Por Ernesto González Barnert
Sorprende que no se lea y comente más este bello libro Milagros Abalo [Santiago, 1982], quien emprende una libro sobre la muerte tras la partida de uno de los suyos, elaborando reflexivas y punzantes ondas concéntricas alrededor de la muerte y la pérdida, el duelo y la melancolía estacadas por la presencia del que se queda como del que parte. Así Abalo desmadeja el discurso de lo ausente, más allá de lo literario, la pena de lo que sigue viviendo, sobrevive, pese a todo. Con una escritura que se guarece en lo doméstico, lo personal, pero sin olvidar el trance colectivo que significa.
Es un volumen escrito a base de pequeñas estampas prosaicas, en su mayoría, que van armando un corpus como de diario, pero en el que no importa el tiempo o espacio más allá del propio sentir, sabiendo que el orden de los factores no altera el producto. No necesita la linealidad, ni el progreso de la historia.
Creo que el libro de Milagros aporta además una mirada sensata en el trabajo personal con la propia tristeza y sobre todo femenina –sin caer en tics epocales burdos o los discursos hueros de lamentación y duelo–, agregando su granito de arena a la gran tradición de libros en el límite o fin de la vida, hechos en Chile, pienso a vuelo de pájaro en Diario de Muerte, Veneno del Escorpión Azul, En el mudo corazón del bosque, El viejo tigre, Buenos días – Buenas Noches, Salmos cotidianos, Harakiri, etc… Poemarios, que nos sirven de apoyo ¿Por qué no decirlo? Y nos preparan en vida al momento de marras, legándonos una extraña y personal sabiduría.
Quizá mereció este volumen de poemas más papel para que cada fragmento o poema tuviera más aire, luciera más, ayudara al saboreo en el paladar de la música y del silencio de cara a esta luz sin borde. Pero tampoco puede decirse que impide la lectura de este libro magistral en su equilibro entre la clave personal, íntima y literaria y la voz colectiva, simbólica y no literaria.
Un libro pequeño, breve y pesado, lector, avanzando por esta existencia donde la tragedia no es morir, sino nacer. Un volumen, por último, adornado también de fotografías que refuerzan la extrañeza, la ilusión de sabernos vivos. Los invito a leer no demasiado tarde a esta excelente poeta.
Una luz sin borde de Milagros Abalo (Mundana Ediciones, 2021).
