Por Dafne Malvasi
En Variaciones sobre el derecho a guardar silencio de Anne Carson, la autora canadiense se enfrenta con la práctica de la traducción y su sentido: con las palabras y lo que hay entre ellas, o sea el silencio.
El silencio no como opuesto a la palabra sino como pausa de la misma.
El silencio es necesario e indispensable en el proceso de traducción del texto y como la misma Anne Carson afirma “hay algo enloquecedoramente atractivo en lo intraducible, en una palabra que guarda silencio en el tránsito».
Por ello, la traducción es un tercer espacio para nombrar lo nuevo, para renombrar lo que siempre ha estado ahí «frente a una palabra que se detiene a sí misma, en ese silencio…
Fui preparada para procurar la exactitud y para creer que el conocimiento riguroso del mundo, sin residuo, es posible para nosotros.
Este residuo que no existe; sólo pensar en él me renueva».