Julio 1, 2024

Entrevista a Marcela Chandía: «Entender el valor del proceso, del paso a paso, del no apurar las cosas y darles el tiempo que requieren»

 

Por Ernesto González Barnert

 

Uno de los ensayos literarios del año 2022 en el mundo castellano, por la envergadura y talante del proyecto, su ambición y mérito, el esfuerzo condensatorio del que tengo noticia sobre sintetizar una mirada a la poesía japonesa clásica y lograrlo en un trabajo tan natural, ameno, intenso y breve, que se lee y disfruta de tirón, en una traducción excelsa de poemas  que mantiene en alto el vuelo poético en cada poema contenido. Aprovechamos este hito para conversar con la autora. Aquí puedes leer puedes leer en extenso mi comentario de presentación al nuevo libro de Marcela Chandía:  https://cultura.fundacionneruda.org/2022/07/29/que-es-poesia-introduccion-a-la-poesia-clasica-japonesa/

 

 –¿Cómo nace, se desarrolla, el proceso compositivo de tu libro “¿Qué es poesía? Introducción a la poesía clásica japonesa”?

—Nace a partir del material que había ido creando desde el 2015 para las clases, charlas y talleres de literatura. Para el 2020 ya había publicado un par de traducciones y se me había hecho la sugerencia de hacer algo en el ámbito de la investigación o del ensayo. Y así nació la idea de poner en un solo texto todo lo que había averiguado, estudiado y aprendido hasta ese momento sobre la poesía clásica nipona. Porque si bien ya existían libros sobre literatura del país del sol naciente, la poesía siempre era mencionada como al pasar, a lo más se le daban un par de capítulos. Y teniendo la importancia mayúscula que tiene en el desarrollo literario de Japón, la presencia avasalladora en todo tipo de texto, más allá de las antologías, sentía que dedicarle un libro era lo mínimo que correspondía.

Luego vino el caos de ordenar la información, decidir qué incluir y qué dejar afuera, para lo que la sabia guía de mi amigo Mauricio Catalán fue invaluable, ya que me sirvió para enfocarme en qué tipo de texto y a quien quería dirigirlo. La edición, a su vez, fue un proceso muy meticuloso, pero también amable y enriquecedor, gracias a Constanza Veloso de Ediciones Zero, quien siempre me hizo críticas constructivas, que me ayudaban no sólo en el texto que se estaba trabajando, sino en general a escribir mejor. Ya que en un texto tan corto, poder transmitir la información de forma clara, concisa y directa era fundamental, para que el lector una vez terminado el libro pueda decir en qué consiste, cómo nació y evolucionó, cuales son sus mayores exponentes, qué períodos abarca la poesía clásica japonesa en sus más de mil años de existencia.

 

–¿Cuáles son a tu juicio los diez libros que todo escritor que quiera adentrarse en la literatura japonesa, o la poesía del país nipón, debe comenzar leyendo?

—Siempre digo lo mismo cuando me hacen esta pregunta, hay que comenzar con el Genji monogatari, ya que todo lo que vino después está influenciado por él de una u otra forma, y porque refleja todo lo que vino antes. Continuamos con el Makura no soushi o Libro de la almohada de Sei Shounagon, Pensamientos desde mi cabaña de Kamo no Choumei, la epopeya bélica Heike monogatari, cualquiera o todos los del poeta y novelista del período Edo Ihara Saikaku, Sendas de Oku de Matsuo Bashou, del cual hay varias traducciones. Ya más contemporáneo, Soy un gato de Souseki Natsume, la colección de cuentos cortos de Mori Ogai El intendente Sansho, de Yokomitsu Riichi La primavera llegó en un carro tirado por caballos, y para finalizar uno muy corto pero que hay que leer entre líneas, La dependienta (horrible traducción del título) de Murata Sayaka.

 

–¿Un poema japonés que siempre va contigo como una especie de mantra o cayado que ilumina tu consciencia?

—No lo considero un mantra, pero es uno de mis favoritos, de Ariwara no Yukihira “tachiwakare / inaba no yama no / mine ni oru / matsu toshi kikaba / ima kaeri komu” “aunque me alejo / si como el pino que crece / en la cima del monte Inaba / escucho que me esperas / volveré de inmediato”.

Para estos tiempos complejos creo que “Ame ni mo makezu” “Ni contra la lluvia perderé” de Miyazawa Kenji, nos puede dar la fuerza que necesitamos para seguir. Pueden verme declamándolo en mi canal de YouTube con mi propia traducción, es uno de los primeros videos que subí.

 

–¿Qué es lo primordial para alguien que quiera cultivar la escritura del Haiku o del Waka?

—Creo que lo más importante es estudiarla, comprender cómo funciona, cuales son sus técnicas, estilos, temas, etc. También aprender en qué períodos surgieron cuales géneros, ya que, como expresión humana, la poesía refleja el tiempo y la sociedad que la compone. Posterior a este proceso investigativo, el siguiente paso es leer, consumir toda la poesía posible, ver cómo lo que se aprendió en el paso anterior se refleja en los poemas, contrastar traducciones, en varios idiomas incluso, si es posible leerla en japonés aún mejor. Y después de que nos hemos imbuido de la historia, la gente, sus ideas y sentimientos, los géneros y estilos, temáticas, lenguaje, sonoridad, imaginería y demás, dedicarse a escribir. Escribir mucho, en lo posible todos los días, ya que, aunque sea un cliché, la practica hace al maestro. Además, los estilos clásicos de poesía japonesa son cortos, por lo que no hay necesidad de llenar planas diariamente. Cuando yo empecé con el haiku, durante un año compuse uno al día, lo que me dio 365 poemas al finalizar. Y uno de ellos me valió mi primera mención honrosa en la competencia internacional Ito-en Oi Ocha Haiku Contest, siendo este poema publicado en Japón. Y cuando mis colegas profesores japoneses sabían de esto, les parecía muy natural lo de escribir un haiku diario, ¿de qué otra forma se podía aprender algo? Creo que esa es una de las cosas que nos cuesta en estas tierras, entender el valor del proceso, del paso a paso, del no apurar las cosas y darles el tiempo que requieren. Y cuando se hace esto, el resultado es casi natural.

 

–¿Qué poetas mujeres nos recomendarías leer?

—No sólo porque la traduje, sino porque es maravillosa, Kaneko Misuzu en poesía contemporánea. Tiene una simplicidad y a la vez puede ser tan profunda. Tawara Machi, en tanka, quien le dio nuevos aires a este estilo clásico, y en cuya poesía uno se puede ver reflejada con tanta facilidad. Chiyo-yo en haiku, para todos quienes piensan que sólo hombres componían en este estilo. Muy elegante, muy lírica. Yosano Akiko, quien en cierta medida fue un puente entre lo clásico y lo moderno. Y viajando al pasado lejano, Izumi Shikibu, siempre desgarrada por el amor, Ono no Komachi, única mujer considerada dentro de los grandes de su época, ambas figuras tan potentes que sobrevivieron en la literatura, inspirando obras de teatro, cuentos, etc. Podría escribir páginas al respecto, así que dejaré sólo algunos nombres más: Akazome Emon, Murasaki Shikibu, Ise, Shokushinai Shinnou, y tantas otras.

 

–¿Qué puntos de encuentro sientes que existen entre la cultura del Japón y la de Chile?

—Ambas comparten un amor a la poesía, aunque la enfrentan y viven de forma distinta. Igualmente, sus geografías son similares lo que permite que el paisaje y su imaginario también tengan puntos en común.

Para ejemplificar estos puntos de encuentro voy a decir algo que a muchos puede resultarles descabellado, por decir lo menos. La paya chilena me recuerda mucho al tanka de Heian o al haikai de Edo. ¿Qué similitudes pueden tener unas décimas creadas por el mundo popular con la refinada poesía de la corte o de la clase guerrera y los monjes budistas? La oralidad y la instantaneidad. Una de las razones para lo técnico y formateado de la poesía clásica japonesa es que el poeta debía estar siempre listo para componer un poema, y que estos, en su mayoría, se hacían frente a otras personas, en el momento. Lo mismo que sucede con la paya. Por lo tanto, las similitudes no siempre son evidentes, no necesariamente quiere decir que la poesía japonesa y la chilena se parezcan, pero creo que algo del espíritu de ambas sí.

 

–Y ¿Qué viene ahora, cómo proyecto literario, tras este magnífico tratado y muestra?

—Estoy trabajando en la traducción de la primera antología imperial Kokin Wakashuu, la cual sentó las bases no sólo en la poesía sino en el imaginario colectivo que perdura hasta nuestros días en la vida cotidiana de los japoneses, con Abducción Editorial, quienes están generando gran impacto con su colección de literatura japonesa. Y estoy trabajando también en varios ensayos, ya que con “¿Qué es poesía?” me di cuenta de que el área de investigación es una en la que puedo aportar y tengo experiencias que le pueden servir a otros.

 

–Por último, ¿Cuéntanos brevemente donde podemos encontrar tus otras publicaciones, de qué tratan, relativas a la literatura japonesa?

—Todos mis libros están disponibles en librerías de Santiago y regiones, también se pueden adquirir directamente en los sitios web de las editoriales y por BuscaLibre. Los dos primeros están, además, en formato digital en Amazon.

Cien poetas, un poema. Colección de Ogura” (Editorial Cuarto Propio, 2017) es una antología del siglo XIII de poemas tanka, y que se utiliza en el juego karuta. “De lo escrito en mi abanico” (Editorial Noctámbula, 2019) contiene todos los haiku de Sendas de Oku de Matsuo Bashou. Este libro fue publicado en Argentina por Ediciones HD. “Flor de naranja amarga” (Editorial Noctámbula, 2021) es una selección de poemas de Kaneko Misuzu.

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