Diciembre 22, 2024

Homenaje a Neruda y Leonor Sobrino

 

 

 

Han transcurrido 69 años desde que don Eladio Sobrino, su hija arquitecto; un médico «jardinero»: el doctor Bulnes, su mujer, «iluminadora de precarias lámparas a parafina»: Lala Calderón; un poeta Pablo Neruda y su mujer la pintora Delia del Carril, la Hormiguita, fundaran lo que llegaría a ser el balneario de isla Negra, nombre que luchó noche tras noche, hasta desplazar a los primitivos: «Córdova», «Costa Azul» o «Las Gaviotas».

Al poco tiempo se suman el ingeniero Guillermo García y su mujer Elsa Arancibia, Carlos Morel y su señora, el arquitecto Kurt Bucholltz y María Rosa Galigniana. La escultora Anita Lagarrigue y Pepe Moreno, el abogado Luis Claro y Ema Lea Plaza. El doctor Lucho Vera y su mujer Leonor Sobrino, el doctor Kiko Marmentini y Chela Sobrino. El músico y dentista Alfonso Leng y Toto Cuevas y los muchos que siguieron hasta hoy.

Paralelamente se fue fortaleciendo el sector de los residentes: los Pérez, los Alvarez, los Díaz, los Llancas, los Cerdas, los Pichunantes, los Plaza, los Pajaritos, etc.

Aparecen los primeros almacenes, el servicio de viandas.

«Los primeros isleños no eran tantos, habían llegado de lejanísimos puntos, de los confines de la medicina, de las latitudes de la música… de los montes de la poesía… usábamos lámparas a parafina y sacábamos agua de noria… con sudor propio y ajeno».

Desde un comienzo la casa de Pablo y la Hormiguita se transformaba en uno de los lugares de reunión de los isleños y de destacados visitantes de todo el mundo.

No todos pensaban igual, pero los unía un gran cariño al lugar, a la naturaleza, a la amistad, la que cultivaron (sobre las pasiones políticas) con esmero, al igual que lo hicieron con los primeros árboles y flores.

Isla Negra sigue creciendo, a la luz eléctrica que llega a fines de los 40, le sigue el agua potable de los canalistas de Isla Negra, y nuevas generaciones y vecinos.

Poco después recibe especial mención del poeta «el trabajo de Leonor Sobrino y Las Bordadoras de Isla Negra…». El poeta escribe en septiembre de 1969.

«En Isla Negra todo florece. Se arrastran por el invierno pequeñísimas flores amarillas, que luego son azules y más tarde, con la primavera, toman un color amaranto. El mar florece todo el año. Su rosa es blanca. Sus pétalos son estrellas de sal».

«En este último invierno comenzaron a florecer las bordadoras de Isla Negra».

Creemos que estos años fundacionales, influenciaron no sólo al poeta sino a todos los vecinos, creando lazos que traspasaron las fronteras ideológicas, forjando además un sentimiento especial «isleño», que alcanzó a veraneantes y residentes.

Por eso hoy queremos hacer especial mención, al trabajo dedicado, cuidadoso y profundo que realizo Leonor Sobrino junto a las Bordadoras, formando un grupo de acción comunitaria, que logro grandes éxitos, superando las trabas ancestrales de una sociedad donde las mujeres tenían poco espacio para desarrollarse. Debemos recordar que las Bordadoras invadieron primero el edificio de la UNCTAD hoy Gabriela Mistral, y gracias a la acción del poeta-embajador, aterrizaron también en París.

Años después el hijo de Leonor, el físico Eduardo Vera, crea en Nueva York junto a varios artistas plásticos, la Fundación Isla Negra, llamada a conservar las obras más destacadas.

Con el tiempo han surgido nuevos grupos, lo que nos parece bueno, ya que es una multiplicación de los trabajos comunitarios.

Por eso podemos decir con certeza que «Cuando la tierra florece, el pueblo respira libertad, los poetas cantan y muestran el camino», y nosotros agregamos: y las Bordadoras en su renuevo continuo e inmortal, nos seguirán regalando estas maravillas, surgidas desde lo más profundo de Isla Negra.

RAUL BULNES CALDERON
VICEPRESIDENTE FUNDACION PABLO NERUDA
Isla Negra, 16 de junio de 2007

 

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