Noviembre 7, 2024

El estilo de mis matemáticas, la antología poética de Mauricio Redolés

 

 

 

Por Ernesto González Barnert

 

 

[Antología de poesía, Lumen, Abril 2017, edición y prólogo de Y. G. C, 259 páginas]

 

 

Mauricio Redolés (1953) nos recuerda que los mejores poetas no necesitan escribir bien, esa trampa del buen gusto, ni mucha inteligencia o conocimiento, aunque la hay a manos llenas en su poesía. La educación poética no existe en nuestro “Far west, si no es para dispararle a los pies y que baile de lo lindo. Lo que sí tiene que tener un poeta de verdad es una portentosa y vigorosa sensibilidad e imaginación, una sabiduría de lo que uno es capaz de sostener en sus propios hombros y una férrea voluntad por expresarse, proyectar, llevar la fea verdad, con minúscula, a la sedienta y bella verdad, con mayúsculas. Y Redolés es amo y señor en sus dominios líricos de nuestro tiempo.

 

Una escritura que siempre parte de un punto de no retorno (Kafka dixit), que va desde la vida a la poesía (escritura) o viceversa, desde el amor o la ternura, de sí mismo o hacia otros, atento con la justicia y lo humano a flor de piel, como tatuajes, varas o tragos amargos. Y lo hace siempre sin subirse al cajón de tomate o púlpito, alejado de esa pandemia del abajismo o sermón en la poesía chilena que nos ataca día y noche, hace años.

 

El poeta del “Bello barrio”, confirma con este corpus mayor, su posición innegable como uno de los grandes referentes literarios de nuestra época. Un poeta y músico que alcanzó cotas altas de precisión y emotividad, brutalidad y salvajismo, en los intersticios oscuros de la historia política de Chile, del amor, del canto como un trozo de memoria, del poema como un ajuste de cuentas, del poema como un pedazo de humanidad, por aporreado o desprolijo que vaya, se nos dé.

 

Redolés, al igual que Víctor Hugo, sabe “que las palabras son esos transeúntes misteriosos del alma”, ese espíritu de pasos (dentro y fuera de Chile) resuenan en nuestra cabeza, con claridad y brío, al terminar esta antología. Y que como la pintura de Delacroix, inyecta realidad –Así como Lira, Bertoni, Parra, Chico Figueroa– al sueño (o pesadilla) de país, sin perder un sentido heroico de la resistencia y resiliencia. Sin duda, Redolés es uno de esos poetas que se atreven a decir, como los niños, “el rey va desnudo”. El estilo de mis matemáticas, es un libro inmenso, aguerrido, cultural, políticamente incorrecto de tan correcto con el espíritu salvaje de la poesía, que trascenderá nuestra época, escrita en el quicio y desquicio del siglo XX pasando al XXI, en el desasosiego y azote de una democracia en la medida de lo posible.

 

No deja de tener razón el pueblo y los lectores que vienen siguiendo estos poemas con fascinación. Aplauden esta nueva “remasterización” como dice Yanko González Cangas, que trabajó esta edición y escribió el prólogo. Como sostiene Chesterton, un escritor que raramente se equivoca, que estúpida es la idea de que en nuestra época una obra popular no es buena. Este libro es prueba de que lo popular y lo bueno generalmente van de la mano. Larga vida al poeta oficial de los etruscos, aunque nos diga una y otra vez que no, que cortemos el hueveo.

 

 

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