Presentación
A lo largo de la historia del pensamiento la cabaña ha tenido un rol importante como espacio de introspección o retiro de pensadores y filósofos. Desde este espacio físico ubicado en el entorno de un bosque, se han desarrollado distintas líneas de pensamiento filosófico, político y cultural. También existen rituales religiosos que toman la cabaña como centro de la unidad espiritual y comunitaria de un pueblo.
En el presente texto, el arquitecto y artista visual Manuel Marchant R, toma como motivo centra la idea del espacio abstracto de la cabaña, como necesario espacio mental de retiro para dejar fluir el pensamiento aleatorio y desde ahí discernir campos de pensamiento o acción política.
El presente texto, escrito a la manera de una carta dirigida a camaradas de militancia, constituye un prefacio al estudio de tres cabañas o nidos mentales.
Primer Nido Mental
La cabaña de las aves en el árbol.
Camaradas:
Luego de aquella tensa discusión en nuestra célula partidaria que trató, ustedes recuerdan, acerca de nuestras opciones de vida y militancia, de compromiso político y acción social, acerca del tiempo que debemos destinar a los pequeños y cotidianos aconteceres de nuestra vida civil y visible o bien si debemos simplemente olvidarnos y borrar nuestra identidad y dedicarnos por entero a los pensamientos aleatorios que irrumpen en el flujo natural de nuestras conversaciones.
Pensamientos aleatorios, dispersos como nubes sin forma y que sin embargo debieran tener un lugar básico donde habitar y constituirse en materia de textos e ideas conductoras, un lugar habitable en nuestras horas y para nuestros deseos utópicos de cambio.
Este tipo de flujos de pensamiento irrumpen según el azar lo señala y ante la falta de certidumbres o datos confiables se transforman en lo único cierto que nos acompaña y nos habita cuando no sabemos con seguridad qué va a suceder y cómo nos envolverá el destino en su laberinto, quedamos a merced de lo probabilístico y lo asumimos como un excedente discursivo, un eventual texto sin sentido ni pasión histórica.
Sin embargo, ahí están esas palabras, esos hilos de pensamiento insondable, ocupan gran parte de nuestra producción intelectual y se configuran como una suerte de contabilidad paralela al momento de decidir nuestras futuras acciones, ya sean políticas o bien en el campo de la cultura o de la acción social.
Luego de aquella reunión que definió, para nosotros, la dispersión y el abandono como paradigma actual de la acción política, he soñado con una cabaña, una cabaña desde la cual retirarme a profundizar en estos temas. La cabaña del sueño era más bien un cobijo primario, una choza construida con trozos rústicos de madera y con lo mínimo necesario para considerarlo un sitio habitable que permitiera resguardarse del frío y proteger del ambiente exterior.
Esta cabaña o choza era idéntica a el nido de un ave colgado en la rama de un árbol en el jardín de mi casa, su puerta era redonda y desde luego adentro yo no cabía, por lo que solo podía observarla desde afuera, sin embargo, era mi cabaña, donde yo deseaba vivir, pensar, imaginar y morir, la cabaña estaba en un árbol de mi jardín y a veces algunas aves la ocupaban de paso como lugar de descanso de sus vuelos metafóricos, siempre dejaban dentro algún vestigio algún rastro del tiempo que lograron habitarla, unas hojas secas, algunas pequeñas plumas y otras herramientas incomprensibles para mi humano discernimiento.
Un día aquella cabaña cayó del árbol y la recogí con la idea de repararla, pero pasaron los días y no me decidía a empezar aquella sencilla tarea, la de ser el carpintero, el obrero de las aves que hacían su nido en esa ínfima construcción, como muchas otras cosas o eventos lo fui dejando y se comenzó a transformar lentamente en un pequeño campo de pensamiento aleatorio. el devenir de la cabaña comenzó a ser parte de una formulación conceptual, de entornos y espacios interiores de pensamiento e imaginación.
¿Cuál era entonces la diferencia entre la cabaña del sueño y la diminuta cabaña del jardín? era necesario emprender algunas acciones de enmarcamiento o soporte del objeto, es decir distanciarlo del mundo de manera que fuera posible generar un catastro de eventos menores que a partir de la acción de los elementos ambientales, fueran poco a poco estableciendo diferencias aleatorias en su materialidad.
estas acciones fueron las primeras de un carácter decididamente político, vencer la resistencia del objeto a adquirir un carácter de campo experimental de procesos puramente mentales.
En la última declaración de nuestro manifiesto del rupturismo aleatorio, lo decimos claramente: “el capitalismo basa su dominio en la objetividad pura del deseo, y la tarea de deconstruir el objeto ya no como mercancía a ser adquirida, mediante el esclavismo del dinero digital, sino como parte de un flujo de pensamiento, deviene en la ruptura de la relación de dependencia del sujeto respecto de las fantasmagorías objetuales que lo alienan”
La primera acción entonces fue insertar la cabaña en un cuadrado azul de 40 x 40, la elección del ángulo, la orientación respecto del cenit y los puntos cardinales, el trazado con tiza de la relación norte sur fueron los primeros gestos de deconstrucción de su objetualidad.
Esto, como ustedes recordarán fue a fines de la gran revuelta social y a principios de la era de la pandemia.
Tenía ya mi pequeña cabaña establecida en un espacio abstracto, en un lugar al cual a veces las aves acudían de manera desorientada o bien cautas y curiosas.
El retiro de este mundo y de esta realidad, el habitar en un mínimo espacio para dejar fluir el pensamiento aleatorio, es una opción que algunos pensadores, filósofos y anarquistas alguna vez han tomado, pero retirarse ¿desde dónde y para qué?
¿Qué es el mundo? ¿porque algunos necesitan retirarse y observar la jauría humana desde un lugar distinto?, son los lobos solitarios del pensamiento que producen en algunos casos opciones de acción social no violenta, como el caso del retiro de Henry David Thoreau en los bosques de Walden, en otro caso la filosofía del habitar poético y otros escritos de Martín Heidegger en el bosque de Todtnauberg, o también para atentar de manera oculta contra los responsables de la sociedad industrial como el caso de Theodore Kaczynski, quizás el último de los neoluditas activos, con una acción individual y repercusiones de carácter global.
He aquí entonces la tarea, abocarnos inicialmente a la investigación y el estudio del espacio físico y mental surgido desde esas tres cabañas, la de los bosques de Walden en el caso de Thoreau, la de la Selva Negra, Todtnauberg, opción de Heidegger y la de los bosques de Lincoln en Montana, en el caso de Kaczynski, quizás esta última sea la más inquietante.
En los próximos textos trataremos de hacer una cirugía de estas tres cabañas pensantes, de estos tres nidos mentales en que el pensamiento y la acción humana cobraron presencia en el devenir del mundo y en el actual estado de las cosas y de las opciones a elegir.
camaradas: invito a cada uno de ustedes a construir su cabaña, a emprender la construcción de un refugio mental desde el cual desarrollar el pensamiento y la acción política. El mundo ya no resiste más esta civilización de ciudades antropófagas, la cabaña será nuestro último reducto cuando ya en la tierra no queden sino cenizas.
Manuel Marchant R
Arquitecto – Artista Visual
Ciudad de Santiago, 18 de Julio del 2022
Sueño de la Cabaña en el árbol.
Fotografía y elaboración digital
Manuel Marchant R.