Hace poco fue el día nacional del teatro (instaurado el 11 de mayo en honor a Andrés Pérez), ese día en las redes sociales de la Fundación Pablo Neruda junto con felicitar al mundo del teatro recordamos Fulgor y muerte de Joaquín Murieta, obra dramática de Pablo Neruda musicalizada como cantata (u ópera según otras clasificaciones) por el compositor Sergio Ortega que se presentó por primera vez en 1967 en el Teatro Antonio Varas de Santiago de Chile, bajo la dirección de Pedro Orthous.
Pablo Neruda cuenta la historia de Joaquín Murieta, quien desde Valparaíso habría llegado a California aproximadamente en 1850 durante la fiebre del oro, transformándose allí en un legendario asaltante y representante de la protesta contra las condiciones laborales extremas de explotación que caracterizaban la minería de la época. El texto de Neruda, su única obra dramática, refleja la realidad compleja de la comunidad latina del siglo XIX en Estados Unidos.
En el contexto de la traducción de Romeo y Julieta, de William Shakespeare que realizó Neruda en 1964, el poeta se habría entusiasmado con la idea de crear una obra de teatro propia, proyecto que tres años después culminó con el estreno en el Teatro Nacional de Fulgor y muerte de Joaquín Murieta. La obra fue publicada por la editorial Zig-Zag en 1967, con el subtítulo de «Bandido chileno injusticiado en California el 23 de julio de 1853» y constituye un guion estructurado en seis partes. Neruda, quien estaba convencido de que Joaquín Murieta era un chileno nacido en Quillota y que su acta de nacimiento se había perdido en el terremoto de Valparaíso, hace partir su historia en el momento en que Murieta zarpa junto a un grupo de compatriotas desde el puerto de Valparaíso con rumbo a Estados Unidos en busca de oro.
En California tiene una apasionada relación amorosa con una mujer, Teresa, quien es violada, ultrajada y brutalmente asesinada por estadounidenses. Murieta decide vengarse de ellos y roba oro para distribuirlo entre los más pobres. El legendario bandolero, por cuya captura, muerto o vivo, se ofrece una fuerte recompensa, es finalmente hallado por una banda armada que le da muerte decapitándolo. Acá te ofrecemos un fragmento de la edición conmemorativa que preparamos como Fundación Pablo Neruda y puedes encontrar en las tiendas de las casas museos en Santiago, Valparaíso e Isla Negra.
«Lo que digo me sale del corazón y lo diré con una lengua derecha, porque el Gran Espíritu me mira y me oye. Estos gringos no dicen la verdad. Nos quitan el oro o se lo llevan en el juego. Los podemos echar y lo haremos con piedras, con arcos, con flechas. Dicen buenas palabras, pero éstas no sirven. Con palabras no se pagan los insultos ni los muertos. No sacan a mi padre de su tumba. Las palabras no pagan nuestra tierra, no pagan los caballos ni el ganado que nos quitan. Las buenas palabras no me devolverán mis hijos ni darán buena salud a mi gente. Todos los hombres fueron hechos por el mismo Gran Espíritu, y si los gringos blancos quieren vivir en paz con los indios, pueden vivir en paz. Todos los hombres son hermanos y la tierra es la madre de todos. Pero la condición de mi gente me rompe el corazón y tenemos que pelear para protegernos».