Por Ernesto González Barnert
A propósito de su último libro Rincón de lluvia, publicado en Chile poco antes del estallido y pandemia hoy retomamos el dialogo y conversamos con esta destacada escritora, activista cultural, editora y abogada, Valeria Sandi (Santa Cruz, Bolivia, 1991).
Entre sus libros destacan: Ambidiestros y la La luna lleva sal. Ha participado en diversos festivales y lecturas como, Encuentro Multidisciplinario Proyecto Posh (México 2017), Festival Caravana de Poesía (Perú 2018/2019), Festival Internacional de Poesía de Medellín (2019) entre otros. Es colaboradora en revistas de poesía y ensayos en su país, México, España, Venezuela, Perú y Colombia. Desde 2020, edita en las revistas: Galerías del Alma (México) y Mal de Ojo (Chile) y forma parte de la editorial Literatelia para Bolivia. Su poemario Rincón de lluvia fue publicado por Ediciones Andesgraund Chile 2018 y tuvo una reedición por Literatelia, México 2019. Además, dirige el ciclo de lecturas Trueque Poético y el Festival Internacional de Poesía Joven Jauría de Palabras.
—¿Qué significa en tu camino poético este último libro Rincón de lluvia?
—Rincón de lluvia, es un libro que me ha traído muchas satisfacciones, nació en Chile con Andesgraund ediciones, gracias a la confianza y mirada de René Silva, luego siguió su propio vuelo, fue publicado en 2 editoriales mexicanas, este año en Costa Rica y en la editorial artesanal más antigua de mi país. Es un libro que nació de un proceso de investigación a partir de los diversos significados y representaciones de las gotas. Espacios que se derraman, humedecen al transcurrir los poemas, se concentra en una etapa de mi vida que la lluvia, era un estado de ánimo y pulsión, un reconocerse desde el elemento agua.
—¿Tienes un arte poética que aúne tus libros en un mismo prisma de observación o percepción?
—Sí, tengo 2 artes poéticas que dialogan con esta búsqueda continua desde mi escritura a medida que sigo escribiendo, se encuentran, se cuestionan, se reconocen las grietas, ante el espejo.
Un fragmento de la primera: Hay silencios/tejiéndose entre mis dedos/mientras yemas/ de sangre caliente/mueven en onda mis sueños/otras veces/se desborda la hoja/picada en llantos/ahogada está la tinta.
Un fragmento de la segunda: Llevo dentro/una luciérnaga herida/sobre mis palabras/ cómo sostener su luz/sin condenarla/ a mi dolor.
—¿Ahora me gustaría preguntarte por 10 libros que marcan tu educación sentimental como escritora, abogada o productora?
- Justine o los infortunios de la virtud (Marqués de Sade)
- Las flores del mal (Charles Baudelaire)
- Los cuerpos (Matilde Casazola)
- El teatro y su doble (Antonin Artaud)
- Cuentos de amor, de locura y de muerte (Horacio Quiroga)
- La noche (Jaime Saenz)
- Borracho estaba pero me acuerdo (Víctor Hugo Viscarra)
- Blanca Varela, poesía reunida
- Conversos (Gustavo Cárdenas)
- Obra completa de Blanca Wiethüchter
—¿Cómo ves el panorama actual de poesía boliviana?
—Visible. Cuando uno salía fuera del país, se sorprendían y te preguntaban acerca de la tradición literaria, de qué actividades se realizaban en el país. Asumo por la limitada poesía boliviana disponible en librerías, sin ir lejos en países vecinos como Perú, Colombia y Argentina. Ahora por los encuentros, festivales, ferias de libros veo que hay una mayor representación de escritores en dichos eventos y más conocimiento de autores. Con las actividades virtuales, fue creciendo la participación boliviana. Ahora tenemos proyectos integradores, como el Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de los Anillos que recién celebró su IX edición en el marco de la 23° Feria Internacional del Libro y tuvo grandes voces entre ellas la de los invitados de honor: Floriano Martins (Brasil) Forrest Gander (Estados Unidos) ambos manifestaron su interés por la poesía boliviana y han estudiado y traducido a varios de nuestros autores, lo valioso también es que tienen todo el interés por seguir con esta labor con más autores del país.
Ahora un punto débil que tenemos en algunos casos, es la falta reflexión de lo que se escribe y se publica sobre todo en autores emergentes. Hay muchos escritores que creen que apoyan a las voces nuevas siendo complacientes con ellos, con el aplauso fácil o las comparaciones con grandes, que los inflan y les hacen creer que son lo mejor de la poesía actual.
Mi maestro Gustavo Cárdenas en el taller poetangas decía: No somos Arthur Rimbaud para tener toda esa producción y calidad literaria y dejar de escribir a los 20 años.
—¿De qué manera la obra poética de Pablo Neruda dialoga con tu propia obra?
—Desde el recuerdo, de tener la imagen de una ex pareja recitando Farewell, siendo que tiene muy mala memoria, se lo sabía. Comprendí con eso que el registro del tiempo, permanece en la tristeza: Desde el fondo de ti, y arrodillado/un niño triste/ como yo/ nos mira.
También desde la fijación de temas en común que me reconozco como lectora para luego escribir a partir de: miradas, mar, luz, sombra, amor, tiempo, distancia, casa.
Por eso cuando visité Chile y estuve en la Sebastiana, intenté sostener esas palabras, desde el retrato que se va armando, en la contemplación de los espacios, las sensaciones, que perduran.
—Qué poema tuyo nos compartirías hoy?
RAÍZ DE CENIZAS
De tus pulmones
no estallarán
los primeros gritos
de albedrío
no habrá matrona
que contenga este pulso
susurrando
¡Es mujer!.
No llegarás a mi regazo
como el fruto
de nuestros países
del rojo en común
no bordaremos
una bandera nueva
para tu abrigo.
La ira de la menstruación
me abrirá los meses
con cada dolor
sonarán las campanas
caerá mi fertilidad.
Contaré
desde el patio
las aves colgadas
por cada cuento
que no llegó
a tus oídos.
No existirán domingos
para llevarte
a descubrir colores
en los títeres del tío Juan.
No te soplaré
las pesadillas
ni te obligaré a comer
las lentejas
de la abuela.
No jugarás
en la Convención
de frases
ni se calentarán tus días
en la Santa Cruz.
No sabes
cuántos vestuarios
tuve que habitar
para esconder
la tristeza.
No tendrás
adolescencia
Ni me dirás
¡Mamá!
“El Derecho
pone a prueba
la rectitud de las consciencias”
Pero
“La antropología
es el conocimiento
de nuestra humanidad”.
No te dirán
tienes la vena poética
de tus padres
ni nos prepararás
fiesta sorpresa
en nuestro cumpleaños.
Abril de lluvias
¿Florecerá de noche?
no lo veré, no lo verás
de herencia
no tendrás mis ojos
la nostalgia
de un amor
se lo comió a pedazos.
Desde allá
se me parte la raíz
me crece
la sombra.
Disculpa
el temblor
de mis años llega
se derrama
nuestro sueño.
Ahora
te llevo
siendo un deseo
seco
en la garganta
desde
dónde voy
tosiendo
todo
lo que no serás.
—¿A qué le temes como escritora?
—A no tener ganas de seguir explorando. A que la productora consuma a la escritora. A que me digan: Leí un poema tuyo y en las primeras líneas supe que era tuyo.
—¿Cuál es el peor error que has cometido como poeta?
—Enamorarme de esa palabra, cuando era más joven. El error por la sed de reconocimiento, la distinción a lo que uno hace. Me duró muy poco, porque conocí a escritores/maestros con la sabiduría que necesitaba para despojarme de eso y dedicarme a leer y seguir escribiendo.
—¿Un libro que no pudiste terminar de leer?
—El Corán, es un libro que me abrió la mente y despertó otras sensibilidades. Inicialmente quise analizarlo porque un poeta árabe, en su propuesta tenía muchas referencias del Corán, así que hasta ahora sigo con asombro las páginas, pero siento que todavía no puedo terminarlo.
—¿Tu libro favorito de poesía boliviana?
—La obra completa de Blanca Wiethüchter, en particular el poema «Luminar»
—¿En qué te encuentras trabajando poéticamente?
—En un nuevo libro, pero también recientemente realicé una puesta con un hilo conductor de textos de Gabriela Mistral, Josefa Mujía, Hilda Mundy, Rosario Castellanos junto a posibles respuestas a determinadas preguntas en nuestra actualidad, si ellas estuviesen entre nosotros, como responderían en la pulsión de este tiempo. Para acercar a los niños y jóvenes a su obra, las presentaciones se realizaron en las diferentes bibliotecas de los diferentes barrios de mi ciudad. Ahora estoy trabajando la segunda parte con otros autores y la publicación de postales poéticas escritas por niños de mi taller.
—¿De qué manera dialogan en ti la productora, abogada y escritora?
—Aprendí a verlas como una larga soga, de una punta está la escritora, de la otra está la productora y al medio la abogada. He renunciado a muchos casos y un par de trabajos, porque iban en contra de la honestidad, en ese mismo sentido, también intento ser coherente con mi escritura, sobre aquello que trabajo y quiero decir. Lo mismo la producción, realizo las actividades que merecen llevarse a cabo toda mi energía, que creo que puedo aportar si lo realizo. Nunca a medias, busco ser consecuente. Sin ser abogada tal vez hubiese perdido un poco el rumbo de lo poético, creo haber logrado cierto equilibrio, el derecho es mi cable a tierra y también me ha dado la determinación.
—Eres Directora del Festival Internacional «Jauría de Palabras» ¿Qué se viene después de la pandemia, los problemas políticos, en que nuestros países han estado conflictuados?
—Son días difíciles, cargados de incertidumbre. La única certeza es el aquí y ahora por eso estos pequeños espacios o aperturas de fronteras entre países, nos dan pie a creer que esta nueva normalidad podría ser mejor, podríamos retornar a lo que recordamos que era la felicidad, pero desde donde nos toca dibujarla. Lo presencial se extraña y los espacios de encuentro y festivales son un puente importante y necesario. Dentro del festival que dirijo uno de los objetivos es volver a lo que se entiende por comunidad, también visitar centros culturales de periferia, creemos en los niños y jóvenes. Realizamos procesos sostenidos, también mediante conversatorios, escuchar, reflexionar, mediante las actividades que realizan en las diferentes latitudes los escritores convocados para esta edición. Para este año tenemos participantes de: Argentina, Chile,Perú, Colombia, México, Ecuador, España, Costa Rica y Bolivia. Esta unión y engranaje nos demuestra una vez más que mientras la guerra continua, desde la escritura buscamos, escucharnos, abrazarnos y reconocernos de manera horizontal.
—¿Una canción que te encanta por estos días?
—«Tamally Maak» de Amr Diab, pero disfruto más el cover de Serge Nikol
—¿Un olor que amas?
—El jazmín
—¿Por último, cuál es tu relación personal con la poesía chilena?
—Cercana y de mucha gratitud. Admiro y leo a varios autores chilenos. El año pasado realizamos un homenaje a Rosabetty Muñoz. Esperamos en otras versiones del Festival seguir reconociendo a poetas chilenos. Cada año va creciendo su participación.
Cuando estoy en Santiago, siempre visito el Bar la Unión Chica, conversando y concretando proyectos literarios con amigos. Este marzo no fue la excepción, con un navegado los tejados se inclinan de Jorge Teillier.