Diciembre 3, 2024

Cuatro Recados de Gabriela Mistral sobre Pablo Neruda

 

Recado II (Enero de 1938, conferencia dictada en Montevideo, publicado en el libro Gabriela Mistral / Caminando se siembra (Prosas inéditas))

 

Chile ha dado dos figuras de primer orden al movimiento futurista -llamémoslo así- de América. Son ellos Vicente Huidobro y Pablo Neruda.

Aunque el aporte les parezca mal a los que ven en este movimiento solamente una conjura de locos contra la sensatez aconchada de este mundo, a mí me parece muy bien que Chile haya traído estos nombres atrevidos a la Literatura. Es una especie de pago de rescate que hace a la Imaginación un país que antes no cumplió con la Imaginación, no la lució o tal vez no la tuvo. Ustedes me dirán que cumplir con la locura y quedar bien con ella es una mala ocurrencia. Pero pensarán otra cosa si aceptan ustedes, como premisa, el que la Poesía es una especie de locura hecha con materiales sensatos. Pero vayan ustedes, más lejos por condescención cortés conmigo, y síganme un momento en esta afirmación: la Poesía debió ser siempre el lenguaje de la locura y habría quedado fuera de ella, en línea paralela, la Razón gobernando casi todo o todos los demás géneros.

Yo sé que la pretensión resulta muy atrevida porque deja fuera de la Región Poética a unos tremendos sensatos que se llaman nada menos que Virgilio o Racine.

Pero ¿y si -como dice un domínico discutiendo de un libro la Doctrina de la Gracia- estuviesen, como en el Pecado Original, las fuentes mismas, los Orígenes viciados y con ellos mucha parte de la Raza de los poetas?

Les confieso con todo gusto, pero con muchísimo miedo de asustar, que suelo pensarme la Poesía como un ejercicio aparte de todos y que sería el de soltar la locura, el desorden, el frenesí puro sobre las gentes.

Esta clase de Poesía no sería pedagoga nunca; no se pondría a contar los paisajes que existen por sí mismos y no necesitan de nadie para ser o parecer; no adoptaría tampoco el encargo de narrar anécdotas, cosas que son servidas en teatro, en novela y hasta en cuentos de viejas. Ella, esta peregrina Poesía, cumpliría el oficio vacante de dislocar voluntariamente la realidad para insinuar otra que pudo ser; ella manejaría la misma sustancia de los sueños y por lo tanto sería profesionalmente absurda; ella repugnaría lo orgánico y lo congruente, no por mirarlos en hechos nocivos, sino por considerarlos reino aparte y menester de otros. Ella aportaría una utilidad de décimo plano, es decir, una muy lejana y estrambótica utilidad: la de nutrir directa y copiosamente la Imagen y con ello mantener esa lonja, esa pizca de locura que también es parte real de nuestro ser y que, tajada o anegada, nos empobrece sin que lo sepamos y nos abaja aplebeyándonos.

Esta Poesía ha salido a flor del mundo con escándalo de las gentes algunas veces. Blake, el inglés, la hizo; a vuelo más viejo, el del Apocalipsis, Juan o quien sea, también la hizo desde otro ángulo, y una legión de esos que llaman oscuros, los Novalis, por ejemplo. En la latinidad, criada y descriada en claridades, ha sido poco frecuente esta Poesía. Pero entre orientales y nórdicos ha existido desde siempre.

Este descenso de la Poesía al caos, como dicen tantos, podría ser un ascenso: hay oscuridades de arriba y de abajo, y muchas veces el hervor del cielo estrellado me ha parecido un como torbellino de resplandores y una confusión de laberinto blanco…

Se dice todo esto para preparar el gran poema de Pablo Neruda que se va a leer. En el Neruda de los últimos libros hay una repugnancia total de lo claro plano -que hay también lo claro anguloso de lo ordenado mineral o cristalino, y sobre todo una repulsa de lo dicho por los abuelos, manera también de ser tradicional. Continuar no es proseguir la danza con otro tiempo musical brusco, precisamente para no agotarla por el fastidio, para no perder a los bailarines o a los espectadores. La acción rectificadora me parece una cosa de honestidad y un testimonio de que se lleva bien la sangre de los abuelos, al llevarla con pulso bravo de vitalidad.

Hallarán ustedes en Neruda un sacudón del árbol entero de las metáforas. No asustarse ni de las más gayas. Valen hasta las locas mucho más que las metáforas de corcho que nos dejaron, atascadas como hojas en rueda de molino, el romanticismo y el modernismo. Si el futurismo no hubiese traído más que esta volcadura del cubo, que ya hedía, de las viejas imágenes poéticas, estaría bien la llegada del futurismo con potros salvajes y todo.

No dejaba de ser prueba hacer una Elegía a estas alturas del tiempo: han muerto tantos y los han llorado tantos vivos plañideros, que era bueno hacer una Elegía revuelta de lágrimas y humor, de angustia y juego. Me gusta el remozamiento violento del tema.

Cree Ricardo Báez a Neruda el primer poeta de la América joven. Comparto yo enteramente su apreciación sin tener el filo y el peso de la opinión suya.

Neruda vive ahora en España. Trabaja adicto a nuestra embajada y escribe en las mejores publicaciones de índole renovadora de España y de América.

Treinta años. Una estada larga en Oriente, la India y Java. Hay en él leves influencias orientales e inglesas. Libros publicados: Crepusculario y Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada.

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