Presentamos la conmovedora y rupturista poesía del joven poeta nacional Luan Ramírez, quien estuvo presente en las Actividades Culturales PAOCC 2023 de la Casa Museo La Chascona. Compartimos su poesía escrita y una lectura de Youtube a viva voz. Les invitamos a conocer más sobre este poeta nacional, excelente ser humano y talentoso amigo, quien tuvo la gentileza de compartir su arte y pensamiento disidente con todos los presentes.
Luan Ramírez
25 años, estudiante de Tecnología Médica, es parte del Círculo Literario Manuel Duran Díaz y del Taller de Literatura y Género de Carmen Berenguer. Su obra pretende retratar la marginalidad, tomando la rotura de las convenciones del sexo y de la forma como un avance a través de la denuncia. La reivindicación de voces olvidadas e importantes para la disidencia es su corolario.
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Poemas de Luan Ramírez:
LA TRANSFORMACION DE LA HIEDRA
En la cama cuando trozaste con tus dedos esa lengua,
asfixia
Las mucinas filantes por finos hilos dorados de saliva trepanándote la piel
Crecieron como hiedras
Hasta abrirte por todo tu brazo los capullares, resonando a lo lejos en lo profundo una joya ancestral, de dolor a crudeza, de crudeza a cristal en canciones olvidadas,
Casi lamentos.
Solo el mucilago combate en tordales de murciélagos rozaban sus ventarrones la aspereza, la furia en las cutículas, y tus dedos mi lengua en la asfixia, para que gimiera como la quiltra no, que quisiste
Luego la mordedura de los años, las puertas y los trenes, la carrocería y los misiles,
De su impacto crecían de mi una falda de hiedras, que sangraban, para que gima de niña no
De eso la ulcerosa cantó el enka por sus ojos
Bajo la luna que aventaba su silencio
En los gemidos quiltros de una perra adolorida
Desbrozó su piel lagarta gimiente de niña, casi murmurando expolios de otro lenguaje, quizá japones, al aire, cerca de su oreja,
Cuando partió su noche, estelada,
La black panter lloró su herida negra cuando se lamia,
Y una silueta grande, se prefiguraba en el paradero
Mirándonos los ojos
Entonces afeitarse la boca lo arroja como destinada de una figura no concebida. Su genitalidad no consagra el pulpito de los deseos viriles. Se requiere una falda que arrincone el sexo masculino vs el sexo masculino, y pretenda, falsamente, en el oxido de la virilidad del siglo 21, construir el camino todavía desviado de espejeos, hacia la mordedura de si mismo, como hombre viril, sin falda. El hombre viril, busca la piel masculina, detrás de los faroles, arrinconados y lóbregos, hasta encontrar lozana carita lo más parecida a una feminidad, quizá muy distanciada de su recurso. Un femboy que no azore los rasgos de su existencia. Por eso la falda, el hostigamiento sobre la lengua y el lenguaje y por tanto del amar, y la carita de porcelana, afeitada, despojando el más mínimo rastrojo de sexo convencional. Suerte de misoginia sintagmica de aquel hombre viril secular after sexuado. La consumación de la figura homosexual bajo la noche, o ella misma en su eternidad, posee rasgos femeninos, rostro lozano, afeitado, piernas delgadas, jock strap y retrucado, conforme se esconda la sexualidad y la política identitaria. La figuración del homosexual nocturno es femenina, ensombrecida y travesti. Y desde la disconformidad viril, es deseada y rechazada. Por eso la black panter lloró su herida negra cuando se lamia. Oh tu Marosa Di Giorgio, “este es mi delito frutal” dirias desde el labro espantoso que ciernen esas cuevas rosales, donde aunas las misas negras del verso, y los arcángeles vierten tu rostro pistilar sobre toda textura. Alguien disparó sobre la cuerda que nos contenía. Solo fue una mirada.
Por eso la black panter lloró, su herida negra
Este, objeto de tu deseo.
-Am a King man!
Emperatriz, tú nos viste cuando estaba electrocutado contra las aspas mientras él me besaba
-And a Sharp razor if you get too close!
La ultima ojeada de loca que te mandé cuando arremangaba mi falda
-¡Soy el puto perro man!
y ese pensamiento de ya no verte, aguantando el lomo del animal sobre mi cresta, rompiendo esta carne homosexual en su tan afiebrada tristeza
-¡Con mis mordidas inyecto arcángeles man!
–Mis aullidos hacen crujir al sol man!
Solo el pelaje y su calcárea engarza los pelos de mi cuero, esa noche
¡Y apuntando son las cuchillas del asesino man! sobre mi loma sobre mi loma sobre mi loma, EL ASESINO MAN
ARRANCÓ LAS ZARZAMORAS LAS ESPINAS LOS DIMINUTOS PAMPANOS DE ROSA DE SU PIEL
El cristal y la joya fueron el cosplay hentai que buscó toda su vida
Vestido de geisha vestido de santa como una santa virgen santa otra primera vez
La ventana quedó a punto de cerrarse yakisoba pestila exudas aroma de miso y carne en el séptimo,
Y el deseo encarnado en la piel sangra con su sombra, que palpita,
avistó, ya profundo en la copula de asesinarse.
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ANDRÉS
Tú Andrés cuando salías, por la mañana, donde sorteada de clavas invertidas, la luz y decías “ENTONCES, el mar, devoraba su ración de soledad”, y su vasta no amarilleaba la extensión solemne, cegadora. De a poco se levantaba el sepulcro umbral de las sombras con vestigio. Cuando la luz no fue vasta, nos quedó el lagar mortuorio de las olas con su extensa remanencia de espera hooondamente resonante. No palpaste la tristeza frente a la Leonera. Como no, reconocer las reverberadas proyecciones de la luz sobre el porcelanato del paseo Prat, luces todavía perdidas de su noche, ay, Huidobrito. Mis amigas las perras extendieron su estrás como las calles y terminaron rotas, como las calles. La noche llena de luces en guerra jaspearon el plexo de la noche su estela de sonidos bombeantes. La trenza metálica del Olivar que se oía, toda la noche, pulsando entre los bombos, marcó un dos un dos tres la partida de la más perra de la noche frente a las rocas. LINDA WAWITA MIENTRAS TE HUNDIAS EL TREN TRONABA SU TUNULAR AULLIDO DANDOTE LA PARTIDA, LINDA WAWITA.
dulces luces criminales
marcaron un camino
hacia las olas.
Maypi sayai warmi wawa? Entona
transmutando, en nudos’laguayo negro
fuera del mercado central,
mis amigas le compran hierba luisa y té, oh que noches y fragancias, destilados calientes, apuntando todos los días, el comienzo el amanecer, tu Andrés, dormido con tus tormentas de banderas negras, rutilantes esmirriadas, musitaste dejándola – “ENTONCES, el mar, devoraba su ración de soledad” musitarás.
- cuantas almas errantes cuentan de Antofagasta silenciosa, entre Osas y Coviefi, “todo lo que debieron decir”.
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