Por Camila Albertazzo
La lengua piensa. Habrá que empezar entonces deteniéndonos en lo que dice.
Francois Jullien
Discutimos sobre la posibilidad de decirnos. Hablamos sobre el afuera y el adentro. Muchas veces nos planteamos cambiar uno o varios significados de una palabra. Nos trenzamos en largas discusiones sobre qué nos dice el lenguaje. Pero Leonor Olmos, nacida en Coquimbo en 1988, en Imagina al lenguaje planear su despedida (Bordelibre, 2021) nos propone una pregunta que reverbera en los límites fónicos de la experiencia del habla: ¿Qué sucede si el lenguaje nos abandona?
Comunicar a través de palabras, semas incardinados en un medio líquido si pensamos en Bauman, es el problema del siglo XXI. Sin embargo, Olmos propone un mundo futuro sin lenguaje, o con uno en el que la Lengua va desbarrancándose, tal como las viejas casas de barro de las provincias.
Pensar el lenguaje como una casa y con las mismas precariedades de una que se va diluyendo en el tiempo, nos descubre un espacio de pensamiento diferente, un vacío semiótico difícil de interpretar. Dice Olmos «el lenguaje sostiene, cohesiona los bordes; una casa un ensayo un circuito espacial/ la muerte de los cuerpos es el inicio de la casa».
A través de estos símbolos que nos retrotraen al mundo posthumano de Braidotti o de la misma Haraway, Leonor Olmos propone un lenguaje cyborg que deconstruya, en modo simulacro, la vieja institución del habla y transgreda los límites.
En el poemario encontraremos verbos en modo transitivo y condicional, modos impersonales que nos interpelan directamente como lectores. Dice Olmos «fui rota por el lenguaje/ pero fui abierta por el lenguaje, / pero fui un rastro de sangre en la cocina;/¿e l l e n g u a j e p u e d e /o l v i d a r n o s?». La pregunta es un punto de partida para la concepción del poema como una unidad del pensamiento.
En Imagina el lenguaje… la voz lírica nos lleva a un viaje por un futuro en el que el nuevo modo de comunicarnos es la ausencia, la falencia de palabra, la ubicuidad lexémica al mismo tiempo, porque incluso colisionar el lenguaje como institución hablada sería un modo de comunicar. Esto lo vemos claramente en la cita «el lenguaje hablará por mí de todas formas/ el lenguaje será por mí».
Aquí me detendré para pensar en Marjorie Perloff, una crítica estadounidense contemporánea, quien propone, igual que Levertov, que a la palabra debe liberársele de la cárcel semántica, buscar que el lenguaje se revele/rebele desde otros lugares. La tipografía, los espacios en blanco son un modo de decir en el poema.
En este sentido, para Perloff los espacios y los cortes del verso hacen que la unidad-poema sea una configuración visual. Por eso Perloff habla de Palabra liberada.
En Imagina… de algún modo, Olmos libera al lenguaje, en una operación desemantizadora, ralentizando el enunciado con espacios en blanco, acelerando con palabras pegadas y proponiendo dobles o triples lecturas en los corte de versos.
En el caso de poemario, la autora sostiene una voz muy identificable, que con sutiles rastros de ternura va despojando a las palabras del significado. Un ejemplo es el poema «Un charquito el lenguaje» donde la voz mezcla con estilo de pastiche, las imágenes que sustituirán el habla como sistema parametrizado. Dice Olmos:
«el lenguaje desde entonces ya no recuerda, ya no dice, ya
no habla —se ha perdido del todo— ha mutado con la
noche & solo quedan sus miedos
ha dejado este amor de decirnos
ha dejado este amor de exponernos
ha dejado este amor de ser amor»
En el fragmento anterior podemos reconocer claramente la voz lírica configurando el lenguaje como un elemento reconocible y no como un símbolo. Nos dice Leonor Olmos «El lenguaje ya no recuerda […] se ha perdido del todo». Aquí vuelvo a pensar en Perloff, que cree que se debe ir en contra del yo Simbolista y asume la página como objeto significante. Cito «Es mejor sustituir una palabra por una que suene de forma similar y no por una que signifique una idea similar». Es realmente entonces liberar a la palabra lo que hace Olmos quien, además, configura el nuevo mundo a partir de este fractal de universo, tal como en los versos:
«una inmensa m a s a c ó s m i c a un nuevo hogar un horizonte destinado a la mirada + perdida + lejana + escindida si se puede; cuerdas para atar a los pájaros –
cuerdas para atar el lenguaje
cuerdas blancas —en trance, colmillos limpios de todo, afectos de toda nieve»
Los signos matématicos, las conjunciones en inglés, los guiones y la materialidad propia del lenguaje es aprovechado por completo por la autora, quien es capaz de transmitir el ritmo disímil del poemario y lo transmuta en energía íntima.
Me detengo en esta intimidad pensando en la frase del comienzo. Cito a Jullien porque se propone desde un afuera y un adentro a partir del lenguaje. Jullien es un teórico francés que nos habla de lo que dicen, y lo que no dicen, las palabras en la intimidad.
En su ensayo Lo íntimo. Lejos del ruidoso amor Francois Jullien arma una teoría en torno a las palabras que están profundamente dentro de nosotrxs, y de lo que, por la contra, está afuera. El francés pone de relieve lo que se decodifica en las palabras íntimas, en la esfera de lo privado, pero lo más privado como lo más profundo, la de la familia y la casa, la de los seres que amamos, con los que nos comunicamos diferente. Una esfera a la que apunta también el poemario de Leonor Olmos. «La lengua piensa», dice Jullien y Olmos nos dice «las propiedades del lenguaje nos hacen maleables». Es evidente que Jullien y Olmos van en la dirección correcta. Ambxs piensan el lenguaje como un otrx con características propias que permiten ingresar al mundo íntimo de alguien más. Sin embargo, y es aquí donde el Libro de Leonor crece en perspectiva, para la voz lírica de Imagina… no se trata simplemente de una otredad cualquiera. Es entrar en la voz-casa-lenguaje que cobija y destruye, que se abalanza en el espacio de lo no dicho. No es solamente amor, no es solamente intimidad, sino también desbarrancamiento. Mezclados con esa perentoria sensación de desarme, nos encontramos pequeños insides de amor filial como en el trozo
«en mi abuelo —el lenguaje
abandona toda forma, se vuelve consistente algo útil
algo conectado directamente hacia la psique, el
amanecer, la cordillera, el frío calando sobre los huesos»
En este fragmento podemos observar como la propuesta estética de Olmos va adquiriendo corazón. Nos internamos en los paisajes de Coquimbo y sus alrededores, entramos en el mundo de la región con los ojos del lenguaje de la autora. La técnica ayuda, en ritmo y reverberancia, a posicionarnos en los sentidos y visualizamos que la voz lírica nos interna en su infancia, en su casa y en su ritmo interno. Cito «el poema se encuentra con la autora/ la autora se e n c u e n t r a con el poema/ leonor viaja en el bus interprovincial; el lenguaje viaja con ella otro/ viaja con ella & ambos resuenan entre/ la/ noche & la madrugada». Esta voz subalterna nos posiciona además a la autora como protagonista sin que la voz narre en primera persona. La disociación que logra Leonor Olmos permite que ingresemos en los nudos en blanco y los espacios del decir de la intimidad. Cito el último verso «LA CASA DEVORA AL LENGUAJE DENTRO DE SÍ, NO HAY MAR QUE HABITE ESA
CASA, SOLO SILENCIO EN LAS MANOS/QUE ANUDA». Con este último fragmento entendemos que el lenguaje ha sucumbido al espacio personal. Se ha derrumbado con la lengua.
En conclusión, el poemario de Leonor Olmos es un vaso de agua fresca. Estéticamente nos propone pensar, nos interpela, nos sacude. El poemario abre la multiplicidad de significados de la lengua, tensionando la idea de un lenguaje que nos cobije; enfrentado al lenguaje que nos fisura y nos supera. En tiempos revueltos, donde nombrar equivale a hacer justicia, un poemario como Imagina el lenguaje… y su costura visible de intimidades, da en el blanco con los ojos cerrados.
*Leonor Olmos (Coquimbo, 1988) ha publicado los libros ;p0ema por Kokoro Libros e Imagina al lenguaje planear su despedida por Bordelibre Ediciones. Ha sido antologada en País Imaginario. Escrituras y Transtextos. Poesía Latinoamericana 1980–1992 de la Editorial Ay del seis, España, y Pedir un deseo, prenderle fuego de Ediciones Continente, Argentina. Fue seleccionada en la convocatoria del Fondo del Libro y la Lectura año 2022, línea Poesía.