Septiembre 18, 2024

Pablo Neruda y Juvencio Valle, una amistad inquebrantable

 

Por Pablo Salinas, escritor y artista visual

 

En el siglo XX la poesía en Chile florece de manera inusitada. Emergen las grandes voces de la creación poética y, de la mano, las grandes querellas literarias. Legendaria es ya la disputa que involucra a tres de las mayores figuras de nuestras letras, Neruda, Huidobro y De Rokha. Por esos años, cuando efervescencias creativa y beligerante estaban a tope, una relación resaltó como ejemplo de amistad a toda prueba. La que unía a Neruda y Juvencio Valle. El vínculo entre ambos se remonta a los años de infancia de ambos poetas. Valle nace en 1900 cerca de Nueva Imperial y realiza sus estudios escolares en el Liceo de Hombres de Temuco, donde coincide con un pequeño Neftalí, de no más de 6 años. La amistad se empieza a forjar desde el primer día de clases, cuando el profesor los hace sentar juntos, y se mantendrá sin altibajos por más de seis décadas, hasta la muerte del Nobel.

Durante la década de 1950, Juvencio Valle es visita frecuente en la casa de Neruda en Isla Negra. Incluso suele pasar junto a su familia largas temporadas veraniegas en la residencia, cuando su amigo se encuentra de viaje. Valle recuerda:

“Para su cumpleaños, Pablo hacía una gran fiesta; se reunían todos los amigos que partían en grupos a Isla Negra, llegaba gente de todos lados. Al principio era una casa muy desprovista, pero con el tiempo la fue mejorando. La fiesta duraba todo el día, y continuaba al día siguiente, con almuerzo.”

En 1966, Juvencio Valle obtendrá el Premio Nacional de Literatura. En 1976, comprará un terreno algo más al norte de la propiedad de su gran amigo, quien había fallecido hacía tres años. En una ubicación privilegiada, construye una casa, con una vista espléndida orientada hacia el sur del Pacífico.

 

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