Noviembre 7, 2024

Palabras preliminares a la Poesía Completa de César Vallejo

 

 

Por Luis Fernando Chueca

 

El destacado poeta y académico peruano, Luis Fernando Chueca (Lima, 1965). Poeta e investigador sobre poesía peruana e hispanoamericana contemporánea. Es profesor del Departamento de Humanidades de la Universidad Católica del Perú, en donde actualmente dirige la Maestría en Literatura Hispanoamericana. Se doctoró en literatura en la Universidad Católica de Chile con la tesis Nación y violencia en la poesía peruana (1983-2014). Entre sus trabajos críticos más recientes está la edición de la Poesía completa de César Vallejo para el sello Lumen (2022) y, junto con Giovanna Pollarolo, de Poesía peruana: entre la fundación de su modernidad y finales del siglo XX (PUCP y CASLIT, 2019). El último poemario que ha publicado es Contemplación de los cuerpos (Estruendomudo 2005), reeditado en 2012 por La vieja sapa cartonera (Chile) y en 2013 por Máquina purísima. Vino a Chile a presentar la edición y el estudio introductorio de la Poesía completa (2022) vallejiana vía Lumen. Aquí nos comparte sus palabras preliminares. Hace unos días le comentaba Luis a Paolo de Lima: «No cabe duda de que la poesía de Vallejo es una indagación sobre la condición humana, trabajada desde una igualmente extraordinaria exploración de las posibilidades del lenguaje». Palabras, que subrayan bien, a uno de nuestros poetas imprescindibles de la poesía universal.

 

La poesía de Vallejo es una de las aventuras creativas más importantes del siglo XX —no solo en castellano— y una de las actas de nacimiento de la modernidad de la poesía peruana. Para el lector, Enfrentar esta obra representa un desafío. Lo es también, además de una gran responsabilidad, para el editor que, como ocurre aquí, pretende también ofrecer algunas pistas de lectura a quienes se interesen en sumergirse en esta obra incluso sin haberla leído previamente. Al respecto considero no solo necesario, sino urgente, recordar —y más en los tiempos que vivimos- que asumir y desarrollar una tarea como esta solo es posible a partir de un trabajo colectivo y colaborativo que es -quizá como querría el propio Vallejo— un esfuerzo en el camino de transformación del propio ser humano. No me refiero únicamente al trabajo imprescindible que está a la base de una edición (correctores, diagramadores, diseñadores, impresores…), sino también al que ha permitido que a través del tiempo se hayan ido rastreando y desarrollando líneas de lectura, abriendo nuevas indagaciones y ofreciendo perspectivas para su edición. Aunque esto último se vuelve más gravitante en el caso de los llamados Poemas humanos que, como se conoce, no corresponden a un libro organizado por el poeta ni un título propuesto para ello, lo es en realidad para todos los casos, ante los cuales es inevitable tener que decidir en varios momentos, por ejemplo, si frente a una escritura anómala estamos ante una errata o ante una de las particularidades de la escritura vallejiana. Para esto, así como para ofrecer perspectivas de lectura de esta poesía en las cuatro partes del estudio introductorio que anteceden respectivamente a Poemas juveniles y Los heraldos negros, Trilce, Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz ha sido indispensable para mí recurrir a ese trabajo necesariamente colectivo de biógrafos, investigadores de archivos, críticos y estudiosos al que hacía referencia. De todo ello, que constituye una de las bases de lo que se ofrece aquí y que queda consignado en la bibliografía (aunque seguramente habrá ideas o apuntes que provienen de otras lecturas, clases o conferencias escuchadas a lo largo de los años) quiero destacar las ediciones críticas, anotadas o documentadas de Ricardo González Vigil, Ricardo Silva Santisteban y Raúl Hernández Novás, que han sido mis más frecuentes fuentes de cotejo. Tener la oportunidad de editar y comentar la poesía de Vallejo, reitero, ha sido un desafío y una gran responsabilidad. Pero también un aprendizaje humano y peruano, una llamada de atención constante sobre las relaciones de la poesía con el presente y el futuro, y una permanente puesta en cuestión de qué hacemos y qué es posible hacer con el lenguaje para que no deje siempre de plantearnos preguntas necesarias.

 

 

 

 

Foto de Luis Fernando Chueca:  Vanessa Martínez

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