Julio 1, 2024

Sección tres párrafos: «Forestal»

 

De la colección de libros de la Biblioteca de Poesía Chilena Pablo Neruda de La Sebastiana, destacamos Forestal (Hebra Editorial, 2015) de John Uberuaga.

 

Por Andrés Urzúa de la Sotta

 

Agarrar varias monedas de 10 pesos. De esas que tienen un ángel y la palabra “libertad” en una cara, junto a la fecha del Golpe de Estado. Dejar las monedas sobre la línea ferroviaria. Justo encima de las paralelas que se proyectan hacia el poniente y hacia el oriente. Ver pasar el tren y saltar las monedas. Buscarlas apresuradamente entre las piedras y los durmientes. O entre la maleza que se esfuerza por crecer a los costados de la vía férrea. Tomar una moneda plana y caliente, aplastada por el tren, mientras los vagones se alejan hasta desaparecer. Y perderse en el tiempo infinito de la infancia.

Los que tuvimos la suerte o la mala fortuna de crecer en Viña del Mar, junto a los flipper de Chorrillos que estaban pegados a la línea del tren, conocemos perfectamente esa escena. Las monedas aplastadas y calientes que despedía el tren cabían entre las ranuras de las máquinas de videojuegos. Eran un pasaporte al paraíso de la infancia: jugar tardes enteras en los Samoa. Como salir del presente para meterse en la prehistoria del Cadillacs & Dinosaurs. O, en mi caso, en la vida salvaje y primitiva de mi máquina de videojuegos favorita: la primera versión de Wonder Boy.

Pero lo que propone John Uberuaga en este libro no es solo una escena tibia y cariñosa de la infancia. Es una metáfora brutal del borramiento del presente que configuró la dictadura, y que permitió su estabilidad y profundización. Mientras afuera de los Samoa estaban torturando y desapareciendo personas. Y mientras se estaba urdiendo el sistema de mercado desregulado que consagró la Constitución de 1980, en las tardes de los Samoa, como en las tardes eternas de Sábado Gigante, todo era levedad y diversión. Lo dice el primer poema de Forestal: al ser aplastadas las monedas, parafraseo, ambas caras desaparecen. Anverso y reverso de la moneda. Cara y sello. La cara de los 10 pesos y el rostro del ángel se borran. Como si solo el borramiento de la brutalidad del presente, que no era otra cosa que una forma de evasión necesaria para soportar la realidad, permeara la posibilidad de la diversión. Y también como si la entretención fuera una política activa de la dictadura para desactivar políticamente a los sujetos y así perpetuar su estabilidad y proyección.

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Puedes leer una selección de poemas del libro en el siguiente enlace:

http://contingencianihilista.blogspot.com/2010/04/poemas-de-john-uberuaga.html

 

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