Noviembre 21, 2024

«La poesía no parodia ni remeda al mundo: lo grita». Reseña sobre «Piensa y repite» de Camilo Brodsky

 

Por Ernesto González Barnert

 

Celebramos este nuevo poemario de Camilo Brodsky [1974], especie de obra selecta, publicada e inédita, bajo el sello Aparte este 2023. Esta selección tuvo la colaboración del poeta Lucas Costa en su armado y visión. Para mí, que vengo atendiendo la obra de Camilo y festejando sus aciertos hace rato, este corpus poético, representa la consagración de un trabajo disciplinado, constante y poderoso. Un trabajo como diría el poeta Carlos Henrickson en el epílogo que busca alzarse a la altura de su tiempo. Comparto también con Carlos en su lectura de este hermoso libro el concepto de la persistencia del afecto en la propia biografía leyéndose en la luz atemporal e histórica de los vencidos. Como dice Jorge Luis Borges: “La derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce.” Esa dignidad es lo que salta una y otra vez en estas páginas. Nos conmueve.

También me alegro que el “viaje” que sella este volumen, no distorsione ni deje los temas que le son caros a Camilo, sean un puerto de entrada y salida, más que logrado y crucial para leer a uno de los poetas que reconfigura el mapa de los 90-2000. No era fácil armar un recorrido con obras tan cerradas y orgánicas como Whitchapel o La noche del Zelota. Creo que no se perdió el espíritu crítico, tierno, violento y ácido con que –Brodsky Bertoni– asume una voz moral y consciente, en difícil equilibrio entre la lucha y el desencanto, lejos de cualquier estrado o púlpito de salón.

Comparto con el poeta Carlos Soto Román el mote aplicado a esta obra en el texto de contratapa de “poesía situada”, “no en un tiempo ni en un espacio particular, sino en una utopía y en el convencimiento de que la literatura es una forma de vida y esa forma es indefectiblemente política cuando el que habla acá es poeta, testigo y sobreviviente”. Pero creo que es difícil desenredar en su obra lo documental y confesional, creo que en ese amasijo salvaje de ambos, es donde logra sus mejores poemas porque una de las cosas que Camilo domina con habilidad es la capacidad de moverse en el tiempo y el espacio, en las historias pequeñas como grandes, suyas como ajenas, sin perder la plasticidad del que habla con su propio corazón, a calzón quitado.

Poemas como “El latín de los obreros”, “las canchas”, “las anotaciones al margen: días de lluvia”, “la niña que escuchaba el jazz [canción de cuna]”, “Garzas del Marga Marga”, “Hoteles a los que les gusta la poesía”, “radio.uchile.cl/miércoles 8 de octubre 2014”, “El pintor de batallas”, “las versiones del silencio”, “Violín y Wyoming”, “La luna es como un perro que se llama perro”,  “Larisa Trachenko”, “Elmostrador.cl/jueves 16 de octubre de 2014”, “Bruno”, “J”, “Vestirse con los muertos”, “Las verdades irrefutables: Discovery channel quotes”, “Dresde”, “Sinusitis y separación”, “La bicicleta de Sergio Tormen”, “Incendio en Valparaíso…”, ELPAIS.COM.UY…”, “El último Berserker”, “Recuerda”, “59 misiles BGM-109 Tomahawk”, nos emocionan y conmueven, entre todo el resto que no se queda atrás, volviéndose un libro que también es una vida. La poesía de Camilo Brodsky grita el mundo, nuestro pedazo de mundo, con todo su claroscuro, en los pliegues y repliegues de la derrota [colectiva y personal], pero no para remedarlo o parodiarlo sino para amarlo a gritos pese a todo. Porque el amor como dice H. Arendt: “debido a su pasión, destruye el en medio que nos relaciona y nos separa de los demás.”

Sean historias locales o universales, ecos o coletazos informativos, crónica roja, denuncia política, escenas familiares donde siempre está detrás el crimen y la destrucción militar que permea nuestras sociedades bajo el decorado de la civilidad y prosperidad, el poeta de “Piensa y repite” sabe hacerlas cruciales pese a todo el absurdo y maldad que cargan, las atrocidades que envuelven, la desesperación que envuelven. Sabe querer a su manera este tejido social descompuesto en que las cosas son y no son.

Elías Canetti decía que así como las palabras nos llevaban a la guerra, también deberían ser capaces –esas mismas palabras– de impedirla. La feroz crítica, consciencia moral de estos poemas, la inmersión en los claroscuros de la historia y el propio devenir, son también una manera de impedirlas porque la memoria es un esfuerzo cuesta arriba para articular una resistencia frente a todos esos palos, balines, bombas, exilios, destierros, asesinatos que vienen de fuera, son absorbidos por dentro.

Que agrado es leer a Camilo Brodsky, encontrarse con un poeta que sitúa su discurso lírico, el aparato retórico y literario, en el acontecer histórico-político, para erguirse en las convulsiones de la posmodernidad tanto en lo social, como en la esfera familiar, como un férreo defensor de lo humano en el sentido más clásico del término, contra el terror y la miseria moral que acecha, trabajando la poesía en el giro del cronista o documentalista. Sea la historia dictatorial de Chile [una historia interminable a su manera], el devenir latinoamericano, Siria o Auchtwitz, Whitchapel o Galilea,  el sujeto consciente, emocional y político que toma la posta aquí siempre lo hace para domar la atrocidad que nos circunda y nos rebaja, daña lo querido, ensucia la mirada informativa y noticiosa en su arrebato de poder y dinero. Brodsky no quiere que nada nos sea indiferente, tampoco sus propios muertos, quereres, dolores.

Camilo Brodsky,  con “Piensa y repite” –poemas inéditos y selectos–, nos deja uno de esos libros hermosos y claves del año en curso. Una joya que es lectura escolar obligatoria en nuestra escuela de la cimarra. La reconfiguración de los 90 no puede venir sin varios poetas que están hoy aclarando la película, sólidos, aguerridos, en esta tecla testimonial y situada. Poetas que entienden eso que decía Hannah Arendt: “En la medida en que realmente pueda llegarse a “superar” el pasado, esa superación consistiría en narrar lo que sucedió.” Por eso, este autor piensa y repite. Y claro, al intentarlo, fracasa cada vez mejor como dice Samuel Beckett. Sin duda, el poeta de Villa Frei, sabe cortar y aprehender al final de cada encrucijada o poema, sabe lidiar y echarse lejos de cualquier autocompasión o ilusión en la resistencia, con temple zen: “no hace falta/ llegar a ninguna parte”.

 

+ sobre Camilo Brodsky:

https://cultura.fundacionneruda.org/2022/03/04/entrevista-a-camilo-brodsky-b-me-largo-a-escribir-hasta-que-esta-cerrado-el-circulo-con-harta-investigacion/

 

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