Noviembre 7, 2024

Francisco Martinovic: «No dudo que el arte sobrevivirá y prevalecerá en tiempos de crisis»

-Francisco, ¿qué ha significado para ti esta experiencia de taller?

Ante la incertidumbre en que estuvo el Taller de La Chascona −y la misma Fundación− en el 2020, la versión 2021 solo ha reafirmado el inmenso valor que representa esta instancia en la poesía chilena de las últimas tres décadas en Chile. Quienes hemos pasado por acá de una forma u otra somos parte de este legado de la Fundación y de Jaime Quezada y Floridor Pérez y es hermoso ver cómo esto se transmite en quienes conforman el taller año a año, lunes a lunes. Si bien esta versión 2021 en particular ha sido desafiante, hemos contado con la voluntad y disposición de un gran grupo de poetas para experimentar en este formato remoto. Sin ellas ni ellos hubiese sido muy difícil lograr el nivel de compromiso y camaradería que se ha alcanzado ¡Sin siquiera habernos encontrado en persona una vez aún!

-¿Cualés son los desafíos en lo que tenemos que mejorar como sociedad y como escritoras y escritores en este camino?

Hoy creo que los desafíos de la poesía están hermanados con la actividad cultural en general. No dudo que el arte sobrevivirá y prevalecerá en tiempos de crisis y que su valor cultural se verá renovado. Sin embargo, actualmente a los líderes del país no les tiembla la mano para hacer desaparecer espacios de difusión cultural, de apoyo a instituciones y, literalmente, son capaces de arrojar a las y los artistas a descuerarse en competencias sin sentido por migajas presupuestarias. Nuestra salida tiene que ser que las instituciones de base que surgen desde la cultura, así como sus mismos agentes, tengamos la capacidad de apoyarnos y darnos la mano en estos tiempos aciagos.

-¿Cómo ha sido el proceso de realizar estas clases en la virtualidad y cuáles tus aprendizajes?

Como indicaba, ha sido un gran desafío que creo hemos sorteado con gran temple con Malú en la dirección del taller. La virtualidad nos arrebató el encuentro humano físico y lo especial que es tenerlo cuando se comparten poemas y se crece en común en la escritura y en la mesa. Todas y todos han evitado que ese vacío le quite sentido al trabajo del Taller. Hemos aprendido a prescindir incluso de la primera materialidad que se comparte en un taller (la del cuerpo, del espacio común) y centrado esfuerzos en encontrarnos en la textualidad, y esto hay que agradecerlo al genuino interés y honesto trabajo de las y los poetas que integran el Taller este 2021.

-¿Qué ha sido lo más importante o revelador que han descubierto en esta experiencia con las y los jóvenes escritores?

No digamos que se descubre o revela, pero quizás a veces se olvida y es bueno que lo preguntes. En particular en este 2021 es notable la capacidad de las y los poetas jóvenes con que hacemos taller de crear comunidad a pesar de la distancia. Ellas y ellos −y sus predecesoras y predecesores en el Taller− son capaces de compartir generosamente su lucidez, su capacidad de lectura y retroalimentación desde la intelectualidad y la sensibilidad con un nivel de sofisticación y claridad envidiable. Consagrar estos espacios a las y los jóvenes es realmente valioso en un mundo que desprecia y subestima su visión del mundo. Para mí cada lunes es una experiencia de profundo aprendizaje que agradezco a diario gracias a ellas y ellos.

-¿Por qué sientes que estos espacios, abiertos, libres y gratuitos, son necesarios e importantes?

No solo es necesario e importante, sino urgente que se sostengan y nazcan nuevos espacios de desarrollo mancomunado libres, abiertos y gratuitos para creadoras y creadores y que estos además sepan estimular el ejercicio artístico en sus diversas formas. La razón creo que la sintetizan unos versos de la Malú que le escuché en un encuentro de poetas vía Zoom el año pasado: “ya aprendimos que los que amamos la vida/ no valemos nada para los que aman el dinero”.

Con el capital, los medios, las grandes corporaciones e incluso muchas veces la opinión pública en contra, estos espacios como el Taller Neruda que ofrecen resistencia ante fuerzas que quieren ver desaparecer la cultura como trinchera son latidos de vida en el corazón de Chile, más aún cuando se sostienen en el tiempo. El Taller, como la poesía, no puede desaparecer.

 

Francisco Martinovich Salas (Santiago, 1987)

Poeta, editor, gestor y académico. Ha publicado los poemarios Lidia (Yogurt de pajarito, 2013), Sospecha de nada (Gramaje Ediciones, 2014) y Galería/ Galerija (Cuadernos de Casa Bermeja/Mago Editores, 2017) y coeditado el libro Obra Poética. Juan Marín (Cuarto Propio, 2014). Desde 2014 coorganiza el evento mensual Lecturas Mistralianas y desde 2018 es fotógrafo y cocreador de la cuenta de Instagram Chile_oculto (@chile_oculto) que difunde el cuidado y la protección de la biodiversidad en Chile. Actualmente es editor en Cerrojo Ediciones, coordinador del Taller de Poesía La Chascona de la Fundación Pablo Neruda y académico en la Universidad Adolfo Ibáñez.

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