Por Darío Oses
En 1951 Arthur Lundqvist, en las páginas de la revista BLM de Estocolmo, propuso por primera vez que el Premio Nobel de Literatura se le diera a Pablo Neruda. El poeta chileno vivía entonces en Europa, en el exilio. En 1949 había salido clandestinamente de su país donde se lo perseguía por razones políticas.
Poeta, novelista y crítico autodidacta, Lundkvist es uno de los autores más importantes de la literatura sueca del siglo XX. Dominaba a la perfección el idioma español al cual tradujo la obra de Neruda. Comenzó a construir su fama en los años 30 con sus libros de viajes por Rusia, China, España y Sudamérica. En mayo de 1946 estuvo en Chile, viaje que recordó en su Elegía a Pablo Neruda, escrita después de la muerte del poeta.
En 1951 Neruda tenía ya una producción poética considerable. La publicación en España de Residencia 1 y 2, en 1935, lo había consagrado como uno de los grandes poetas de las letras hispanas. En 1950 con la aparición Canto general, se había situado en la cúspide de la poesía americana.
Tal vez Neruda ya merecía el Premio Nobel, pero la de Lundqvist fue una iniciativa solitaria. La Guerra Fría y el compromiso político de Neruda jugaban en contra de un Nobel para el poeta. Las presiones del gobierno chileno lo hostigaron durante todo su exilio. En una ocasión Gran Bretaña le negó la visa de entrada y Francia lo expulsó de su territorio.
Lo importante es que ese intento de 1951 solo fue el comienzo. Volodia Teitelboim escribe que Lundqvist, integrante de la Academia Sueca “trabajó largos años dentro de la conservadora institución de dieciocho miembros hasta lograr el premio para su amigo, al que consideraba el poeta mayor.”
Fue así como veinte años después el trabajo de Lundqvist y el crecimiento de la obra y del prestigio literario y humano de Neruda darían sus frutos. Por eso ahora, en 2021 conmemoramos los 50 años del Premio Nobel de Literatura a Pablo Neruda, y también el 70 aniversario del comienzo de la larga historia de este segundo Nobel para la poesía chilena.