Por Darío Oses
La mexicana Valeria Luiselli (1983) es una de las escritoras más singulares de la narrativa hispanoamericana actual. Su última novela, Desierto sonoro, podría inscribirse en el género que nació con la generación beat, y prosperó en las décadas de los 50 y 60 del siglo XX, y al que se llamó la «novela de carretera». Su paradigma es el libro En el camino (On the road ) de Jack Kerouac. En el cine este género produjo una película de culto: Busco mi camino, (Easy rider), en 1969.
Los protagonistas de estos relatos eran muchachos bohemios, reñidos con la vida burguesa, que se lanzaban por la mítica ruta 66, que llegó a convertirse en «la calle principal de América». Partían en busca de libertad, de drogas o de ambas cosas.
En el relato de Luiselli, los viajeros son una pareja, con la niña y el niño que cada uno trae de relaciones anteriores. Son discretamente antisistema, pero no buscan drogas ni experiencias límites, sino sonidos. Después de cuatro años de vida en común han decidido separarse, pero antes de hacerlo emprenden el viaje.
Se conocieron en un proyecto que perseguía «registrar y catalogar los sonidos emblemáticos o distintivos de la ciudad (Nueva York)» como: «el rechinido del metro al detenerse, la música en los pasillos subterráneos de la calle 52, los pastores predicando en Harlem, el rumor de voces y murmullos en la bolsa de Wall Street» y la enorme cantidad de los sonidos que pasan inadvertidos como ruido de fondo: «cajas registradoras abriéndose y cerrándose en los delis de las esquinas, un guion ensayado en un teatro vacío…» etc., etc. En ese trabajo registran las más de ochocientas lenguas que se hablan en la ciudad.
Después de participar en la construcción de ese inmenso paisaje sonoro, la pareja con sus niños deciden emprender el viaje desde Nueva York hasta Arizona. El itinerario es parecido al de uno de los viajes de Kerouac y al de los motoristas de Easy rider.
Ella va a capturar los sonidos que se producen con la crisis migratoria en la frontera con México, y él va tras las huellas del guerrero apache Gerónimo, al que califica como «el último hombre libre que vivió en los Estados Unidos».
En paralelo con ese viaje en automóvil, transcurren dos dramas: el de la migración de los niños, que la autora conoce bien porque trabajó como traductora en defensa de los niños inmigrantes centroamericanos, y el de la resistencia trágica de las últimas tribus apaches capitaneadas por el guerrero Gerónimo, en el siglo XIX.
La autora construye imágenes conmovedoras del tren de los niños migrantes: «Antes de abordar el tren, caminaban a la escuela, paseaban por parques o callejuelas (…) Ahora, dormidos sobre el techo de la góndola, arracimados uno junto al otro, sus historias dibujan una sola línea que atraviesa esas tierras yermas».
Mientras el hijo registra todo con su polaroid, los adultos van en busca de sonidos. Pasan por Memphis ciudad del culto profano a Elvis. Fingen ser guionistas de spaghetti westerns para sortear problemas en ciudades tan conservadoras como pequeñas Finalmente llegan al lugar donde yacen los restos de Gerónimo. Él saca su equipo de sonido. Ella conjetura que el plan de él es «grabar los sonidos que ahora, en el presente, se escucharon en ciertos lugares por los que alguna vez caminaron, hablaron y cantaron Gerónimo y los otros apaches que pelearon junto a él».
Magnífica novela sobre dos viajeros que buscan captar los sonidos asociados a dos dramas que hieren a la opulenta Norteamérica.
Desierto sonoro, Valeria Luiselli. Nueva York. 2019. Vintage español.
P.S.-A quienes se interesen en conocer más sobre el guerrero Gerónimo, puedo recomendar: Gerónimo. El final de las guerras apaches. Edición de C.L. Sonnichsen. Barcelona. José J. de Olañeta Editor, 1993.