Por Eugenia Brito, poeta y académica
Conocí a Camila Albertazzo como poeta y como lectora en el Taller Literario al que me invitara la poeta Gladys González el año pasado. Sus textos eran descollantes y de inmediato ocupó un lugar muy destacado en mi Taller.
Pájara Lengua es su primer libro de poesía, un texto en el que se encarna un proyecto poético y político, con un afán deconstructivo, al modo derrideriano. También feminista, por el proyecto literario y lingüístico que encarna y desde el cual nos ofrece un texto centrado en la búsqueda de una identidad, cuya fuerza motora es la recuperación y recreación de una lengua que contenga el ser quechua, una lengua en que lo quechua y específicamente lo diaguita y sus huellas tengan un nuevo cuerpo, reencantándose por sobre la modernidad que los olvida o que los asimila a la cultura y a la lengua dominante. También es un texto feminista, que realiza unhomenaje a la mujer desde el primer epígrafe hasta el último, son de textos escritos por mujeres: Cristina Peri Rossi, Gabriela Mistral, Graciela Huinao, Camila Fadda, Nadia Prado, Roxana Miranda Rupailaf, Verónica Zondek conforman el grupo de poetas que acompañan, con sus voces los sentidos de este texto que planea, de manera vanguardista, invertir el orden de las cosas, y que lo superior, ubicado por las voces patriarcales dominantes, en el orden inferior, recupere, en una ruta sagrada y profana, su lugar “arriba “, en el orden espiritual y metafísico.
Ese es el vuelo, y al decir vuelo, me refiero a la dimensión significante que anima a este libro. El antakari, la ruta esencial planteada por los diaguitas por el Norte lo rehace con desgarro, plena de los cerros y de las piedras, acompañada del viento y de las voces del mar, renaciendo en un “río de Lenguas “
El paisaje del Norte es el gran escenario y también podría decirse, el gran actor de este libro. Sus piedras, la calamina, su barro, su minería, sus cardos, integran el ser de la poeta, y son, las materias del texto, a la manera de las materias, delineadas por Gabriela Mistral en su libro Tala
Pan, Sal, Agua, Cascada. en Sequedal y El aire son los cinco grandes poemas de Materias, de Tala, a mi juicio, el gran libro mistraliano,. Hablando de este pan Mistral dice: “es otro y es el que comimos / en tierras donde se acostaron /Abro la miga y les doy su calor; los volteo y les pongo su hálito”Estas materias, fundamentales eran la ruta que permitía a Mistral recordar su tierra, imprimir sobre ella lo que más amaba y sentirse un ser íntegro dentro de su mundo. Son materias sencillas, pero fundamentales y dadoras de un tiempo único, sagrado.
Lo mismo ocurre con Camila Albertazzo, en cuyo caso, es el cuarzo, el carbón, la pirita: “Las rocas tienen memoria / Sus huesos duros son el tiempo/ vieron el hueso arder en el desierto / guardaron tegumentos / de rieles/ carcomidos”
Con estas materias, busca armar la casa de esta lengua: Sol. Cactus, Hojas de palqui, es la casa.
Pero la casa a veces mata como nos dice en Casas de Barro, p.24-25: “sus habitantes gravitan en trozos / alrededor de los pedacitos de los ventanales “Las casas pueden vagar buscando “el color azul celeste de su memoria”. La casa puede a veces ser un nicho y Albertazzo cuando habla de casa se refiere a una casa mundo, con una capacidad de contención y de proyección, que sea capaz de ensanchar sus límites y fronteras hasta ser universo, “río de lenguas y de mundo”.
De esta manera, teniendo como casa, dos lenguas, el extinto kakán, lengua diaguita y el español, busca ella una tercera lengua, que junte las significaciones perdidas de esa posibilidad del ser anidada en la mente, que es la historia diaguita, unida en corro con el español del Norte de Chile, para así construir, la casa imaginaria. En Transmutación, poema que le sigue, afirma que se posiciona “justo debajo de los recuerdos”, es decir, más allá del olvido que los convierte en huellas de un tiempo que se fue. Gracias al viento, como Mistral, encuentra la fractura del ser que, aunque destruida, balbucea en su mente. Y acoge, esa pluma rota
Luego la sal es la materia en la que se encuentra la lengua kakán, de los diaguitas tal como nos dice la poeta en su texto “Anima Christi”,p.34-35.
Su lengua es una conversación secreta con las plantas, las piedras, por ello, una lengua verde y blanca que aunque ya no está se escucha a través del silencio, en la arena, el mar del Norte y en la pampa. “La ciudad encapsula la lengua / atraviesa / la memoria / desarticula el sonido”, p.32. Con esa lengua se vuelve greda, “la mitad partida del cerro y un cactus que recuerda el olvo”..
No todo es desaliento, sin embargo. En el poema “Wiñoltripantu”, bajo los pies de barro de la extranjera, surge la raíz y las semillas negras palpitan en ella constituyendo este nuevo ser, armado de su lengua, dinámica, viva, esplendorosa. “De la lengua a la roca / florece el desierto cíclico”
Y así va ocurriendo esta transmutación, en que el ser, el pensamiento y la escritura, se funden, en la grieta profunda de la roca. Así como nace el lapizlázuli. Y la pájara lengua puede pensar en nacer.
El bilingüismo y a ratos trilingüismo de la poesía de Albertazzo tiene otro matiz también, no sólo poética y vanguardista. Es música y puro significante, impulso que imprime su desafío político sobre la entraña del verbo para hacerlo piedra fundante, y permitir que éste muestre lo que se ha ocultado por siglos: su memoria kakán, diaguita, y con ella , la pertenencia, la residencia en la tierra de este poema y de esta poeta. Porque según Gayatri Spivak, la teórica india de la subalternidad, una forma de planear una resistencia, una subversión y una manera de hacer política era y es horadar la lengua, la patrona y madre del colonialismo.
Y por ese trabajo yo aplaudo el nacimiento de este libro. O libra como lo quiere Camila Albertazzo.
Pájaralengua de Camila Albertazzo (EDS. Borde Libre, La Serena, 2022)