Noviembre 1, 2024

Isla Negra: una casa para los viajeros de todo el mundo

 

Por Darío Oses

 

Isla Negra debe ser el balneario más universal de Chile. Es que ahí se encuentra una  de las casas de Pablo Neruda: aquella en la que  pasó  la mayor parte de su vida, donde escribió casi toda su obra, desde 1953 en adelante, y donde reunió sus colecciones más importantes.

Los espacios de  esta casa y los objetos que hay en ellos, son una especie de concreción material del imaginario poético de Neruda.

Así, en la casa de Isla Negra se produce un encuentro único entre el mar y la palabra, entre poesía y paisaje, entre  naturaleza y cultura. Nuestro país la ha venido mostrando con orgullo a los visitantes más destacados que llegan de todo el mundo.

Uno de ellos, el consejero de cultura y patrimonio de la Junta de Extremadura, Francisco Muñoz Ramírez, luego de recorrerla escribió: “ …me dio la impresión de que la poesía se había hecho materia, cosa, objeto… Todo en la casa era poesía. Una poesía tan personal, tan nerudiana, que el visitante, al hilo de los objetos, podía reconstruir la biografía del poeta.”

Para construir esta casa, el poeta buscó hasta encontrar  el territorio que evocara su primer encuentro con el mar, que ocurrió durante su infancia, y que en sus memorias recuerda de esta manera:

Cuando estuve por primera vez frente al océano quedé sobrecogido. Allí entre dos grandes cerros (…) se desarrollaba la furia del gran mar. No solo eran las inmensas olas nevadas que se levantaban a muchos metros sobre nuestras cabezas, sino un estruendo de corazón colosal, la palpitación del universo.

Desde entonces el mar se convirtió en uno de los grandes escenarios míticos de la poesía de Neruda que siguió reproduciendo “la palpitación del universo”.

Este conjunto de océano, poesía  y casa son una suerte de imagen  del mundo, que se ha venido construyendo y consolidando a lo largo de más de 80 años.

Antes de la pandemia de Covit 19, la casa  era visitada  cada año por centenares de miles de viajeros que llegaban  desde distintos lugares del planeta. Gracias al pago de la entrada la casa se mantenía y sus colecciones se conservaban y se restauraban cuando era necesario. Hace ya más de quince meses , a causa de las restricciones impuestas por la pandemia en Chile y el mundo, los visitantes no han podido llegar. Haciendo un gran esfuerzo, la Fundación que lleva el nombre del poeta ha continuado manteniendo la casa y resguardando sus colecciones.

Neruda dejó invitados a los viajeros de todo el mundo a visitar su casa. Lo hizo cuando escribió:

Te puedes sentar, viajero, en esta casa de piedra: es tarde tal vez bajo tu bandera, en tu patria. Aquí siempre es temprano y el fuego está por encenderse. Algunas figuras errantes, de los navíos, se perdieron de ruta y aquí persistieron, falsamente atadas: libres en realidad, dispuestas al mar quieto, incapaces de irse otra vez a sus itinerarios. Tú, si quieres permanecer o disolverte, puedes hacerlo. Lo único que se exige es azul.

Queremos conservar la casa y sus colecciones de objetos marinos dispuestos en el mar quieto de las estanterías, para todos los viajeros que quieran visitarla cuando se den las condiciones propicias para hacerlo.

 

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