Noviembre 14, 2024

Antología de Amor y otros poemas de Helga G. Pataki de Alexis Baros López

 

Por Ernesto González Barnert

 

El libro que hoy nos convoca y reúne lo conocí anónimo, es decir, sin ninguna señal del autor, en el concurso nacional del consejo del libro de creación. Sin duda, con los otros jurados, nos pareció no solo interesante y llamativo en su asociación a priori con la serie animada, sino que bien escrito, una travesura de espejos y personajes más que logrado en el juego del amor.

Meses después me entero que era Alexis Baros López, con lo que no dejé de asentir y asombrarme. Alexis, es uno de esos poetas que suele trabajar orgánicamente sus textos, darle a su escritura ese doble fondo pop, pero nunca superficial o vacío, sino que oscuro y ominoso, sin pasarse de listo ni sobre dramatizar. El poeta nunca deja de ser entretenido, tierno, autocritico, reflexivo. Flaubert diría qué, Baros López, siempre busca el mote justo.

Leo la “Antología de amor y otros poemas de Helga G. Pataki”, y no me quiero detener en el personaje, ni en Alexis, sino en el hablante lírico de este libro que sabe equilibrarse inteligentemente, con habilidad, en los recovecos del personaje y de la propia voz autoral, dando credibilidad y soltura a una poesía narrativa y amorosa que nunca es superficial o adorno, es puro fuego [ariano] contenido en la llama [virgo].

Me gusta que el libro tenga la suficiente presteza y naturalidad para hablarle a distintos tipos de edades, con ninguna sea complaciente, es un volumen elegante pero bastante desatado y salvaje en su “militancia amorosa” como diría el poeta romano, Ovidio, aunque ordenado en su prototipo, pulido, natural y llano en su decir sin nunca ser común. Alexis, sabe envolver esta golosina escritural bajo la apariencia de un inofensivo diario de vida durante el 2002, con lo que atrae nuevos lectores, facilita la entrada ante cualquier reparo a priori o prejuicio invalidante, además que le da una pátina algo atemporal. Además, salta a la vista, la belleza de éste libro físico, su cuidada diagramación en ediciones “tolueno”. Sin duda, un caramelo, pero envenenado con eso que llamamos amor y cuyo carozo siempre es oscuro.

Hay algo obsesivo y libertario en la voz de nuestra “Helga” que está muy bien logrado, un encajar de su constante desencajamiento, que hace que cada poema nos conmueva, nos toque la fibra. Cosa que da cuenta del dominio del poeta con la tradición chilena, en especial, con algunas de las voces centrales del 2000 para acá, retocando de paso, con este libro, las aristas ético-sociales y pathos de época donde el poemario se inserta, la “reniñez” como escribe el poeta de Lebu, Gonzalo Rojas.

Sin duda, un libro tremendo y voraz en su brevedad y concisión, un texto secreto y desesperado de amor animado por otro, que merece estar en nosotros y ser celebrado. Un hermoso poemario vivaz, luminoso y perspicaz. Que recoge esa manera tan delicada y bella en que Helga, Alexis o el Hablante lírico te ponen su corazón en la mano, es decir, esa clase de regalo, esa clase de fortuna.

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