Compartimos algunas postales del trabajo de Guido Solar Casanova (Chillán, 1982], quien desde su ciudad natal formará pronto parte del patrimonio de la Universidad Federal de Rio de Janeiro Brasil. Guido, es Licenciado en Artes Plásticas mención Pintura de la Universidad de Chile. Además, trabajó un año en el TAV( Taller de Artes Visuales). También incursiona hasta el día de hoy en proyectos de performance, video, gráfica, pintura y arte sonoro que han llegado a países como Estonia, Finlandia, EEUU, Argentina, Alemania, Francia, Paraguay, Bolivia, España, México. El año 2021 publica el libro de poesía Miscelánea. Y algunas de sus obras son parte de una colección particular, en Boston, EEUU.
Hoy les dejamos con algunas reflexiones sobre su obra y tres fotografías de registro de perfomances realizadas hace unos años.
–Sonámbulo
–Entierro
–Crepúsculo
Pablo Cayuqueo y Samuel Quiroga escribieron de su trabajo:
Un artista “comm’il faut”
El 18 de julio de 1858 aparece el primer número de El correo literario, revista mordaz e incisiva que a través de sus artículos políticos, literarios, científicos y de costumbres manifestó duras críticas a las instituciones. Particularmente acidas eran las caricaturas que acompañaban cada publicación. Antonio Smith, quien dibujó las caricaturas de los cinco primeros números, se convirtió así en el primer exponente de la sátira política. En el primer número se publicó Un artista “Comm´il faut”.
«Comm’il faut es una expresión francesa que significa “como se debe”, es decir, estar de acuerdo con las convenciones, patrones y modelos de comportamiento adecuado a su calidad de tal.
[…]
[Smith] Va más allá de una simple caricatura, es decir, se puede reír de sí mismo, pero con la profunda convicción de que nadie más podría llamarse “Un Artista comm’il faut”.»
A partir de ese momento podemos nombrar a toda una serie de artistas que con sus particularidades han seguido una ruta semejante, entre lxs que podemos mencionar a Juan Francisco Gonzales, Henriette Petit, Laura Rodig, Camilo Mori y Celia Leyton. Guido Solar (1982, Chillan, Chile), artista visual, licenciado por la Universidad de Chile en artes con mención en pintura, ha participado en proyectos de creación y exhibición tanto en Chile como en el extranjero. Su obra evidencia una línea de trabajo que desde la interdisciplinaridad artística transita desde la pintura, pasando por la performance, el video, la fotografía, hasta la imagen y el sonido, cuyos atributos más característicos son la expresividad, sobre todo aquella que se aprecia en el tratamiento de la mancha y en la gestualidad con la que construye sus imágenes.
Los referentes de Guido Solar, según sus propias declaraciones, son “el expresionismo abstracto, el impresionismo alemán, el Art Brut, el informalismo y el arte naif.” En efecto, las soluciones visuales plasmadas en su obra nos remiten a estas estéticas señalada por el artista, a partir de las cuales Solar se sitúa para crear, como todx artista contemporáneo, desde lo que siente, imagina y piensa. La lucida premisa planteada por José Ortega y Gasset, “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”, nos da pistas para comprender la obra de Solar. Su yo construye imágenes cuya comprensión requiere de una reflexión previa que tome en cuenta las circunstancias de un artista inmerso y consciente de la profunda crisis que vive el mundo contemporáneo. Su salvación, y por extensión la nuestra, la encuentra en una reconexión con los aspectos emocionales de la existencia. Siguiendo a Ludwig Klages, quien defiende la primacía del alma por sobre el espíritu, las imágenes de Solar requieren que silenciemos a la razón para dejarnos llevar por el laberinto de nuestras emociones.
“Mi trabajo —sostiene Solar— es ante todo emocional, mi pintura es un permanente diálogo con el pensamiento del filósofo alemán Ludwing Klages”. Klages considera la lógica, lo racional, lo objetivo, como expresión de un espíritu caracterizado por lo impersonal y lo trascendente, todo lo cual condiciona, limita e incluso destruye la capacidad creadora del alma; en tanto, que el alma es una expresión dionisíaca, vital y dinámica. Según esta premisa el espíritu, por medio de lo racional y lo objetivo, solo nos conduce a una rigidez cadavérica y mecánica que a partir de conceptos va destruyendo el mundo fluido y vital de los mitos. En síntesis, Solar articula desde lo emocional los valores y categorías con las que dota a sus imágenes.
Desde el punto de vista de las soluciones formales, el propio Solar nos da las coordenadas para rastrear los atributos que constituyen sus imágenes. Estos provienen de distintos movimientos, tales como el expresionismo abstracto, el impresionismo alemán, el informalismo, el arte naif y el Art Brut. Solar posee el buen oficio académico propio del artista que domina las formas, el manejo del color, la línea valorada y el predominio de la expresividad y el color por sobre el dibujo mimético, a la vez que conoce bien cómo estructurar la perspectiva y la aplicación de cánones clásicos para construir imágenes miméticas. Sin embargo, Solar juega también con atributos que lo sitúan fuera de la caja del arte académico tradicional, como cuando deliberadamente incorpora un color sucio o insaturado para destacar la gestualidad y expresividad con la que dota, desde la forma, a sus imágenes. Y esto es congruente con su intención de incorporar elementos característicos del expresionismo abstracto, el impresionismo alemán, el informalismo; aun cuando, en un juego deliberado y contradictorio, incorpora elementos del ámbito del arte naif y el Art Brut.
En términos generales, se considera que el Art Brut, también conocido como arte marginal, se articula a partir de las premisas de un(a) creador(a) que opera sin ocuparse ni informarse de las expectativas del ámbito artístico o social al que pertenece; y aspectos como la inmersión y la intuición aparecen como una constante entre lxs artistas pertenecientes a este ámbito de creación. Por una parte, la inmersión es una operación clave, pues a partir de ella surgen expresiones artísticas que más bien están relacionadas con la imaginación y la elucubración. Por otra parte, guiadxs por la intuición estxs artistas se enfocan en sus intereses particulares, sin considerar los convencionalismos de una formación académica. En ambos casos, ya sea a tientas o asumiendo el control de su formación, los contenidos se articulan en congruencia con sus intereses personales, a partir de los cuales construyen un repertorio cuyos atributos constituyen un sistema cerrado en tanto microcosmo personal y/o fuera de marcos tradicionales e incluso institucionales. En tanto, el arte naif se constituye de un modo semejante al Art Brut, aunque con una historia que tiene puntos que le diferencian que en este caso no ahondaremos.
Para realizar sus proyectos de creación visual Guido Solar explora con habilidad en aquellos ámbitos de creación artística que se sitúan fuera de los límites de la institución arte. Al mirar su obra observamos que es congruente con sus posturas, aunque también es posible emparentarla con otro ámbito creativo: el Neo-pop. Este movimiento alcanzó una visibilidad que lo convirtió en una atractiva opción estética para una significativa cantidad de artistas de la década de 1980. Bajo la premisa de que cualquier representación es estrictamente humana y, por lo tanto, popular, estxs artistas indagan en las múltiples interpretaciones que potencialmente cada expresión puede tener a causa de las distintas lecturas que cada persona puede hacer. También rechazan la idea de un arte superior y elitista en favor de un arte cercano a las personas, como Keith Haring, quién construye imágenes accesibles, sencillas y lo suficientemente genéricas como para que sean apreciadas, sin una intervención crítica, por cualquiera. El uso deliberado de la expresividad del color, la gestualidad de las formas y los trazos intensos del dibujo de este movimiento tienen una marcada presencia en la obra de Guido Solar.
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Angela Rivera nos presenta el siguiente texto sobre la obra de Guido:
¿Dónde el sofoco de la mente en tránsito encuentra lugar?
¿Cómo, y hacia dónde, un cuerpo apaciguado escapa de sí?
“La locura es la conclusión lógica del compromiso con la individualidad
cuando tal compromiso se lleva lo bastante lejos”
Susan Sontag
La subjetividad, históricamente, ha quedado desplazada por estándares universales disciplinarios, los cuales que componen las partes de un sistema socio-cultural-económico que ha construido una narrativa de dualismos nefastos cuyo efecto nos aborda día a día.
Hasta los campos más rebeldes han debido someterse a este paradigma cartesiano de evaluación, que discierne sobre nuestras corporalidades, nuestras actividades, movimientos, quietudes, certezas e incertidumbres.
Una obra de arte no cabe ni encuentra lugar ahí –nada-. Una obra, es decir, el correlato de un conjunto de piezas, se construye a partir de una experiencia subjetiva que se vive, se siente y también se corporiza; desde ahí me sitúo para hablar.
Las obras de Guido Solar remiten a un viaje completamente interno, en la provocación de una experiencia personal de retraimiento, de ensimismamiento. Del diálogo de un cuerpo apaciguado con una mente sofocada, lejos de poder ser calmada. Susan Sontag, al reflexionar sobre la obra de Artaud dice: “La mente [es] como un cuerpo que no permite ser <<poseído>>… el cuerpo [es] como una especie de mente demoniaca, torturada, brillante.” Permitiendo componer e imaginar una triléctica del estado de creación y existencia, donde la posesión es el último elemento.
Me encuentro ante un practicante del caos y la locura -sin caer en la alabanza a dichos estados-, ¿qué se entiende por ello? Se entiende que quienes lograr mirar tan dentro de sí, son etiquetados bajo la normatividad dual de una sociedad que percibe el silencio, el ensimismamiento, como una pesadumbre humana bajo las reducidas miradas miopes de la cordura. Su práctica es un deambular intermitente por esos no-lugares.
La obra de Guido te envuelve en ese deseo de huir de la propia carne que transmuta en color, ausencia del mismo, vacíos y trazos brutales con ciertos espasmos de un racconto visual de la infancia. En un recorrido que lentamente encuentra su cauce en los fluidos –corpóreos y material-pictóricos-, en lo grotesco, con ciertas caricias a trazos expresionistas. Finalmente, lo que no se debe hacer, crear, decir, mostrar -“La muerte está de fiesta”-. “Fuego y Ceniza” expulsando un rostro que se desmorona; “Pájaro” como viaje en el tiempo, que gotea a la inversa de la corriente.
Dimensiones transitorias es una suerte de apología a ese viaje posiblemente doloroso y caótico que es mirar el interior. Encontrarles lugar a las magulladuras de la historia personal, en un viaje atemporal de idas y regresos por trazos entintados de rojos, amarillos, negro y sobre todo grises.
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Por último reflexiona sobre la obra de este autor que vive en Chillán un destacado poeta de la zona sur, Rodolfo Hlousek Astudillo:
El discurso pictórico en el contexto de la crisis de la cultura
Con las luces apagadas es menos peligroso
Smells like teen spirit
Nirvana
El cronotopo o relato de Guido Solar Casanova, nace desde el imaginario personal y social contemporáneo, con un estilo expresionista y naif. Realizados como si fuesen elaborados por la pulsión de un niño y adolescente, emplea códigos propios de la primera infancia y juventud como si fuesen estos universales. Desde esta perspectiva encontramos referencias al clásico dibujo italiano, Pinocho; a la moda Gótica, a la emocionalidad del Emo y al pulso eléctrico del Grunge.
Logremos relacionar la pastosidad, el dripping, el uso de colores fuertes o con carácter, a un arte actual, o al decir del poeta Charles Baudelaire: sin prejuicios. Puesto que, la visión del artista en la modernidad es como la del niño. “El niño ve todo como novedad; está siempre ebrio. Nada se parece más a lo que se llama inspiración, que la alegría con la cual el niño absorbe la forma y el color. El genio, concluye Baudelaire, no es sino la infancia recobrada a voluntad: la infancia dotada de medios para expresarse.” (Solana 1996: 323).
En el actual contexto de crisis de la modernidad, Misceláneas, nos invita a la contemplación en desplazamiento. Es decir, cuando lo que definíamos como artes clásicas, experimentan hoy un desborde de sus criterios y procesos de obra, como por ejemplo la monumentalidad cuestionada e intervenida, la fragilidad del producto, en vez de la perennidad de la misma y, la puesta en valor por la subjetividad de la realidad, sobre lo que parecía infranqueable. Motivados por las urgencias del decir, no importando sobre qué materialidades y con cuáles recursos.