Diciembre 23, 2024

Entrevista a Marion Canales: «Aquí el fierro es como el pañuelo o la guitarra…»

 

Por Ernesto González Barnert

 

Un viaje-río-espejo, a quemarropa, vital, nos trae por la Feria libre del Domingo (y de paso Santiago) la poeta Canales Cofré en un libro de poesía que ya es un clásico por derecho propio para algunos de nosotros, un libro que ha envejecido la mar de bien, escrito con «punch», como pocos y pocas evitando la idealización romántica, el decorado retórico en esa cárcel moderna y abierta, de sentido, que nos tiene en esa dualidad de que si no estamos comprando, estamos vendiendo. Sin duda, Marion, escribe a flor de piel, con naturalidad afilada, espíritu punk, sin perder ternura y autocrítica, pero también con dureza y dignidad para esos lectores que elegimos sobrevivir pese a todo, se las apañan a diario, acompañamos a otros, no venden solo pena –o marginalidad– for export a burgueses culpables y salones universitarios, se instalan a mendigar en la grieta del victimismo, esa lacra como decía Primo Levi, este es un libro de buen comercio, donde el chamullo no vende, poesía en serio en el país de broma.

 

–Marin, sostenías en una entrevista anterior –siguiendo a San Agustín y su respuesta ante el tiempo–, que uno no debía esperar que la poesía solo la contuvieran los libros, debe desbordarlos… ¿Quisiera partir preguntándote por tus inicios literarios, qué te empujó a ser poeta, caminar este camino sin camino, te desbordó?

—El instinto de sobrevivencia, algo de alquimia. Alguien creyó hacer de mí una buena lectora a los 8 años. Una buena lectora es más que una consumidora de libros. Aún así la poesía no tiene que ver más que con la vida misma y la forma de expresar una visión de ella.

Sufrí con Arteche en el histórico taller «Altazor» en la Biblioteca Nacional sólo para comprender que teníamos diferentes miradas, ambas valiosas. Eso yo lo comprendí. Corrían los años 1977-78 Fue un buen inicio y una generación (del 57) preciosa, desgarrada por la historia.

Feria libre es un libro escrito en 1992, que se demoró 28 años en publicarse (2020) porque «estabas ocupada»…¿Cómo fue el proceso de gestación, escritura, hasta el día de hoy? ¿Cómo ha sido la recepción hoy?

—La poesía del libro la viví durante 12 años. En 1990 encontré el tono justo para entrarle el cuerpo a su  lectura. Alumbró de cuajo como arte poética en sí misma, una historia, un modo de ser y decir desde Feria Libre, Poesía.

La recepción latamente esperada ha sido tan vital y verdadera. Y es que la poesía fue conocida circulando de voz en voz en lecturas poéticas, fotocopias, antologías digitales. Materia de estudio en notas críticas (Opusculario de Estética del Dr Phil. Ricardo Loebell). Finalmente instalada  con dos editoriales emergentes. En el 2020, ElOtroCuarto Ed. Digital Y la reciente publicación que me hizo Marciano Ediciones (2022) incorporándome a su catálogo. Estoy feliz con los resultados y esa portada maravillosa con la obra «Génesis» del Artista Plástico chileno, residente en Nueva York, Raimundo Rubio, quién me instó a publicar Feria Libre.. Es curioso como el libro se ha gestado, es testimonial. En 1991 gané un concurso de poesía con dos de sus poemas inéditos. El último poema del libro da cuenta de este hecho poético: se llama «Trabajadora de Feria». Contiene un epígrafe sacado de una noticia aparecida en el diario Fortín Mapocho de la época.

Después de esto no se puede incluir nada más. Se cierra en sí mismo. Al leerlo te das cuenta de que no puede haber después otro poema. Y eso es poesía.

 –¿Qué libros, escritores, marcan tu educación sentimental, tus ganas y compromiso, para que la poesía no quede en las manos de los de siempre?

—Mi educación sentimental pasa por la experiencia del amor y no puede evitar eso. Así queda: me voló la cabeza el lenguaje de Vallejo en Trilce,  el sarcasmo y humor Parriano. La alquimia Huidobriana. Esa hambre poética desbordando lenguaje en Pablo De Rokha. Y por joder le pongo a Neruda al lado con su Canto General y Residencia en la Tierra, bien masticado. Admiro el pensamiento y la Poesía en la Mistral. De G. Rojas las dos eles: lúcido y lúdico. La quebranza telúrica del amor en Zurita. La Visión rupturista de Juan Luis Martínez. La acusadora irreverencia de Stella Díaz Varín y toda la humanidad de su poesía. Rodrigo Lira debió haber sido publicado en vida; pero también estaba demasiado ocupado. Las tres generaciones Rubio: Alberto, Armando, Rafael, patrimonio poético a toda luz. Y también la poesía mapuche, con esas voces como la de Lienlaf, Rupailaf, Aniñir y Elicura. La poesía que buscó camino de música en Violeta Parra, Víctor Jara, Patricio Manns. Incluyo en mí a todas las mujeres poetas, todas, desde Safo hasta Elvira Hernández. Y llego a mi generación con el nombre de  María Ester Pradenas, Poeta Lotina.

Postergadas por una vida de doble trabajo, con libros en guarda, invisibilizadas por siglos de dominio editorial de poder, poder hacer cosas poder publicar y ganar premios, poder ganar presencia en cuanta Feria de Libros inviten y volver a ser publicados, poder de poder patriarcal y autoventilado.

Mis sentimientos están por valorarnos, creadoras y creadores al margen, como lugar poético y hacernos oír, quienes «escribimos puras leseras» y que «eso no es poesía» al decir de otros.

 –¿Cómo ves el panorama actual en poesía?

—Estoy con presbicia tal vez y más encima corta de vista, no veo «Panorama» sino  más bien paisajes v/s lugares poéticos. Talagante está lleno de poetas a 32 años de Feria Libre. La mayoría no llega a los 40.  Hay mucho paisaje en ellos, pero también lugares poéticos que recorrer. Habrá que ver si prefieren una superficie bella repulida… para el goce de los sentidos y se quedan paisajeando o afilan el ojo para calar la mirada escarbando lugares tras el oro. Es brutal como tendencia el acomodo.

La Escuela de Arquitectura de la UTEM en el 2003, convocó al Encuentro El Lugar Poético, compartí esa experiencia.  Pensar y repensar el sentido en la Escritura. Viajaba en una micro por la orilla del Mapocho. Ese río insalubre lleno de miseria y desprecio humano es el mismo que lleno de vida baja del cielo por la montaña a los huertos de verduras que tú y yo llevamos a la mesa familiar. Mapocho agua que se pierde en la tierra.

El Mapocho es un lugar poético.

Entonces cuesta recuperar el habla. Nos quedamos en silencio no mudos.

–¿Qué proyectos escriturales o poéticos tienes ahora?

—Como editora, el Proyecto Pewma Dungun-Box, 12 libros de alumnos de mi taller de Poesía, trabajando junto a Sofía Ramenzoni edición, ilustraciones originales, encuadernación artesanal.

Tengo dos libros míos a la espera: El Vuelo de Pascual y Refinería de Sueños, ambos de Poesía. Con dos décadas de guarda. En proceso El Paseante Urbano. De este hablaremos en 10 años más. Debo acortar la espera. Mientras voy Jugando a ser Poeta en escuelas de mi comuna. Los niños nunca dejan de sorprenderme.

El Domingo 29 de Mayo «tomaré por asalto» la Feria Libre de Malloco Paradero 22. En esta feria,  leeré a viva voz al público protagonistas de mi poesía nuestra historia común. Sé que algunos (varios) ya partieron, pero están sus hijos, sus amigos. Sé muy bien que nadie dejará de vender en sus puestos, ni dejarán de comprar los caseros y caseras, para pararse a mirar y oir a esta poeta y eso es genial, no lo hicieron antes. No espero que lo hagan ahora. Que mi voz se levante entonces y les salga al paso colándose en sus oídos, como un vendedor de feria, para seguir siendo más que una voz, más que un par de alas.

 

–¿A qué hora hay que saber irse de la Feria?

—A la Feria hay que saber entrar. Eso es lo difícil. Puedes irte cuando quieras (siempre soñé decir eso).

 

 

Acá pueden ver lectores una versión musicalizada de un extracto de Feria Libre, leída por Marion Canales, realizada por el grupo D7, en el Festival Multi Cultural “Chakras, Rock y Cebollas”, Verano 2002, Gimnasio Santa Rosa de Chena, Comuna de Padre Hurtado, Santiago de Chile.

https://www.youtube.com/watch?v=QXSR0E-_rnU

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