«La poesía no es un lujo ni algo superfluo separado de la vida. Tenemos que aspirar a vivir poéticamente y trabajar por una justicia poética».
Damaris Calderón
—Cuál ha sido tu experiencia realizando este taller único y de tan importante resistencia.
Cada taller es siempre una experiencia nueva, una sorpresa, una llegada de seres que, desde su individualidad se van (nos vamos) incorporando a una trama colectiva y se produce el encuentro. Ha sido hermoso y bueno trabajar con mujeres de distintas edades y nacionalidades y ver cómo en cada sesión van creciendo los textos individuales y el texto común, las gotas de agua y el mar, el océano.
—¿Cuál es tu visión de la poesía escrita por mujeres y migrantes y cuales son los desafíos en lo que tenemos que mejorar como sociedad y como escritoras y escritores en este camino?
Una singularidad de este taller ha sido la mezcla, trabajar desde el genero, leyendo a autoras de distintos países en una visión panorámica, con la creación también en las sesiones de las propias participantes. Así ponemos en practica esos actos complementarios de leer y escribir como partes del proceso de creación. Hemos leído a autoras cubanas, peruanas, ahora entramos en las bolivianas, viéndolas en su contexto y también difuminando las fronteras. En su composición entre las integrantes del taller esta esa diversidad: chilenas, una venezolana, una nicaragüense, una argentina, una portuguesa. Y hemos visto, constatado, que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa y que lo que nos diferencia, también es riqueza. Hemos recibido mensajes de autoras contemporáneas como Laura Ruiz, desde Cuba, en grabación, dada la dificultad con el internet en la isla, hemos tenido la asistencia al taller con la lectura de sus poemas desde Nueva York de la poeta peruana Mariela Dreyfus y la virtualidad, bueno, nos ha traído ganancia y perdidas. Si bien ha suprimido el encuentro presencial también nos ha permitido estos otros acercamientos. ¿Qué nos falta y que debemos mejorar como sociedades y en la cultura? Pues entender la diversidad, la pluralidad, entre ellas la migración y abrirle ese espacio a sus expresiones sin la exigencia de la asimilación y la “aculturación”, sino viendo y potenciando toda la riquezas que traen en sus diferencias y entender que la poesía no es un lujo ni algo superfluo separado de la vida. Tenemos que aspirar a vivir poéticamente y trabajar por una justicia poética, total.