Noviembre 8, 2024

Cierre del Taller de Poesía Fundación Pablo Neruda en La Chascona

Por Ernesto González Barnert

El taller de poesía organizado por la Fundación Pablo Neruda, dirigido este 2024 por el poeta y académico Francisco Martinovich, ha concluido en un espacio emblemático para la cultura chilena: la Casa Museo La Chascona. Durante estos meses, los participantes exploraron distintas corrientes y técnicas poéticas, aprovechando la inspiración del entorno en que vivió Neruda. Martinovich, reconocido por su rigor literario y su enfoque académico, guió a los asistentes en un viaje a través de la tradición poética y la innovación, estimulando una escritura comprometida y un análisis profundo de la palabra.

La experiencia no solo representó una oportunidad para desarrollar habilidades de escritura, sino también para dialogar y reflexionar sobre el papel de la poesía en la actualidad, siempre a la sombra inspiradora del Premio Nobel chileno. La Fundación Pablo Neruda reafirma con este taller su compromiso con la difusión de la poesía y el apoyo a nuevas voces en un entorno cargado de historia y significado para la poesía chilena.

Integraron este taller las y los poetas: Helena Luz Viera, Hildegard Aubel Sánchez, Gabriel Hernán Godoi Vidal, Enrique Paredes Bassi, Zita Valentina Fernanda Henríquez Díaz, Ignacio Alfredo Irigoyen Álvarez, Tadeo Villanueva Villagrán, Victoria Roxana Triviño Ramírez, Adolfo Javier Villalobos Pérez y Emilia Josefina Mateluna González.

 

 

—Francisco Martinovich: ¿Qué impacto crees que tiene trabajar en un lugar tan simbólico como La Chascona en la experiencia y el proceso creativo de los participantes?

 Creo que un motivo principal de la existencia de este Taller por más de tres décadas −¡ya bien encaminado hacia las cuatro!− es su sentido de espacio tradicional consolidado para la literatura chilena. Trabajar lunes a lunes en La Chascona hermana en el tiempo a estas y estos 10 jóvenes con los cientos de participantes del taller a lo largo de la historia. Esa experiencia y pertenencia construida en torno a un espacio casi mítico no se consigue en muchas otras partes. Por otro lado, el trabajo mancomunado en torno a los textos y proyectos que conforman el taller también empapa el proceso creativo. Todas las manos sobre la misma mesa que alguna vez perteneció al poeta enriquecen el trabajo de manera difícil de dimensionar, pero cuya marca es patente y persistente en el tiempo.

 

¿Cuáles son los elementos o técnicas poéticas que buscaste enfatizar en el taller, y cómo viste su evolución en los asistentes a lo largo de las sesiones?

El proceso de este Taller tuvo relación directa con la articulación de proyectos de escritura poética de sus participantes, por lo que el principal esfuerzo tuvo que ver con el potenciar la naturaleza propia de los mismos a partir de su lectura, de la sugerencia de estrategias para consolidar aspectos de sus obras el mundo, el imaginario, el campo semántico y el tratamiento de la palabra que los caracteriza. Creo que el esfuerzo tuvo consecuencias muy positivas en el trabajo de las y los poetas, y además en su manera más completa de acercarse tanto a sus proyectos como al de sus compañeras y compañeros. Son autores de los que muy pronto comenzaremos a escuchar y leer de manera persistente como agentes activas y activos en nuestra tradición poética.

 

¿Qué importancia consideras que tiene este tipo de talleres en la formación de nuevas generaciones de poetas en Chile y cómo ves el rol de la Fundación Pablo Neruda en este proceso?

La gran extensión de la literatura chilena desde fines del siglo pasado tiene una vinculación directa con este Taller y con el rol de la Fundación Pablo Neruda.  Así como quienes fueron jóvenes poetas en Chile a fines de los ochenta encontraron en esta instancia un camino hacia la profesionalización y el desarrollo de sus carreras y obras, hoy creo que es más necesario aún el que existan talleres como este en que no solo se desarrollan proyectos, sino que se adquiere una conciencia histórica de la continuidad de la literatura en Chile y la idea de una “generación” como bloque colectivo, y no de obras y autores aislados y  sin espacio real para dialogar. Para ello se necesita de estos talleres y de las instituciones que les permiten seguir existiendo.

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