Fundación Pablo Neruda conmemora este 2025 los “75 años de Canto General”, libro fundamental del poeta Pablo Neruda, una de las obras más influyentes de la poesía Americana y universal.
Los primeros navegantes europeos que arribaron a América no sabían a dónde estaban. Su destino inicial fue la tierra de las especias, en Asia, pero con el tiempo cundió la sospecha de que habían ido a parar a otra parte. Al llegar a la desembocadura del Orinoco, Colón creyó que estaba en las puertas del Paraíso. Por su parte, los habitantes autóctonos de América no tenían ni siquiera la noción de habitar un continente que compartían con otros pueblos.
Luego de percatarse de que habían llegado a un mundo nuevo y extraño, los europeos se dieron cuenta de que no tenían las palabras necesarias para descifrar ese mundo.
Los cronistas coloniales intentaron dar cuenta de las singularidades del mundo americano. Los naturalistas bautizaron sus especies vegetales y animales y las ordenaron con códigos europeos.
Mucho tiempo después les tocó el turno a los poetas. Al hablar sobre Canto general en el Congreso Continental de la Cultura, en 1953, Neruda dijo: “Nuestras plantas y nuestras flores deben ser por primera vez contadas y cantadas. Nuestros volcanes y nuestros ríos se quedaron en los secos espacios de los textos. Que su fuego y su fertilidad sean entregados al mundo por nuestros poetas.”
Canto general se abre con la sección “La lámpara en la tierra”. Neruda visita imaginariamente esta tierra adánica. Ve su propio cuerpo envuelto con la vegetación hasta confundirse con ella cuando dice:
“Tierra mía sin nombre, sin América, / estambre equinoccial, lanza púrpura, / tu aroma me trepó por las raíces / hasta la copa que bebía, hasta la más delgada / palabra aún no nacida de mi boca.”
En la estrofa siguiente, el poeta insiste en la condición todavía innominada del paisaje:
“A las tierras sin nombres y sin números / bajaba el viento desde otros dominios.”
La escena del paraje sin nombre había aparecido antes y después de Neruda en la literatura latinoamericana. Así por ejemplo, en Cien años de soledad García Márquez construye un pequeño paraíso: el pueblo de Macondo en el que “… el mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre…”
Al paraíso de Canto general llegan los pájaros a poblar a los árboles y al aire. Luego los ríos establecen su sistema de venas y arterias sobre la tierra impoluta.
Desde su sueño inmóvil los minerales despiertan al martirio de la fundición. Dice el poeta:
“Madre de los metales, te quemaron, / te mordieron, de martirizaron, te corroyeron, te pudrieron / más tarde cuando los ídolos ya no pudieron defenderte.”
Finalmente llega a la escena de la creación el hombre: “Como la copa de arcilla / era la raza mineral, el hombre, limpio como los cántaros, sonoro.”
Se ha calificado a Canto general como una Biblia americana. Despliega a las especies animales y vegetales que van ingresando una a una a la escena de la creación, hasta concluir con el hombre, todavía en estado de pureza: “limpio como los cántaros”.
Esta es una Biblia sin dioses. Las especies llegan no sabemos desde dónde: “Vienen los pájaros”, “Los ríos acuden” son los títulos de algunos de los poemas de este Génesis que no tiene soporte teológico. Desde luego este no contar con escrituras sagradas establecidas y canónicas hace más difícil descifrar el mundo americano solo por sí mismo.
Este relato cosmogónico continúa con la irrupción de los conquistadores europeos y la destrucción del ese mundo paradisíaco que sobrevive, sin embargo, en el inconsciente colectivo del hombre y la mujer americanos de todos los tiempos. Una de las constantes de la historia de América es la utopía de la recuperación, en sueños o en combates, de la época de los orígenes. La aspiración de revivir ese entonces primordial se ha manifestado en poemas, ensayos, relatos y en movimientos de emancipación en todos los tiempos.
En “Amor América”, el primer poema de Canto general, Neruda dice: “…como una rosa salvaje / cayó una gota roja en la espesura / y se apagó una lámpara en la tierra.”
Texto: Dario Oses