Diciembre 22, 2024

Los viajes de Neruda a Polonia

 

Por Isabel Gómez

 

Resignificar los diversos viajes que emprendió Neruda a Polonia, es volver a revivir una de las etapas más significativas en la vida del poeta. Neruda siempre tuvo una gran admiración por Polonia, por su historia, sus luchas y su cultura.

El año 2021 se conmemoraron 50 años de la entrega del premio Nobel a Pablo Neruda. El poeta que trascendió las fronteras a través de un discurso literario que le dio sentido y proyección a muchas voces poéticas de América Latina, que vieron en su figura un referente de los pueblos de América, y un luchador incansable por las causas populares y la defensa de los derechos del pueblo.

Neruda visita por primera vez Polonia el año 1949, cuando el país estaba viviendo las consecuencias de la segunda guerra mundial y los avatares provocados por la sangrienta política de exterminio de Hitler. El período de post guerra, a pesar de ser un escenario tan lúgubre fue también un período de mucha creatividad, con un gran ímpetu por reconformar los vínculos artísticos que habían sido destruidos por la guerra. Dos años después del conflicto comienzan a aparecer las primeras traducciones de la obra de Neruda, siendo los principales escritores de Polonia quienes asumirían esta tarea. Algunos de ellos con posterioridad alcanzarían renombre internacional, como es el caso del destacado poeta Czeslaw Milosz, quien fuera laureado con el premio Noble el año 1980.

Este encuentro de Neruda con el pueblo polaco se vio reflejado posteriormente en la publicación de los bellos poemas que forman parte de Las uvas y el viento, poemas que en Polonia aparecerían en un libro denominado Allí murió la muerte. Según testimonio de Matilde Urrutia uno de esos poemas «regresó la sirena» habría sido escrito durante su estadía en Capri.

En este poema denominado «Yo canto y cuento» el poeta nos dice:

«Desde el estío báltico, / azul acero, ámbar y espuma, / hasta donde los Cárpatos coronan/las sienes de Polonia/ con las diademas pálidas de Europa, / yo atravesé la tierra/ de los mártires y de los nacimientos, / la piel descuartizada, / el infinito trigo que renace…»

Es así como la poesía adquiere un lugar especial dentro de la sociedad, transformándose en el canal que mueve y agita al sujeto social. El compromiso es con el ser humano y por el ser humano. La interpretación materialista de la historia, pasa a ser un factor fundamental, que lo lleva a asumir compromisos que van mucho más allá del discurso literario.

La segunda visita que realiza Neruda a Polonia fue el año 1950, fue invitado al II Congreso Mundial de Partidarios de la Paz. En su intervención hizo un llamado a los escritores del gran continente americano a comprometerse por la paz, señalando «Conseguiremos la paz, pero no tienen derecho a callar, necesitamos vuestras palabras, necesitamos vuestra ayuda…» Continúa diciendo «Me han preguntado varias veces por qué escribe: Puedo responder solamente una cosa: escribo porque nací poeta. Seré feliz si mi poesía vive apasionadamente en los corazones del pueblo y alumbra el camino de la paz que alcanzaremos luchando y cantando». Al finalizar el Congreso

Neruda recibe el premio internacional de la paz por su poema «Que despierte el leñador», siendo el poema que más veces se ha impreso en Polonia, alcanzando decenas de miles de ejemplares.

Durante su tercera visita realizada en el año 1955, Pablo Neruda participa en Varsovia en el Encuentro internacional de escritores, junto a importantes figuras como Tristan Tzara, Rafael Alberti, Salvatore Cuasimodo, entre otros. En esta ocasión Neruda hace un llamado a los poetas de América Latina a brindar un gran homenaje al poeta polaco Mickiewicz.

Neruda en cada uno de estos viajes se fue impregnando de la cultura polaca, desarrollando amistad con muchos escritores que vieron en él un referente en las luchas populares. En su cuarto viaje dio varias entrevistas a los medios polacos, siempre instalando su preocupación por el estado de la poesía de su época. Señalando «Sí, la poesía está en un callejón. La poesía ha perdido contacto con la historia. Considero que la poesía puede llegar a ser una necesidad central de las necesidades de cada consumidor de la cultura. Debería abarcar mayores espacios, absorber nuevos elementos de la vida». Al igual que Lautremont veía en el arte un componente ético que lo hacía ser más sensible a los problemas de la gente, en definitiva, más humanitaria.

Es indudable que de Neruda heredamos una conciencia universal, cuya voz trasciende en versos que dialogan con el ser humano, haciéndose parte de la inmensidad del universo, a través de una voz poética mediada por la crítica. Esto significa que su estética cuestiona la imagen que poseemos del mundo, la resignifica a través de la enunciación de una existencia fragmentada, en donde el ser humano está sometido a una vida alienada, de dominación y de menoscabo. Desde esa realidad emerge su canto poético con el claro propósito de transformarlo.

El espacio social de la escritura es una experiencia que da cuenta de un corpus textual que siempre es dialogante con los tiempos históricos que están presentes en la poesía y que universaliza la palabra. Los vínculos de la poesía como práctica que recoge diversos significantes, le permite indagar mundos, construir saberes, devenir en reflexión constante, más allá de sí mismo Yurkievich señala que Neruda: «Participa en la renovación profunda de las concepciones, las conductas y las realizaciones artísticas. Cambio de percepto y cambio de precepto viven a la par. Neruda acomete una revolución instrumental porque promueve una revolución mental. Su arte impugna la imagen tradicional del mundo, contraviene toda la altivez teocéntrica y la vanidad antropocéntrica del humanismo idealista» (Yurkievich, 1986: Web).

La poesía de Pablo Neruda, es la voz que interroga, que disputa, que viene a nuestro encuentro y se posesiona en otras voces que se buscan y se descifran como una palabra que constantemente se interroga a sí misma. Su profunda relación con el ser le ha permitido construir significantes desde lo colectivo, desde allí interpela, cuestiona y sensibiliza, en la lógica cierta de enunciar la existencia y de construir un tejido social desde la memoria histórica.

En su poema «Que despierte el leñador», poema que forma parte del imaginario poético del pueblo de Polonia nos dice:

«Yo aquí me despido, vuelvo
a mi casa, en mis sueños,
vuelvo a la Patagonia en donde
el viento golpea los establos
y salpica hielo el Océano.
Soy nada más que un poeta: os amo a todos,
ando errante por el mundo que amo:
en mi patria encarcelan mineros
y los soldados mandan a los jueces.
Pero yo amo hasta las raíces
de mi pequeño país frío.
Si tuviera que morir mil veces
allí quiero morir:
si tuviera que nacer mil veces
allí quiero nacer,
cerca de la araucaria salvaje,
del vendaval del viento sur,
de las campanas recién compradas.
Que nadie piense en mí.
Pensemos en toda la tierra,
golpeando con amor en la mesa.
No quiero que vuelva la sangre
a empapar el pan, los frijoles,
la música: quiero que venga
conmigo el minero,
el abogado, el marinero,
el fabricante de muñecas,
que entremos al cine y salgamos
a beber el vino más rojo.
Yo no vengo a resolver nada.
Yo vine aquí para cantar
Y para que cantes conmigo».

 

Que despierte el leñador pertenece al libro: Canto General, obra cumbre en la historia de la poesía universal y en cuyo significante abraza la historia de América Latina, con sus sentires, sus sueños y esperanzas: Neruda señala sobre este libro:

«Libro común de un hombre, pan abierto/ en esta geografía de mi canto/ y una comunidad de labradores/ alguna vez recogerá su fuego/ y sembrará sus llamas y sus hojas/ otra vez en la nave de la tierra».

En estos tiempos cruciales para la humanidad, retornar a estas voces poéticas que tanto han aportado en la búsqueda de sentidos, mediante un discurso poético que dialoga constantemente con la existencia, es necesario y fundamental, tal como lo señalara Marx en una carta dirigida a su padre, (10 de noviembre de 1837) donde señala que ha llegado a un estado crucial en su vida, en donde «el individuo se vuelve lírico, pues toda metamorfosis es, en parte, canto de cisne y, en parte, obertura de una gran poesía… Querríamos levantar un monumento a lo que ya hemos vivido, como si debiera recuperar en el sentimiento el lugar que ha perdido para la acción» (Marx, Carta al padre, 17-18).

El mismo Marx, en el famoso comienzo de El dieciocho brumario, específica que: «Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, en circunstancias elegidas por ellos mismos, sino en aquellas circunstancias que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y precisamente cuando éstos parecen disponerse a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca antes visto, en estas épocas de crisis revolucionaria, es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio a los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para representar, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, la nueva escena de la historia universal» (288). En la nueva escena de la historia universal Neruda convive con nuestros propios sueños, de ayer y de hoy.

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