ELEGÍA PARA CANTAR
En 1953, Violeta Parra y Pablo Neruda se frecuentaban. Él le escribió el poema «Elegía para cantar».
Elegía para cantar
I
¡Ay qué manera de caer hacia arriba!
Y de ser sempiterna, esta mujer mujer!
De cielo en cielo en cielo corre o nada o canta,
la Violeta terrestre:
la que fue sigue, sigue siendo,
pero ésta mujer sola
en su ascensión no sube solitaria:
la acompaña la luz del toronjil,
del oro ensortijado de la cebolla frita,
la acompañan los pájaros mejores,
la acompaña Chillán en movimiento.
¡Santa de greda pura!
Te alabo, amiga mía, compañera:
de cuerda en cuerda llegas
al firme firmamento,
y, nocturna, en el cielo, tu fulgor
es la constelación de una guitarra.
De cantar a lo humano y lo divino,
voluntariosa, hiciste tu silencio
sin otra enfermedad que la tristeza.
II
Pero antes, antes, antes
Ay señora, qué amor a manos llenas
recogías por los caminos:
sacabas cantos de las humaredas,
fuego de los velorios,
participabas en la misma tierra,
eras rural como los pajaritos
y a veces atacabas con relámpagos.
Cuando naciste fuiste bautizada
como Violeta Parra
el sacerdote levantó las uvas
sobre tu vida y dijo
“Parra eres, y en vino te convertirás”.
En vino alegre, en pícara alegría,
en barro popular, en canto llano,
Santa Violeta, tú te convertiste
en guitarra con hojas que relucen
al brillo de la luna,
en ciruela salvaje
transformada,
en pueblo verdadero
en paloma del campo, en alcancía.
III
Bueno Violeta Parra, me despido
me voy a mis deberes
¿Y qué hora es? La hora de cantar.
Cantas
Canto
Cantemos
–Pablo Neruda