uno de los grandes poetas latinoamericanos actuales, que logró desde temprano sacarle el sombrero al espantapájaros de la poesía nacional con tres libros simplemente demoledores. Después ha venido sumando libros que nunca cejan en su dominio, con baches, periodos oscuros, cumbres impresionantes, pero siempre al corazón del corazón de lo humano, con poemas feroces, perfectos en su imperfección y potencia. Su antología “En el mismo río”, es un maravilloso corte – aunque incompleto y con gusto a poco– del viaje de amor y por consiguiente terrorífico del autor por la vida, tan desmedido como alucinante. Un escritor de luces y sombras, inclaudicable, insobornable y casi salvaje, cuyo espíritu lobo aúlla ebrio de vida, nos conmueve, apasiona, con que fuerza desde que en los 80 abrió fuego desde Concepción y llegó hasta Cuba.
–Michael Hutchense, vocalista de Inxs, decía que “no hay nada más afrodisíaco que te escuchen con atención” ¿Qué piensas al respecto como un poeta activo y de mucha llegada en Facebook?
Sería una falsa modestia afirmar lo contrario. Indudablemente hay algo de “afrodisíaco” o más bien de erótico en una recepción “atenta” a lo que escribes o si tocas o cantas a tu música, y la poesía, sabemos, es una práctica textual muy cercana sino gemela a la musical. Ahora, claro esto de las “redes” face en mi caso que es la que uso, es algo nuevo para mí. Comencé a postear textos propios hace pocos años, 2017. Primero fueron prosas muy autobiográficas y contingentes. Después poemas. Los escribía –escribo- directamente en esa ventanita indiscreta que te pregunta como las “pololas” de la adolescencia “¿En qué estás pensando?. Entonces el poema sale de un tirón y no hay mucho tiempo para corregir. Pero los textos que más me gustan y, claro, que gustan por los “likes” los saco de face, los guardo en una carpeta y corrijo. A veces quedan casi como en la primera escritura, pero como en el face todo es inmediatez y la poesía es todo lo contrario, siempre hay correcciones, pero he tratado de mantener en los poemas que rescato –los menos- de los posteados en la red, ese todo digamos más “liviano”, más “conversacional”, y creo que eso los hace más cercanos al lector. El libro “Unheimlich. Poemas de amor, deseo y de muerte”, que publiqué con RIL ediciones surgieron de ahí. Pero después de un largo y exhaustivo proceso de edición que hice junto a mi editora de ese libro, Eleonora Filkenstein, donde los trabajamos face to face, en su oficina y también por intercambio a través del gmail. O sea que hubo hartos cambios en los poemas, gracias a sus sugerencias y también en la edición y orden final del libro. Creo que lo que quedó de lo publicado en face fue ese tono, como te decía más directo, prístino y cercano a un lector inmediato e instantáneo que daba publicarlos directamente en la red; pero con harto trabajo de corrección y esa ya no tan imaginaria lectura inmediata de la que te hablaba. Algo de ello escribí en un poema de ese libro: “Nuevas formas de recepción”. Y si como decía Mcluhan: “El medio es el mensaje”, algo tiene que haber quedado de la inmediatez del face en los textos. Pero insisto, después de un proceso cuidado y compartido de corrección y edición. Por eso me gusta mucho ese libro, la cercanía con el lector y su respuesta y porque creo que también hay que estar junto a los tiempos que corren y esos tiempos, con también los de las redes, los de cierta inmediatez, tanto en la escritura como en la recepción. Y en eso ese libro que parece tan directo y que como escribió de él Pedro Gandolfo en una bella crítica que hizo en “Revista de libros” no se preocupa de mostrar “su secreta urdimbre”, que de hecho la tiene, pero la oculta o la simplifica.
–Simón Leys, sostiene que “El éxito en literatura es un capricho imprevisible e innecesario” ¿Qué es el éxito para ti, como poeta?
El goce de escribir, primero, pero escribir para tu tiempo y necesidades y pasión. No se trata de “éxito”, sino de estar en concordancia con tu tiempo, y, sobre todo, mantener lo que he llamado “un mismo río”. Ser fiel a tu estética, a tu proyecto poético, con los giros y goznes que te van impeliendo los tiempos: y si tienes lectores, que para mí sería el único éxito, que te lean con pasión y cariño y necesidad: démosle la razón a Simón Leys: lo que se llama éxito en literatura es más bien una concordancia y una sincronía con el lector, por lo tanto claro es imprevisible; pero no un “capricho” – por algo uno se da a esta aventura de escribir, y, sobre todo, necesario, muy necesario, no el éxito, sino la necesidad de ser leído; si no para qué escribir.
–¿Cómo ves al país en medio del estallido y ahora gravemente afectado por la pandemia?
Mal, por supuesto. Cuando mueren miles de chilenos, amigos, parientes, poetas, artistas, etc., chilenos todos, cuando las camas para yacer se hacen ataúdes, cuando la Muerte triunfa como en ese famoso cuadro de Peter Brueghel, el viejo, la cosa va mal. No soy experto en pandemias, solo las he conocido histórica y literariamente. No sé si otra administración estatal lo habría hecho mejor, dado que no sé de pandemias, pero sí hay algo que queda claro: todo esto, y no es un descubrimiento por el “Covid 19”, nos ha abierto más los ojos a las injusticias sociales de Chile: somos un país mal percibido y gobernado, no desde el actual Gobierno, sino desde que pensábamos que éramos democracia y somos un remedo de ello. Y eso lo evidenció el llamado “estallido social”, fue un momento yo diría “épico”, y “revolucionario”, pero vino la Naturaleza e hizo un alto transversal a la cosa social. Ahora es una cuestión de supervivencia, de vivir y sobrevivir, pero hay que pensar que el hambre y la miseria, mata tanto como el virus, y eso sí es responsabilidad del Gobierno de turno, digo, cómo hacerlo menos letal, tanto en el aspecto de la pandemia vital como en la social. En concusión: cambiar urgentemente la constitucionalidad, abrir las arcas fiscales, olvidarse del modelo neocapitalista. Ya no es cosa de ideología, sino de humanidad. Me avergüenza, por ejemplo, escuchar los falaces argumentos, sólo apoyados por una ideología reaccionaria, del Ministro de Hacienda, del Ministro de Economía, todos ellos avalados por el presidente de la República. Mala cosa.
–Mereces de sobra el Premio Nacional de Poesía, ese premio tan codiciado, mal manejado y vilipendiado por la política migajesca, torpe y tardía del Eº chileno con sus tesoros vivos, solo por esa monumental trilogía del Fondo de la cultura “Cipango”, para comenzar ¡Y vaya que comienzo! Uno de esos libros que para muchos es fundamental, parte de la piedra angular de la poesía chilena, que sigue marcándonos a fuego, te volvió rápidamente para muchos de nosotros un poeta mayor y a la vez de culto, maldito, con ese libro del fondo de cultura, que aún se puede pillar sin el sobreprecio y la “vendía” del mercado libresco. ¿Qué piensas del premio este año? ¿quién crees debería además de ti obtenerlo?
Te agradezco tus juicios sobre mi obra, merecidos o no, yo no soy quién para juzgarlos. La aseveración “mereces de sobra el Premio Nacional de Poesía”, me deja en una tesitura difícil, dado que yo no puedo hacer juicios al respecto, pero te lo agradezco. Como te decía. Si he escrito lo que he escrito desde los años 80 –en plena dictadura hasta ahora –en plena pandemia-, vaya, y he insistido, ha sido por amor a la poesía y solo por eso. Y casi siempre contra la corriente. Pero la poesía es eso; es ir contra la corriente oficial y la injusticia, sin ser panfletario; es decir hay que inventarse y reinventar la chilena poesía. Creo que con “Cipango” me acerqué a lo que te digo. Pero no soy yo el deba juzgarlo. Y sobre el Premio Nacional es lo menos que me preocupa ahora, incluso este año lo pienso un tanto obsceno hacer cola para ello, intrascendente, banal. Me preocupa más la supervivencia del día a día a día. Una vacuna contra el virus, es más primordial. Ubiquémonos. La verdad es que me da una santa huevada quién lo gane y porqué. No estamos ahora para esas discusiones nimias.
–Hace poco vi un meme que decía que la cerveza viene de lo mejor de los hombres, pero el vino directamente de Dios, qué piensas del “deporte” de los poetas chilenos, como un poeta marcado para bien o para mal por su sino, con libros y poemas que aluden al tema. ¿Mejor morir de vino que de tedio como diría Jorge Teillier?
Indudablemente. Mejor morir de vino que de tedio, sobre todo ahora. Morir de embriaguez, como decía Baudelaire, pero de toda embriaguez: de vino, de droga, de vida, de poesía, de virtud. Y un abrazo a Jorge, que lo sabía tan bien como Rimbaud.
–¿Cómo fue crecer entre Teillier, Lihn, Rojas, Parra, Anguita, Uribe, Barquero, Millán, Díaz Varín, etc. Para los poetas de tu promoción?
Fue como para Teillier, Lihn, Rojas, Parra, Anguita, Uribe, Barquero, Millán, Díaz Varín crecer entre Huidobro, De Rokha, Mistral, Neruda. Es que la poesía chilena es enorme y, en cada contexto, sigue siéndolo. Y para no parecer soberbio, me remito al concepto de Harold Bloom, ese de la “angustia de las influencias”. Creo que aclara de alguna manera el asunto.
–¿Qué poema escrito con posterioridad a esa tremenda antología “En el mismo río” (UDP, 2017) que reúne 30 años de poesía, desde 1985 a 2015, leerías en una sala de clases, le agregarías a la reedición?
Gracias por lo de “tremenda antología” “En el mismo río”, dado que las ediciones UDP me dio la posibilidad de hacer una auto-antología, es decir, la compilé yo. Por lo tanto igual se me hace difícil el juicio. Pero fue una bella antología la de Ediciones UDP, que gradezco mucho. Incluso el prólogo lo escribí yo. O sea es una antología diríamos muy “personal”. Respecto al meollo de la pregunta, si hubiese una reedición agregaría un poema de amor de “Crónicas Maravillosas”: “Los sentidos de la épica”. Y algunos poemas de “Unheimlich”, ya que no se había publicado entonces.
–Si hoy te pidieran un poema de amor de tu mano para una antología ¿Cuál te gustaría enviarles?
El que le faltó a la antología “En el mismo río”: “Los sentidos de la épica”, ya que creo, ahora, que los poemas de amor son los imprescindibles, y ese es para mi gusto, un bello poema de amor dedicado a Teresa Calderón, el amor de mi vida, escrito con la pasión de los 30 y tantos años, los primeros años de nuestra vida en común.
–¿Cómo es vivir con otra gran poeta de compañera, Teresa Calderón?
La respuesta sería cómo es vivir con la Tere: una gran y tremenda mujer, que ama como nadie te podría amar; que te apaña, como nadie te podría apañar, aun en los peores momentos; que te perdona, cuando dejaste una cagá grande, en cuestiones de amor, que nadie perdonaría; que es una mina –y sé que le diga mina a ella no le disgustará- como ninguna; que pasamos la pandemia y el confinamiento –con la pena por el sufrimiento de los demás- plenos, abrasados, despertando día a día como si fuera el último. Y también mi admiración por ella, por su poesía, que para mí es una de las mejores de nuestra generación, la de los 80: pletórica, pasional, sin aspavientos vanguardistas –que, finalmente, es lo que menos queda de una buena poesía- y con una gran conciencia de los contextos y de la tradición.
–¿Cómo ha sido tu relación con la obra nerudiana?
Neruda es un poeta no sólo fundacional sino uno de los mejores. De su extensa y tal vez desmesurada producción poética, he aquí uno de los mejores libros de lengua castellana: “Residencia en la tierra”; me enseñó a escribir, le copié de buena manera en “Cipango”; para mí uno de los mejores poetas, como decía en lengua castellana, solo quizá, junto a César Vallejo: creo que “Residencia en la tierra” y “Trilce” son los más grandes libros del siglo XX, no solo en nuestro idioma, sino en la poesía universal de siglo pasado. Y como hombre, fue un gran tipo: cómo se las jugó por los exiliados que llegaron en el Winnipeg, y cómo ellos dejaron en pintura, en la cultura toda, un legado enorme para Chile. Y Neruda lo hizo posible. El resto, paja de la “corrección” genérica, cosa totalmente circunstancial.
–¿Qué libros, películas, series, pinturas, te han acompañado en esta cuarentena, llamado profundamente tu atención?
Libros: en realidad los de siempre, relecturas, como “Bajo el Volcán” de Lowry; “La muerte en Venecia” – a propósito de la pandemia- de Thomas Mann; la posibilidad de releer a Borges, sobre todo “Ficciones”. Y poesía, claro, Vallejo, detenerme en Vallejo, como una oración pagana y Lihn y algunos poetas jóvenes: Rafael Rubio, Gustavo Calderón, Germán Carrasco y Juan Carreño. Volver a gozar para mí los dos grandes –en el menos es más de mi generación-: Diego Maquieira y Paulo de Jolly. Y Phillip Dick, sobre todos sus cuentos completos y también los cuentos completos de Levrero. Y un libro que me ha conmovido mucho: “Todo es personal” de Simón Soto, obvio por qué. También, por un taller de literatura gótica que daré en julio, los clásicos de la narrativa gótica de los siglos XIV y XX: “El Monje” de MG. Lewis y “Melmoth, el errabundo” de Maturin. Y un descubrimiento notable: Thomas Ligotti. ¿Series?: me dejo llevar por los thrillers: “The Mentalist”; “The Sinner” (las 3 temporadas) con ese policía interpretado por Bill Pullman, siempre al borde de la jubilación y triste; “Bosque adentro” de Polonia; y “Better Call Saul”, con la que me pude poner al día y espero la última y sexta temporada. Películas: por ahora y en “streaming”, varias, pero me quedo con las españolas “Ha quien a hierro mata” y “Tu hijo”, y ya las clásicas “per se”: “El irlandés” de Martin Scorsese y “5 sangres” de Spyke Lee, granes ambos, comprobado, sin duda.
– Por último, Tomás ¿Qué verso te acompaña como un talismán o mantra estos días aciagos?
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.
(César Vallejo: “Los nueve monstruos”)
Thomas Harris, Nicolás Miquea, Carlos Cociña y Carlos Decap: hicimos poesía en y desde Concepción:
Foto: Juan Carlos Villavicencio.