En el marco de las Actividades Culturales PAOCC 2023, Fundación Pablo Neruda presenta la obra de la artista chilena Lía Villalobos, quien visitó La Chascona para compartir su música y escritura creativa. Poeta, dramaturga, música y traductora, Lía ha explorado distintas manifestaciones para expresarnos a través de su arte sus inquietudes y búsquedas. Compartimos un video con una muestra de sus actuales textos y fragmentos de su última obra dramática. Agradecemos mucho la participación de Lía, una de las nuevas e importantes artistas nacionales.
Lía Villalobos
(Julio de 1986, Santiago de Chile). Licenciada en Lengua y Literatura inglesa, traductora y cantante. Magister en TEFL. En el 2012 crea junto a un grupo de poetas y escritores el colectivo artístico Menagería poética, formando parte del equipo creativo y editorial de la revista literaria de nombre homónimo. En esta agrupación también participa como músico y cantante en diversos eventos culturales con “Lía Villalobos trío”. En 2013 es parte del taller literario LEA realizado en La Chascona. Durante ese mismo año forma parte del proyecto de la editorial cartonera Bajo Cuerda, junto al poeta Esteban González Pastenes. Cuenta con dos poemarios breves, autopublicados en conjunto con la editorial Bajo cuerda. En el año 2014 comienza a trabajar como directora y dramaturga en compañía UBUNTU, estrenando la obra teatral “Peras de Agua”. Actualmente continúa con su labor como dramaturga en la misma compañía, con la obra “Ballesteros” próxima a estrenar.
Ballesteros
Obra original de Lía Villalobos
(extracto)
Danilo: De chico que me gustaban los peces. Mi mamá no me dejaba tener, porque decía que son complicados y caros y que tener animales encerrados trae mala suerte. Que al final se terminan muriendo de pena, o se vuelven locos. Un día llegó con un gato. Pero a mi no me gustan los gatos, me gustan los peces, y los gatos se comen a los peces ¿Cómo me hacían algo así? Igual era lindo el gato, pero a mi me daba pica hasta verlo que comía ese alimento en forma de pescao’.
Yo me piqué tanto que mi tío Brayan me prometió que íbamos a ir a conocer los peces de verdad, a la playa. El fin de semana nos metió a todos en su camioneta, y partimos a Cartagena. Yo nunca había ido al mar. Me acuerdo que corrí, al ver las olas y me tiré al agua con ropa y todo y abrí la boca pa tomar… puaaaj! ( se ríe) ¿ Cómo nadie me avisa que la cuestión era salá? Mi tío se retorcía de la risa, y a mi no me importó.
A mi no me gustan los gatos, porque hasta a los pajaritos se comen.
Yo lo había pasao’ tan bien que sentía que me ahogaba, el aire no me entraba en el pecho. Mi mamá jugaba a darme besos y nos dejó comernos 3 huevos duros a cada uno con mi hermana. Mi tío nos regaló bebida. Yo sentía que no se podía ser más felíz, que quería que ese día no se acabara nunca. Me acuerdo que me picaba la piel, que teníamos los cachetes rojos, el poto lleno de arena, cuando llegó el gato… ese gato me hizo entender muchas cosas. Venía con un pájaro muerto en el hocico, una gaviota. Seguro que él no la mató, estaba toda desarmada, pero la imagen me revolvió la guata. De un momento a otro, sentí que jamás volvería a ser tan felíz como ese día, que el pájaro muerto era una señal.
Sin decirle nada a nadie, como hipnotizado, me metí al mar. Empecé a meterme adentro, adentro. Escuchaba los gritos de mi mamá, de mis tíos, pero estaba decidido, como ido y nada me iba a hacer retroceder. Mi tío Byron se metió y me sacó. Yo sentí como un vértigo, que le estábamos quebrando la mano al destino. Que estaba mal, que no tenía que vivir.
Yo tenía ocho años. Mi mamá me abrazó tan apretado, como nunca más lo hizo. No sé por qué.