Noviembre 7, 2024

Oda al mes de agosto

(Ilustración de Luis Scafati)

 

Otra vez vuelvo
al claro
de la tierra,
a mirar
y tocar
piedras silvestres,
arena, ramas, luna.

Agosto
austral,
agosto
limpio y frío,
tu columna
se eleva
desde la tierra al cielo
y te coronan
las piedras estrelladas,
la noche del zafiro.

Oh
invierno
claro,
veo
florecer tu rectángulo
en una
sola
rosa,
la nieve,
y blanco, azul, me enseña
tu pura geometría
una lección abierta:
el mundo está sin hojas,
sin latidos,
despojado de todo
lo que muere:
es solo piedra y frío,
libro desnudo de cristal en donde
las largas letras de la luz se elevan.

Agosto sin
calles, ni
números,
agosto sin zapatos
que caminan
hacia los sufrimientos vuelvo
a tu soledad
no para ahogarme
en ella,
sino
para lavarme en tus aguas,
para que en mí
resbale
luna fría,
y pise por los bosques
piedras, hojas
caídas
de agosto, y todo tenga
extensión limpia,
sabor de cielo, altura
de joven corazón bajo la lluvia.

Oh
plena potencia,
claridad
despojada
de la tierra,
amo
tu abstracta
paz
en los caminos.
Quiero
estar
solo en medio
de la luz de agosto
y ver
así
sin sangre
por una vez
la vida:
verla
como una
nave
deshabitada
y bella,
sin más aroma que el aire marino
o el invisible de un romero amargo.

Paso a paso,
sin nada:
no hay sino
luna y nieve.
Y ando
hasta sin mí,
por fin,
en la más clara
claridad de la tierra.

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